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Dedicado a quienes querían competir (2-1)

  • El Sevilla le planta cara al Real Madrid, se hace acreedor a un empate, pero mira el acta arbitral y se encuentra con un frustrante 2-1. Con Iborra haciendo de pivote de balonmano arriba falla en la suerte del gol.

Los sevillistas amantes del fútbol de mentira, del que tiene más que ver con el juego que con el resultado, pueden estar contentos. El Sevilla compitió de verdad en el Santiago Bernabéu, luchó desde el minuto uno hasta el 90 y provocó que el coloso Real Madrid suspirara de alivio cuando el caserísimo Iglesias Villanueva pegó los tres pitidos finales tras los dos minutos de prolongación. Pero el seguidor de la fe nervionense que no entienda el balompié así y lo fundamente, como debe ser, en la adición de puntos a una tabla clasificatoria tiene motivos de sobras para sentirse frustrado, para darle vueltas a la testa para entender por qué su equipo se fue de vacío del coliseo del Paseo de la Castellana después de haber dominado el juego en muchas fases del encuentro e incluso haber tenido ocasiones de gol más que sobradas para haberse puesto por delante, primero, y para empatar, después.

El primero de esos que rumiará para sus adentros las razones para que los suyos no pudieran salir con la sonrisa de oreja a oreja del Bernabéu sería, seguramente, Unai Emery. Después de haber tenido que aguantar durante los días previos los topicazos de que sus equipos no compiten jamás en los estadios de tronío, como si el partido del 3-2 en el Camp Nou del pasado curso por ejemplo, no hubiera existido, como si no hubiera tenido citas con el Valencia de semejante calado, el técnico vasco estaría especialmente motivado para reivindicarse en un día así. Incluso pensaría que también le bastaba con un buen encuentro del Sevilla... Pero no, el fútbol no entiende de buen juego, sólo perduran los resultados y el acta final de Iglesias Villanueva, que si se le recuerda su pasión por el equipo local en todas las acotaciones tampoco sucede nada, consignó un 2-1 a favor del Real Madrid.

Se parte de esa conclusión irrefutable para entrar después a desmenuzar el litigio por fases para tratar de explicarlo. Cuando muchos hablaban de un trivote en el centro del campo, Emery sorprendió al actual líder de la Liga con la posición de Iborra como segundo delantero, muy cerca de Bacca e incluso más adelantado que el colombiano en muchas ocasiones. El gigante valenciano tenía la misión de echar la pelota abajo en esa zona en la que Sergio Ramos y compañía tanto sufren. Y no sólo eso, también debía ocuparse de que entorpecer la salida del balón hacia Kroos. 

Aunque el resultado siempre le quitará la razón, el planteamiento del juego de Emery no pudo se pudo plasmar mejor sobre el terreno de juego. El Sevilla salió dispuesto a jugar muy cerca del área de Casillas, pero le faltó al final el acierto. Claro que tienen razón quienes espeten de inmediato que esa faceta fundamental tiene mucho que ver con la calidad, con el nivel futbolístico de los hombres que cuestan 80 millones de euros en el mercado y que se acercan al galardón de mejor futbolista de un Mundial.

Por eso, seguramente por eso, Vitolo no fue capaz de aprovechar un excelente pase de Iborra en el minuto dos que lo dejó solo delante de Casillas. Con todo a favor, el canario estrelló el balón en el cuerpo del guardameta internacional. Sucedió justo lo contrario cuando Kolodziejczak se quedó despistado atrás para regalar un remate de gol de James Rodríguez. El colombiano, el de los 80 millones, remató de cabeza más o menos con la misma facilidad que lo había hecho Vitolo diez minutos antes, pero su testarazo hacía que el 1 se colocara en el marcador del Real Madrid. Ésa es la primera diferencia, menuda diferencia por cierto.

Por medio se había lesionado Sergio Ramos y eso, junto a la ausencia ya conocida de Cristiano Ronaldo, provocaba que los sevillistas sintieran que podía ser un día ideal para acabar con la mala racha en el Santiago Bernabéu. Incluso lo siguieron pensando después del primer mazazo del tanto de James Rodríguez. Los hombres que vestían de rojo no habían dado un paso atrás, sino todo lo contrario y debieron igualar aquello en el minuto 18, cuando Iborra se quedó solo, superó con clase a Casillas y observó que el balón se estrellaba en el poste. La segunda clara. La tercera llegaría en el mismo minuto al cabecear Krychowiak el córner posterior con todo a favor, pero se le fue al lateral de la red. Después llegaría un nuevo paradón de Casillas en un disparo de Vitolo. El Sevilla lo estaba haciendo todo en el césped menos lo más importante, que era tener calidad para meterla dentro.

Y en esa fase del juego llegará una jugada puntual con una enorme trascendencia para el desarrollo de todo el partido. Benzema va a un choque absurdo con Beto en un centro imposible para el francés y deja al guardameta sevillista conmocionado. Cinco minutos de asistencias médicas y salida con un collarín. Ahí cambió todo, pues el Sevilla se enfrió y no volvería de verdad al partido hasta el gol de Iago Aspas.

Porque inmediatamente después volvió a ser golpeado con el segundo tanto, éste en un fallo igual de horrible que el de Kolodziejczak por parte de Bacca. Sucedería un penalti de Arbeloa al propio Bacca, la segunda amarilla perdonada a Varane por manotazo a Krychowiak, pero esto entra dentro del guión previsible cuando se visita el Bernabéu.

En la segunda mitad, el juego del Sevilla fue mucho más parado, sin la misma intensidad de antes, con goles evitados por Sergio Rico y también con dos opciones casi a puerta vacía para Iborra y Carriço, que no fueron capaces de meterlas dentro. Sí lo hizo Iago Aspas con 12 minutos por delante y el Sevilla achuchó hasta provocar el pánico en Ancelotti y los suyos, pero ahí habían acabado las opciones de verdad, entre otras cosas porque Iglesias Villanueva no estaba dispuesto a permitirlas. Eso sí, los amantes de las victorias morales, eso que ahora se conoce como competir, pueden estar contentos con su Sevilla...

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