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Errores con E de entusiasmo

  • Monchi reconoce fallos en la confección de un plantel que generó ilusiones y que en la gestión diaria por parte de Emery se mostró más limitado que el del curso pasado. Aun así, la afición puede soñar en dos frentes.

Ya no es la incapacidad para ganar un solo partido fuera de casa en la Liga, muchos domingos ha sido la propia imagen de un equipo a veces desangelado y conformista y otras veces directamente incapaz. La última derrota de los de Unai Emery en Valencia, donde el equipo sevillista completó uno de sus más sonoros esperpentos, constató lo que muchos de sus aficionados pensaban, que luchar por la cuarta plaza y, con ella, por un puesto en la Champions era una quimera imposible.

A 12 puntos ya de ese sueño inalcanzable aunque las matemáticas digan lo contrario, el proyecto reconstruye sus objetivos para el último mes de la temporada dejando claramente ya de lado una competición liguera en la que, si bien tiene una ventaja cómoda para mantener su plaza en la Europa League, también es cierto que ve peligrar el quinto puesto y hasta el sexto.

Pero aquí ocurre lo de siempre: todo sea por que las pulsaciones se eleven hasta el máximo en los dos frentes que mantiene abiertos el grupo que adiestra Emery y su cuerpo de colaboradores. Con la final de la Copa del Rey como apasionante última bala allá cuando mayo entre en su recta final, el camino que hay por delante en la Europa League se torna más apasionante cada semana que pasa y, como en los dos años precedentes, altera los pulsos de todo el sevillismo cuando llega la Feria.

Y ha sido en la gestión diaria de los recursos y precisamente en la repartición de los esfuerzos cuando a la Liga se le unió la competición continental cuando una plantilla que generó tremenda ilusión en verano exhibió las carencias que escondió entonces. Más allá, por ejemplo, de los errores que pudo cometer el entrenador a la hora de plantear el choque de Mestalla, también entenderá el sevillismo que la frontera entre los titulares y los suplentes fue una línea más acusada en esta campaña que en la anterior. Para más razones, el mismísimo Monchi, que en una tertulia radiofónica reconocía ayer su cuota de responsabilidad en el fracaso -si se puede llamar así- al que se encamina el rendimiento del Sevilla en la Liga. "Lo ideal sería lo de 06-07, ganar copas y quedar terceros. Pero en la planificación quizás nos ha faltado acertar al cien por cien para tener dos líneas igual de competitivas. Es un error que asumo. Dentro de ese error, es para estar medianamente satisfecho hasta ahora. Nos quedan los exámenes finales que calificarán la temporada como buena, notable o sobresaliente", pronunció el director general deportivo en la Cadena Cope.

¿Y dónde han estado los errores en concreto? Localizarlos con exactitud es harto complicado, aparte de que intervienen factores que no siempre son achacables a la planificación. Si el club hizo un esfuerzo ímprobo por poner a disposición del entrenador a dos jugadores llamados a ejercer como estrellas, tales como Konoplyanka y Fernando Llorente, difícilmente se podía saber entonces que el rendimiento de ambos, por una cosa o por otra, no iba a ser acorde con la millonaria inversión realizada. Tampoco la concentración de lesiones que en el primer tramo del campeonato lastró al centro de la defensa.

Sí pueden achacarse otras cuestiones, como la falta de un sustituto de garantías para Krychowiak, la gestión de la delantera en el caso de Immobile o el mal manejo de los recursos del siempre difícil mercado de invierno.

Con todo, el Sevilla está cerca de tocar, un año más, la gloria. La discutida alineación que Emery presentó en Mestalla es consecuencia, ni más ni menos, de lo que está en juego en Europa ante el Athletic. Y si la afición iniciaba la semana de Feria maldiciendo las decisiones de su entrenador en un desplazamiento más, también es verdad que el sevillismo tiene facilidad para olvidar sus propias cenizas y descorchar el champán de sus ilusiones cuando llega esta época del año.

En este sentido, el director deportivo defendió a la apuesta del banquillo. "Estamos con un entrenador que revaloriza mucho a los jugadores, y eso es un lujo para la dirección deportiva, porque si te equivocas en algo, el trabajo del técnico contrarresta ese error. El entrenador y el director deportivo siempre están sometidos a debates. Me gustaría que las cosas que salgan mal se le achaquen siempre al director deportivo, y que todo lo que salga bien sea reconocido al entrenador, porque, repito, él le saca el máximo partido a los jugadores", precisó uno de los artífices más decisivos del éxito, una temporada más, de un club que sigue siendo modelo en España y en Europa.

Aunque eso no quita para que hayan cometido y se sigan cometiendo errores. El secreto es que los aciertos los superen en el recuento total y en ese caso el balance sigue siendo positivo por goleada. Cada vez que llega una gran venta -como la última de Aleix Vidal por más de 20 millones al Barcelona- esta teoría se ve reforzada. Si encima el sevillismo puede seguir disfrutando con volver a vivir finales y ganando títulos, sean siempre bienvenidos esos errores, tanto del director deportivo como del entrenador de turno.

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