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Sergio Rico, la otra necesaria redención

  • El meta, tras una etapa de críticas, recoge elogios tras su gran y decisiva actuación ante el Barça.

El catártico triunfo ante el Barcelona tuvo una trascendencia absoluta en lo colectivo, pero también fue importante a título individual para algún que otro jugador. Brillaron con luz propia futbolistas que estaban necesitados del cariño de la gente, como Gameiro e Iborra, fuertemente ovacionados a la salida del campo, y destacó por el encima del resto Krohn-Dehli, autor de uno de los goles y asistente en el segundo. Pero todo habría ido al traste sin la mediación de los guantes de Sergio Rico, el día que, precisamente, estrenaba esta prenda de trabajo.

En la víspera del encuentro ante el Barcelona, el único que parecía confiar en Sergio Rico, compañeros y técnicos del club al margen, era Vicente del Bosque. Su actuación en Turín, con su salida a medias en el buen centro de Barzagli que propició el gol de Morata, reabrió el espinoso debate de la portería en diversos foros de opinión. "En Turín ya lo vi valiente, saliendo por muchos balones altos", dijo Coke sobre su compañero el sábado. A decir verdad, el jugador parecía haber perdido gran parte de la confianza que mostró al final del curso pasado, en la que fue uno de los artífices del cuarto título de la UEFA Europa League, con actuaciones determinantes ante el Borussia Mönchengladbach o la misma final frente al Dnipro. La decisión de Emery de optar por Beto en la final de la Supercopa abrió el debate que quedó sin cerrar el curso pasado y el meta sevillano, tras la lesión de su compañero, se veía en la tesitura de tener que demostrar de nuevo su valía.

Sergio Rico necesitaba una redención particular, en menor medida a la del equipo, pero no menos importante para recobrar la confianza en sí mismo y disipar dudas. Y sus intervenciones en la segunda parte, en pleno zafarrancho del Barcelona, le pueden servir para ello. El guardameta sevillano se encumbró con tres intervenciones de gran mérito en apenas un minuto, entre el 63 y el 64, a tiros envenenados y peligrosísimos de Neymar, primero a contrapié sacando una mano prodigiosa -lo celebró con rabia mirando a la grada- y en la segunda ocasión por dos veces y a bocajarro. También despejó a córner con una buena estirada un disparo de rosca. A Sergio Rico, además, lo acompañó la suerte con los postes. Un intangible que es mejor tener a favor siempre, y más siendo portero.

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