Está todo controlado, pero no del todo. En la dirección deportiva las líneas maestras estaban marcadas, los objetivos estaban medianamente claros y había operaciones que estaban incluso rematadas en todo lo que se refiere a los acuerdos con todas las partes, pero que no terminaban de anunciarse de forma oficial por algún motivo. Ayer, la comunicación del fichaje de Kakuta aliviaba cierto mono de buenas noticias para una afición que vive esta época ilusionada con las nuevas caras.

El extremo estará hoy en Sevilla y pasará el reconocimiento médico antes de firmar por cuatro temporadas como jugador nervionense, según el acuerdo al que llegaron los dirigentes del Sevilla con el Chelsea por unos 3,5 millones de euros, como ya había trascendido desde distintos foros. La llegada del futbolista que tuviera la pasada temporada Paco Jémez a sus órdenes en el Rayo viene a calmar cierta intranquilidad que reinaba incluso en la misma tercera planta del Ramón Sánchez-Pizjuán. Y es que alguna ansiedad por que no se hubiera podido contentar de alguna manera a Unai Emery más allá de la incorporación de Krohn-Dehli, finiquitada desde hace meses, estaba presente cuando la cuenta atrás para la vuelta de las vacaciones no admite concesiones y sigue, imparable, su curso. El entrenador, al que le prometieron un esfuerzo económico -materializado con su nuevo contrato- y por disponer de una plantilla competitiva que no sólo no se desmantelaría con ventas sino que se vería reforzada, esperaba -y sigue esperando aún- respuestas. Hasta la fecha, del Sevilla han salido ya hasta cinco futbolistas, puede que seis si se concreta el interés del Barcelona por Denis Suárez, y sólo se había producido un alta, la de Krohn-Dehli, un fichaje que viene de antiguo. Emery está al tanto de todos los nombres con los que está negociando el Sevilla, pero espera hechos y en ese aspecto Monchi no ha podido contentar a su entrenador todo lo esperado. Deulofeu, Barbosa, Mbia, Iago Aspas y Aleix Vidal han dejado hueco en un plantel que ha visto cerrada la puerta de entrada y que debe registrar otra baja más con la marcha de Arribas y, si llega una oferta, Diogo Figueiras, lateral al que Emery ha dado vía libre para su salida con idea de que llegue otro de más prestaciones.

Sin olvidar un jugador que en Nervión se da por hecho que saldrá en breve por las circunstancias específicas que lo convierten en una prioridad para el Barcelona, Denis Suárez. El gallego es el único refuerzo que el club catalán podría inscribir para la próxima campaña (Aleix Vidal no podrá jugar hasta enero) porque fue registrado por el Sevilla en la LFP el 16 de julio, antes de que la FIFA oficializara la sanción de imposibilidad de fichar. Luis Enrique ha dado el visto bueno y desea repescarlo, pero ahí tiene el Sevilla la sartén por el mango. La opción de recompra por 9 millones no entra en vigor hasta que la de compra se haga efectiva (6 millones) y el Sevilla, intuyendo lo que podía pasar, no lo hizo al finalizar el primer año. Si el Barça apuesta fuerte ganará y Monchi sacará tajada, incluso con un intento por Montoya. Si no, el dinero. Mientras, el final del caso Konoplyanka es más incógnita cada día que pasa y se trabaja en la opción preferida para el centro de la defensa, Rami. Su precio y su alta ficha es un obstáculo, pero una vía puede ser la fórmula en la que llegó, por ejemplo, Pareja, una cesión con ocpción de compra pactada por objetivos.

 Es verdad que en la comisión ejecutiva del  club no se ha perdido la calma y que la sensación es que se ha trabajado, con la prueba de las renovaciones de Emery y de Reyes -para nada fáciles- y la llegada ahora de Kakuta, pero junio enfila su recta final y el equipo vuelve al trabajo el día 6 de julio.