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Arropado de ilusión

  • El Sevilla, tras el tropiezo del Barça, aspira a situarse como líder en solitario en un marco de enjundia: San Mamés El Athletic se ha conjurado para frenar al lanzado equipo de Emery

El sevillismo se levantará hoy, día de los Fieles Difuntos, vivito de emoción. Las mariposas revolotearán por las barrigas de miles de aficionados que se acomodarán delante de los televisores nerviosos por ver de qué es capaz su equipo en un escaparate de enjundia como es San Mamés, el flamante nuevo estadio del Athletic Club de Bilbao. Se anuncia un plato fuerte para una hora algo intempestiva, cómoda para los niños, pero no tanto para los mayores. Poco después del desayuno, con el estómago recién lleno y el cuerpo aún estirándose, la nerviosera servirá de perfecto calentamiento para que el ánimo cobre la tonificación necesaria. El Sevilla de Unai Emery, tras la derrota del Barça ante el Celta, aspira a ser líder en solitario en una plaza de prestigio. Y lo hace después de una exhibición de juego y goles en el debut copero para zanjar las dudas que aún quedaban entre los cada vez menos reticentes.

Encaramarse a la cabeza de la tabla en la décima jornada, sobrepasando así el cuarto de Liga, requiere un partido perfecto. Jugar en San Mamés, ya lo advirtió Unai Emery el viernes, tiene un plus de intensidad, de alto nivel de exigencia, esté como esté el Athletic. Y no es que el popular equipo vizcaíno esté pasando por un buen momento, que hasta se le ha criticado en su entorno la forma en que ganó en Almería por la mínima para cortar una pésima racha liguera. El equipo de Ernesto Valverde necesita reengancharse a la Liga y se ha conjurado para dar un golpe y recordar quién es quién después de un inicio para olvidar, aliviado solamente por el aldabonazo europeo que supuso la brillante clasificación para la Champions eliminando a un nuevo potentado como es el Nápoles de Rafa Benítez, Hamsik, Higuaín y Callejón.

Son dos trayectorias enfrentadas y muy dispares las que se van a encontrar este mediodía en San Mamés, la de un Sevilla ganador y henchido de confianza y la de un Athletic herido en su orgullo que apela a su amor propio para empezar a callar bocas. El resultado de este duelo es imprevisible, de ahí la emoción enorme del enfrentamiento.

El Athletic de Valverde es prácticamente el mismo, casi hombre por hombre, que el que liquidó al Sevilla semifinalista de la Liga Europa en el último precedente, un partido que pudo hundir a Emery si Mbia no llega a sacar su cabeza salvadora en Mestalla con todo perdido. El técnico vasco asegura que son momentos distintos y tiene mucha razón, pero también advierte que espera en su feudo al Athletic que eliminó al Nápoles y no al que perdió con el Granada y empató en casa ante el Eibar y el Celta.

Hasta ahora, el equipo del Txingurrisólo ha ganado al calor de los suyos en la Liga al Levante, y la otra victoria que alumbra su trayectoria liguera es la conseguida en un partido parejo y sin dominador en Almería. Pero igualmente se puede decir del Sevilla que se sacudió la losa de que no competía con sus rivales directos con un triunfo in extremis ante el Villarreal, en el que mediaron similares dosis de coraje, ambición y fortuna, porque nadie esperaba ya que Giovani le metiera la pierna a Tremoulinas para cometer ese penalti salvador en el minuto 92.

Emery tiene sólo una duda en el once, la de ese puesto que dejó libre Vitolo desde su lesión y que ahora está dispuesto a llenar de nuevo el canario, aunque parece precipitado. El bloque está claro, los siete hombres que conforman la defensa y la medular, Beto, Coke, Pareja, Carriço, Tremoulinas, Krychowiak y Mbia, son prácticamente intocables en la Liga. Denis Suárez seguirá siendo la referencia, Aleix Vidal tiene hueco garantizado a domicilio, y más en este choque tan físico, por su capacidad estajanovista, y Bacca es indiscutible. Queda resolver la incógnita del undécimo hombre.

Iago Aspas se postuló con su trío de goles en Sabadell para reforzar la apuesta de Emery por los dos delanteros, más aún a tenor de su movilidad y su juego sin balón para abrir espacios. Éver Banega también tiene papeletas para reforzar la medular en un partido en el que hará falta magia para darle continuidad a la posesión del balón entre tanta fricción. Y Deulofeu sería una sorpresa inesperada.

Sea cual sea el once elegido por Emery estará arropado por la ilusión que atesora un equipo pleno de confianza y que se ve ganador. El sevillismo espera su respuesta ante este nuevo reto, en Sevilla y en Bilbao. Ganar equivale a ser primero. El partido promete.

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