¡Quédense con los 63! (1-1)
Granada - Sevilla · la crónica
El Sevilla se marcha de Granada con la sensación agridulce de haber conquistado sólo un tercio del botín que debía acopiar. Los blancos, incluso en un día malo, fueron superiores.
Sensación más agria que dulce para el Sevilla en el balance de su visita al Granada. El conjunto de Unai Emery no pudo prolongar su excelente racha como forastero y se tuvo que conformar con un empate ante un rival que era visiblemente inferior a los nervionenses. Pero éstos no fueron capaces de aprovechar las ocasiones que tuvo Vitolo en el arranque, sufrieron un error defensivo de Krychowiak que los condujo a remar contra la corriente y después de empatar carecieron del acierto necesario para reflejar en el marcador el apabullante dominio que ejercieron en la recta final del litigio. Es cierto que fue una pequeña decepción para los miles de seguidores desplazados hasta Granada, pero en el tiempo de la reflexión más sosegada sólo debe anidar una cifra de números en la mente de los seguidores sevillistas. A saber, 63, los puntos que registra en estos momentos la clasificación para el equipo de Emery, lo que no es más que un dato objetivo. De tremendo valor, eso sí.
Vaya por delante que no fue el mejor día para este rampante Sevilla. El partido llegaba emparedado entre las dos citas contra el Zenit y eso iba a pesar en el balance final. No tanto en el aspecto físico, pues Emery refrescó el equipo inicial con seis futbolistas que no fueron titulares contra los rusos el jueves, como en lo referente a lo psíquico. La tensión de ese doble enfrentamiento contra el líder de la liga rusa es mucha y era imposible, tal vez, borrar de la mente esa obsesión para afrontar en plenitud de condiciones este enfrentamiento en Granada. Claro que se notó.
Pero eso no fue óbice para que el Sevilla se plantara en Los Cármenes con la intención de liquidar aquello cuanto antes. Las diferencias entre uno y otro equipo eran tremendas y a los cinco minutos ya había tenido Vitolo una ocasión diáfana para adelantar a los suyos. Pero el canario, uno de los que habían entrado para refrescar al equipo, no estuvo muy fino tras recibir un balón excelente de Reyes, además de que fue desplazado por un Nyom que arriesgó ante la posibilidad de cometer penalti con la consiguiente expulsión. Pero Estrada Fernández no lo estimó así y sí consideró que un minuto después Reyes merecía una cartulina admonitoria por cortar un contragolpe granadinista.
Eso, que en teoría debe ser una jugada sin la menor trascendencia, sí iba a repercutir mucho en el rendimiento del Sevilla. Reyes, que había salido con la misión de hacer de Banega y de manejar los muñecos partiendo de esa posición algo más escorada a la derecha, entró en un túnel oscuro del que apenas saldría para ofrecerle a Aleix Vidal el balón que dio origen al autogol de Mainz. El utrerano pareció fuera de sitio tras la amarilla, estaba temeroso de ver la segunda en cualquier entrada a destiempo y eso lo fue acusando su equipo, pues llegó incluso a desaparecer del juego tanto en el aspecto ofensivo como en el defensivo.
Llegaría, sin embargo, una segunda oportunidad clara de Vitolo antes de que el Granada pudiera adelantarse en el marcador. Lo hizo a través de una faceta que otrora pertenecía al club nervionense y que ahora parece que está a favor del rival. Krychowiak le perdió la cara a un balón en un saque de esquina y facilitó el remate franco de Mainz para que el Granada estuviera por delante. Pero más importante aún que encajar un tanto de saque de esquina, que siempre es una posibilidad si un rival está acertado, es la reflexión sobre la nulidad blanca en esa faceta que tantos réditos le otorgó en el pasado. Contra el Zenit puso 22 córners en juego, la mayoría por parte de Reyes, y ayer el número se elevó hasta nueve. Apenas en uno de ellos Kolodziejczak prolongó hacia atrás para que Bacca no llegara al remate, en el resto las pelotas eran tan blanditas que era imposible que hallaran un rematador.
Una vez que el Granada se había puesto por delante, Emery iba a optar por la prudencia a la hora de provocar la reacción de los suyos. El Sevilla iba a continuar con la misma línea de juego y con ella le debería haber bastado a la vista de la superioridad que mostraría en el juego con la excepción de los diez minutos que precedieron al cabezazo de Mainz a gol, remate de Figueiras contra el poste de Sergio Rico incluido como acción más peligrosa por parte de los anfitriones.
El problema era que el Granada, en ventaja, dio un paso atrás para acularse en las cercanías de Roberto y esto dificultaba las acciones de un Sevilla tal vez demasiado pastoso y lento a la hora de buscar las vías para hacerle daño al adversario. Sólo Bacca, con un par de arrancadas individuales, fue capaz de acercarse y particularmente peligrosa fue la primera, en la que remató cruzado después de un buen pase de Pareja.
Algo había que cambiar en el intermedio, pero Emery, en su afán por repartir los esfuerzos físicos, optó por seguir con las mismas piezas en pos de un empate que pudo llegar pronto de no haber sacado Insúa un remate de Denis Suárez que ya se colaba. Hasta que el técnico vasco, en torno a la hora de juego, optó por meter a Aleix Vidal y Banega para acercar al equipo al diseño con el que acabó frente al Zenit. Si el dominio hasta entonces había sido claro, desde ahí sería apabullante, hallando vías de peligro con las internadas del catalán por la derecha.
Banega, con Reyes bastante perdido siempre, comenzó a hacer que la pelota circulara con más rapidez, sobre todo cuando llegaba hasta Aleix Vidal. Así se generó el autogol de Mainz y el Sevilla, con 20 minutos por delante, encerró al Granada aún más. Pero el premio del segundo gol no llegó y la sensación llegó incluso a asemejarse a una derrota. Nada más lejos de la realidad, el Sevilla no ganó, pero tampoco perdió, empató. ¡Y ya tiene 63 puntos en la clasificación, nada menos que 63!
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