Permanencia e invitación a soñar (0-2)
Zaragoza - Betis · La crónica
Dos goles de Rubén Castro dejan al Betis con seis puntos de ventaja sobre la zona de descenso y con la mirada hacia la zona noble. El buen trabajo defensivo permite que los verdiblancos puedan aprovechar su contragolpe.
A este Betis ciclotímico le tocaba ahora encadenar una racha de victorias después de su triunfo de la pasada jornada ante el Athletic y así fue en La Romareda. Sin aparecer su mejor versión, al menos hasta que el partido acabó por romperse con ese Zaragoza descompuesto y camino de Segunda, el Betis sí supo capear el temporal para que el partido virase hacia el rumbo que colocó el casillero bético en 29 puntos, seis por encima del descenso o a cuatro de los mejores puestos europeos, que cada uno mirará el vaso a su manera. Dos goles de Rubén Castro -quién si no- pusieron el definitivo 0-2 que dejan al Betis con muchos deberes adelantados para la segunda vuelta del campeonato.
No hizo experimentos Pepe Mel, que sólo colocó a Cañas por el sancionado Iriney, aunque pronto cambiaría a Jefferson Montero y Salva Sevilla de banda para evitar las acometidas locales. Ha encontrado el técnico verdiblanco su mejor patrón de juego y sólo la necesidad le hará cambiar. Si además jugadores como Fabricio, Nelson o Paulao entran en el equipo con la solvencia exhibida en los dos últimos encuentros, a este once le queda cuerda todavía.
Pese a todo, no arrancó bien el cuadro verdiblanco, que sin mostrar la apatía de Mallorca sí le dio el balón al Zaragoza, que llegaba siempre antes a la segunda jugada, claro síntoma de salir más enchufado al encuentro. No es brillante el equipo de Manolo Jiménez, pero al menos ahora sí es un equipo reconocible, que sabe a lo que juega dentro de sus limitaciones y que incluso tiene destellos de calidad en jugadores como Apoño o Edu Oriol y oficio en Luis García o Aranda. Y en esos minutos iniciales, primero Fabricio, tras un disparo desde la frontal de Ruben Micael, y luego Dorado bajo palos, tras un remate de cabeza de Luis García, evitaron que el conjunto maño tomase ventaja. Entre ambas ocasiones, el único acercamiento bético con peligro. Un saque de esquina en corto finalizó con una pared entre Salva Sevilla y Beñat, para que el centro de éste fuera rematado a bocajarro por Jorge Molina que se encontró con el cuerpo de Roberto.
Pero esa ocasión bética fue un espejismo. Al Betis le costó adueñarse del control del juego y sólo la sobriedad de su defensa, con Dorado y Paulao solventando cualquier problema, le permitió meterse en el partido. Y cuando menos se esperaba, con el descanso a la vista como mejor opción para ambos equipos, llegaría el gol verdiblanco. Una recuperación de Paulao en el centro del campo fue prolongada por Jorge Molina para dejar a Rubén Castro solo delante de la portería local. Y el canario, sin pensarlo dos veces, conectó a la primera con el interior del pie derecho por encima de Roberto. 0-1 y el Betis, sin haber sido superior a su rival, se marchaba al descanso con ventaja.
Y, tras la reanudación, el Betis se encontró con todo a su favor. El mazazo del gol verdiblanco representó una losa demasiado grande para un equipo con mil problemas como el Zaragoza. Jiménez, casi a la desesperada, adelantó las líneas para buscar ese gol que le abriera una puerta a la esperanza y el Betis se encontró con enormes pasillos abiertos hasta el área de Roberto. Rubén Castro, en dos ocasiones, Salva Sevilla o Jorge Molina pudieron sentenciar el encuentro, pero sería el de casi siempre, ese canario que tiene mucho gol en sus botas, quien pusiera una distancia casi definitiva. Un excelente pase de Beñat, quien mejor leyó el juego entre líneas, dejó a Jorge Molina ante Roberto, quien sí pudo despejar el remate del alcoyano pero nada pudo hacer ante el disparo del canario a puerta vacía. Con 0-2 y medio estadio desfilando para casa, en una noche que ya invitaba de antemano a eso, al Betis ya le bastaba con manejar el encuentro, con tener la pelota y aprovechar alguna otra contra para eliminar cualquier atisbo de duda de que los puntos se sumaban en el casillero verdiblanco.
Y pudo llegar de mil maneras, con Jonathan Pereira de estilete por la banda izquierda, pero no acabó el Betis de concretar ninguno de esos acercamientos, aunque el gallego estrellase un balón en el poste. El Zaragoza, sin fe alguna, intentó salvar su honra con un gol, pero este equipo parece condenado desde hace demasiado tiempo. No se complicó la vida el Betis, que aprovechó la necesidad de su rival para realizar su partido y marcharse de La Romareda con la alegría que otorga el trabajo bien hecho. Y es que ahora la permanencia se vislumbra mucho más cerca.
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