Atlético-Sevilla, una cita con mil anécdotas e incidentes

El del domingo no es un partido cualquiera. Atlético y Sevilla son dos rivales enconados que conforman uno de los clásicos con más historia del fútbol español y, además, es un partido que siempre ha llegado acompañado por muy diferentes anécdotas e incidentes. Desde la victoria por 2-3 el 9 de abril de 1936, en la que ambos se jugaban la permanencia en Primera y la logró el Sevilla, pero la guerra civil impidió que el Atlético bajara a Segunda, hasta el 4-0 del curso pasado, con tres expulsiones por parte sevillista, el anecdotario es rico en diferentes episodios, tanto deportivos como extradeportivos.

Entre los más recordados está el de la botella de Ballantines. Palop tuvo que mostrársela a Ayza Gámez para que éste determinara la suspensión del encuentro, dado que la lluvia de objetos no cejaba y el meta sevillista ya había recibido el impacto de una lata de cerveza. Aquello ocurrió el 23 de abril de 2006. El árbitro valenciano suspendió el partido a falta de un cuarto de hora y lo reanudó cuando ya casi todo el mundo había desalojado el graderío e incluso Leo Franco, que detuvo sendos penaltis a Kanoute y Saviola, se había duchado. Terminó con 0-1, gracias a un gol de Puerta en el minuto 75, poco antes de las expulsiones de Perea y Petrov.

Otro botellazo sufrió el árbitro Merino González en la jornada decimocuarta de la campaña 91-92. El Sevilla ganó por un contundente 0-3 y el Comité de Competición decretó el cierre del Vicente Calderón por un partido.

En cambio, el comité federativo sólo abrió un expediente ante la huevada organizada por los radicales rojiblancos contra su equipo, un Atlético ya descendido, en la penúltima jornada de la campaña 99-00, con el Sevilla también ya en Segunda desde varias jornadas antes. Terminó en un anodino 1-1.

La semifinal copera del año pasado no se libró de extraños penaltis y expulsiones. Concluyó con 2-1, con los tres goles de penalti. Spahic, Godín y Fernando Navarro no terminaron el partido.