Elche-Sevilla

Un Sevilla del pasado (1-1)

  • Un cabezazo de Carriço rescata un punto para el conjunto de Emery contra el Elche en un mal partido Bacca, dentro del tono grisáceo, tuvo dos ocasiones claras con cero a cero.

Partido con sabor agridulce para el Sevilla a pesar del punto que rescató Carriço a ultimísima hora del duelo contra un Elche que ya se veía con los tres puntos en el bolsillo. El equipo de Unai Emery dio un paso atrás en su evolución de este tramo liguero y pecó de falta de ambición en el irregular césped del estadio Martínez Valero. Faltó decisión para ir a por el partido a pesar de que, paradójicamente, las órdenes que manaban desde el banquillo les lanzaban a los futbolistas un mensaje bien diferente con las sustituciones. Por ejemplo, con la entrada Gameiro por un medio centro como Iborra cuando el marcador era aún de cero a cero.

Pero ni eso le cambió la faz a los sevillistas en un encuentro con la dificultad que siempre supone enfrentarse al Elche, un rival que achica el campo como si se tratara de un acordeón y que no sólo presiona a la salida del balón, también tira la línea defensiva prácticamente en el centro del campo. Está claro que era un día incómodo, pero la calidad de los visitantes les debió bastar para haber sumado los tres puntos de nuevo lejos de su feudo, aunque claro para eso hay que pelear por ese objetivo, no dejar pasar los minutos en la creencia de que el gol caerá por pura inercia.

En ese sentido, el Sevilla se asemejaba muchísimo a aquel equipo que estuvo más de un año entero sin sumar un triunfo lejos del Sánchez-Pizjuán. No se trataba del patrón de juego, que era similar al que lo condujo al triunfo en Villarreal antes del parón navideño, es decir, un conjunto fuerte por el centro gracias a Iborra, esta vez emparejado con M'Bia, con Rakitic tratando de conectar con Bacca y Reyes y Vitolo como interiores. Los futbolistas elegidos por Emery se sentían fuertes con ese dibujo, que se convertía en 1-4-4-2 sin la pelota, ya que Rakitic iba a la presión casi más arriba que Bacca, pero tal vez por ahí naciera el conformismo, el pensar que ya llegaría el gol sin necesidad casi de ir a buscarlo con la consiguiente desprotección en la zona de atrás.

Pero no, el fútbol exige más cosas para ganar los partidos, sobre todo si el adversario también considera que el botín de partida, el punto que se tiene con el cero a cero inicial, tampoco es malo. Porque el Elche, pese a los riesgos que corrió con esa defensa tan adelantada para ahogar al Sevilla, jamás se descubrió en la parcela de atrás. Tanto Rubén Pérez como Javi Márquez se anclaban por delante de su cuarteto para evitar cualquier conexión con Bacca. Aunque realmente queda la duda de si ese planteamiento del Elche fue eficaz por sus propios méritos o por la carencia de ambición que evidenciaran en todo momento los blanquirrojos, sobre todo por unas bandas que carecieron de mordiente por mucho que el gol del empate manera de un pase de Reyes en una jugada de estrategia que dejó solo a Carriço.

Todos los análisis anteriores sólo pueden conducir a la conclusión de que el Sevilla jugó un mal partido. Y sí, es verdad que el conjunto de Emery no tuvo nada del dinamismo que había demostrado en las últimas jornadas ni tampoco la eficacia en las acciones de estrategia a pesar del punto que le dio al final el pase de Reyes a Carriço después de un saque de esquina. No sólo fueron los sevillistas, sin embargo, quienes tuvieron un mal día, el partido en líneas generales fue una verdadera castaña para aquel aficionado que esperara que se podía sacar la espina después de la decepción en el Atlético de Madrid-Barcelona. Fue más de lo mismo, con algo menos de intensidad, pero lo mismo, pases carentes de sentido, errores, recuperaciones del rival, apenas riesgos por parte de unos y otros, y la pregunta acerca de qué pretendían unos y otros con esa manera de plantear el litigio.

¿Quiere eso decir que el Sevilla no tuvo oportunidades para haberse llevado otros tres puntos de su visita a Elche? En absoluto, si los nervionenses pensaban en su ideario inicial que el gol acabaría llegando por inercia en cualquier acción puntual, pues no le faltaba razón del todo. Bacca, sin comerlo ni beberlo, a través de rebotes más que por jugadas elaboradas, tuvo tres ocasiones clarísimas de gol, particularmente las dos últimas.

Pero el colombiano, que había acumulado hasta cinco partidos consecutivos de Liga cantando goles, no estuvo acertado en esta ocasión y eso, en partidos tan igualados por lo bajo, también es un factor determinante. Porque es increíble que un delantero de la capacidad de Bacca dejase escapar la oportunidad que se le presentó poco antes de la hora de juego. Fue un balón rebotado en la pierna de Rakitic, al que le salió un pase milimétrico cuando su intención era tapar un despeje de la zaga ilicitana. La pelota le llegó al 9 del Sevilla a apenas cinco metros de la portería de Toño. Pero Bacca, completamente solo y con el balón fácil para rematar, pareció incluso sorprendido por la oportunidad, golpeó con el interior del pie para asegurar y no pudo ser, la pelota se fue fuera cuando parecía lo más difícil.

Fue la gran oportunidad para el Sevilla para haber cambiado la dinámica de este mal partido. Algo más complicado, pero también con el gol muy factible, fue otro golpeo de Bacca salvado por Pelegrín sin Toño en la portería. Pero no, el día no estaba para el goleador sevillista, tampoco para su equipo, y pareció torcerse del todo con el cabezazo de Cristian Herrera. Sin embargo, milagro, entonces sí apareció la ambición, el cuadro de Emery se fue arriba con todo y fue capaz de salvar la noche de la misma forma, a través de otro testarazo, esta vez de Carriço. En fin, al menos no perdió, pero queda la incógnita de por qué bajaron tantos puntos de ambición los futbolistas que defienden al Sevilla respecto a la exhibición contra el Getafe.

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