Granada - Sevilla · el otro partido

Razones para creer y razones para no creer

  • Las reivindicaciones positivas de Deulofeu, Iborra e incluso Banega contrastan con las dudas que dejan Arribas, Iago Aspas y Kolodziejczak.

Varios son los jugadores que están sufriendo las consecuencias de la alta exigencia del Sevilla para luchar por altas metas. Unai Emery confía en un bloque más o menos fijo en el que sólo en muy determinadas ocasiones van entrando los que están más necesitados de reivindicarse. A este grupo pertenecen Deulofeu, Iago Aspas, Arribas, Kolodziejczak, Iborra, incluso Banega y Gameiro. Y en Los Cármenes hubo reivindicaciones positivas y también las hubo negativas. En este Sevilla que sigue vivo en las tres competiciones hay razones para creer y también razones para no creer. Llega la fase decisiva de la temporada y las esperanzas y las dudas se reparten por igual.

Cada uno en un contexto distinto respecto al colectivo y a su posición, estos futbolistas estaban pidiendo a gritos una oportunidad. En el caso de Iago Aspas los gritos fueron ostentosos y evidentes por su enfado captado por las cámaras de televisión cuando protestó tras el último cambio del Sevilla-Celta. Y el gallego, que jugó como suplente media hora, no se alió con la fortuna, ni con el acierto, en el margen que le concedió Emery. Se puso tres veces de gol, las tres para su pierna buena, la izquierda, y las tres se fueron al limbo de la duda. Pero fútbol tiene, y mucho.

Junto a esa incertidumbre en torno al gallego, quedaron patentes otras dudas, centradas en el núcleo del sistema defensivo. El pinchazo que sufrió Pareja puso en el campo al jugador que estaba sufriendo la situación más evidente de ostracismo, Kolodziejczak. El francés quedó manchado por esa falta absurda en el minuto 93, un agarrón en el borde del área en una jugada en la que debió acompañar al atacante y que deparó el 1-2 que deja el sinsabor de no haber rematado la eliminatoria. A eso se une que Arribas se las vio y se las deseó frente a Success, con lo que abre el frente de la sospecha sobre cuál es la valía del fondo de armario sevillista en cuanto a los centrales.

En cambio, en Granada también puso la plantilla sevillista otros argumentos sobre el tapete para creer en que puede competir en este enero tan duro que se le presenta. Sin Mbia, Iborra regresó al equipo con buen son. Tuvo capacidad de resta, ganó muchos balones divididos y le dio al balón rapidez en la salida. Participó en el contragolpe del 0-1 junto a Banega, otro que también ganará en protagonismo en la medular y que se mostró más suelto y con jerarquía en la organización. Y Deulofeu obtuvo el premio del gol a su movilidad, a su constancia en la percusión por fuera y a sus apariciones por dentro. Jugó menos obcecado, más volcado hacia el colectivo. Y ganó él y contribuyó a que ganara el equipo.

Fueron las dos caras, la duda y la esperanza, de un partido en el que el Sevilla encauzó su pase a cuartos de la Copa. Falta rematarlo y deberá hacerlo solventando de paso esas dudas que aún mantiene.

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