Medio siglo de un sueño

El Ramón Sánchez-Pizjuán, el hogar al que el sevillismo nunca ha querido renunciar y que ahora mira al futuro con descaro, cumple hoy 50 años de existencia. Y medio siglo da para mucho. Para lágrimas de alegría y también de la más honda pena. Para momentos de gloria y para horas de desazón y arcas vacías. Para mil vivencias distintas de miles de aficionados que durante 50 años han poblado sus gradas desde aquel 7 de septiembre de 1958 en que el padre Francisco Teruelo bendijo un coliseo cuyo promotor, Ramón Sánchez-Pizjuán, se quedó sin verlo, pues la muerte lo sorprendió dos años antes. 50 años de fútbol en un recinto que ideó el presidente que lleva su nombre en 1938 y del que sólo pudo ver la maqueta de 1954.

Fue Ramón de Carranza quien, desde el sillón presidencial, llevó a cabo el proyecto, con la participación del sevillismo gracias a la emisión de unas obligaciones por valor de 50 millones de pesetas, su inicial presupuesto. El 6 de diciembre de 1956, mes y pico después de la muerte de Sánchez-Pizjuán, se colocó la primera piedra de una obra que quedaría inconclusa hasta 1975, cuando Eugenio Montes Cabeza, de la mano financiera de Gabriel Rojas, consiguió cerrarlo, con el equipo aún en Segunda División tras el descenso de 1972.

Un Sevilla-Real Jaén amistoso fue el primer partido que anunció la cartelería del nuevo estadio, un coliseo ideado para 70.000 localidades por Manuel Muñoz Monasterio, coautor unos años antes del estadio Santiago Bernabéu. El viejo Nervión, con un aforo de 22.500 espectadores, ya se quedó chico la temporada 57-58 en partidos de la Copa de Europa ante el Aarhus, el Benfica o el Madrid.

Las tribunas altas de los Goles se quedaron sin construir hasta la mencionada obra de 1975. Por medio, la crisis económica devino en depauperización deportiva del equipo, que descendió por primera vez a Segunda en 1968. En 1976, el estadio, ya concluido, marcó su récord de asistencia: 76.600 espectadores en la final del Trofeo Ciudad de Sevilla, que ganó el Sevilla al Betis con gol de Scotta. Luego, la remodelación del Mundial 82 -que dejó como regalos el precioso mosaico de Santiago del Campo, la visera de Preferencia y la nueva iluminación- redujo el aforo a 66.000. Y desde 1998, con la nueva normativa de la UEFA, se quedó en 45.000 asientos, reducidos actualmente a 43.400 por las necesidades de la UEFA y la Champions.

En sus cincuenta años de historia, el Sánchez-Pizjuán ha vivido noches memorables después de un mal inicio, pues su primer partido oficial fue en la apertura de la Liga 58-59 con victoria por 2-4 del Betis. Pero su momento de mayor gloria es reciente. El sevillismo vivió su máximo éxtasis aquella inolvidable noche de Jueves de Feria, 27 de abril de 2006, en la que se clasificó para su primera final de la UEFA, gracias al memorable gol de Puerta al Schalke 04. Inolvidable también fue la noche del 3 de mayo de 2007, cuando se clasificó para su segunda final ante Osasuna por 2-0 con otro lleno de reventón y pasión camino de la segunda UEFA.

La propia FIFA señala como uno de los partidos más emocionantes de la historia la semifinal del Mundial 82 entre Francia y Alemania, con pase a la final de los germanos por penaltis tras la prórroga (3-3). Y los barcelonistas no quieren recordar la final en Nervión de la Copa de Europa que perdieron ante el Steaua del meta Duckadam en los penaltis, el 7 de mayo de 1986.

Son momentos de una historia con su jalones negros, el de los crespones por dos héroes caídos, Berruezo, que murió en Pasarón en 1973, y Puerta. Es la parte luctuosa de un recinto que mira al frente para cumplir otro sueño, el de Del Nido: una remodelación para 50.000 socios (60.000 espectadores) sin que el Sevilla reviva la crisis que abrió la construcción del sueño de Sánchez-Pizjuán. Éste es el reto del presidente y el futuro que espera al coliseo que hoy cumple 50 años.