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Emery ya disfruta de su 'transformer'

  • Un 4-4-2 con dos laterales en cada ala, variante que también da resultado del vasco, que amplía el abanico táctico al tiempo que entran en la rueda Carriço, Reyes...

Ha tardado su tiempo en dar con la tan traída y llevada tecla, pero a Unai Emery cada vez le suena mejor su invento, que más bien parece uno de esos transformers que tanto gusta a los niños, que tan pronto tienen aspecto antropomórfico, como derivan a futuristas vehículos a cuatro ruedas. Si hoy el entrenador de Fuenterrabía disfruta al fin de la serenidad que nunca tuvo desde que llegó al Sevilla en el ecuador de la pasada Liga, es porque está sabiendo manejar las posibilidades de una plantilla versátil y cada vez más competitiva. ¿Cómo saldrá su equipo ante el Athletic en Nervión, sin el sancionado Rakitic? Emery desplegará el abanico y decidirá.

Dibujo poliédrico

El Sevilla de Emery no tiene un manual innegociable. En la pizarra, es un equipo poliédrico. Curiosamente, su trazo más definido fue el más criticado: mantener a Rakitic junto a un solo pivote defensivo. Ya se ha bajado de ese caballo de batalla para divertirse con su transformer: tan pronto recurre a un sistema con dos laterales largos, dos pivotes y mediapuntas alejados de las bandas -su predilecto-, que sorprende con defensa de tres, como en Valladolid. Conforme va ganando jugadores para la causa -Carriço, Reyes, ¿Marko Marin?-, disfruta de un abanico cada vez más amplio para sorprender de salida -Reyes en el derbi- o para hacer reaccionar al equipo sobre la marcha: lo hizo el pasado domingo, con la entrada de Coke por detrás de Diogo Figueiras y de Alberto Moreno por delante de Fernando Navarro, un heterodoxo 4-4-2 con cuatro laterales, más Rakitic en el eje junto a M'Bia, que dio más el balón a los de amarillo y generó ocasiones... hasta que la pelota entró.

Comodines

Unai Emery está convencido -también Monchi lo ha secundado públicamente- de que Rakitic puede ser un gran pivote, que daría al Sevilla un salto de calidad en la creación del juego desde atrás. Y a poco que puede, lo devuelve atrás, como en Granada. Y eso que tiene otro comodín, al margen del suizo-croata, por si faltan Iborra o M'Bia -a Cristóforo aún no lo ve plenamente enchufado- en el eje: Carriço. El portugués, una vez superados sus problemas físicos, está dando lo que se pedía de él: polivalencia, empaque y serenidad en el juego de contención. Ahora que falta Nico Pareja, el luso actúa como central. Cuando regrese el argentino, seguramente, el portugués se adelantará a la sala de máquinas en más de una ocasión. Hasta el mismo Iborra puede seguir los pasos de Carriço y oficiar de stopper si se acumulan las bajas en la retaguardia.

El factor Reyes

El pilar sobre el que se han fraguado los cimientos del Sevilla de Emery se llama Ivan y se apellida Rakitic. En la zozobra táctica y técnica del equipo, que llegó a ser colista, no se olvide, fue el espectacular rendimiento del internacional croata el que sostuvo los palos del tinglado. Ningún medio tiene el peso específico de Rakitic en lo que va de Liga, por goles (7), por pases de gol (5) y por tantas y tantas acciones positivas que no reflejan las estadísticas. Los entrenadores rivales han ordenado un marcaje directísimo a Rakitic. Por ello es tan importante la figura alternativa de Reyes, quien, más liberado y partiendo desde la derecha, ha brillado en sus últimas actuaciones ante Betis, Estoril y Granada. El utrerano, con su sentido currista del fútbol, no salta con alegría a la arena si el toro no le entra por los ojos. Y hoy, agarra el capote con hambre y compomiso. Tener a un gran pasador es bueno. Y tener dos fuentes creativas como son Rakitic y Reyes, mucho mejor.

Por fuera, por dentro

La línea de mediapuntas era la que más expectativas despertó en ese engañoso fútbol de probeta, el estival. Y dentro de ellos, ese mago rubito llamado Marko Marin. En espera de que el alemán se recupere y se enchufe, esa línea que engarza el eje con la punta del ataque es un puro carrusel en el que van entrando y saliendo jugadores. Y todos ellos, con la orden expresa de que no se anclen en la banda, que maniobren mucho por dentro. Que sorprendan. Todos lo hacen: Jairo, Vitolo, Perotti, Rakitic, Reyes... Hasta los dos goleadores, Bacca y Gameiro, entran en ese baile de posiciones y se descuelgan atrás a veces. Todo un transformer el de Unai. Y ya funciona.

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