Antonio Tapia se encuentra cada día más solo. El técnico malagueño, que en otros momentos ha recibido respaldo por parte del club, ha visto que ni el domingo ni el lunes el director deportivo, Manuel Momparlet, se ha pasado, como suele, a charlar con él por la ciudad deportiva. Ayer, además, era el día ideal, ya con el ambiente algo más frío y con poco personal por las instalaciones, ya que sólo acudieron algunos técnicos y los futbolistas lesionados.

La plantilla no es que haya dejado por completo de confiar en él, pero se siente desorientada. Si algo bueno puede decirse de Tapia es que ha mantenido una línea de trabajo idéntica desde que llegó, es decir, no ha dado los bandazos propios de otros entrenadores. Pero su filosofía de trabajo no sirve en el Betis y quizá haya tardado demasiado en darse cuenta.

El técnico no para de trabajar, de intentar soluciones alternativas, pero en un club con las urgencias del Betis no le es fácil. Además, eso sí, ha perdido fuerza ante los futbolistas a la hora de exigirles trabajo. De hecho, en Soria, al descanso, se vio apoyado por todos cuantos habitaban en el vestuario para arengar y que el equipo saliese en la segunda parte enchufado al máximo. El problema reside en que la capacidad de reacción hoy es mínima entre los profesionales y, enseguida, encajaron dos nuevos goles tras los que ya se vieron obligados definitivamente a bajar los brazos. La ausencia de un líder entre la plantilla tampoco está ayudando nada al entrenador.

Un hombre, en resumen, sobrepasado por los acontecimientos, pero que no se rinde. Confía aún en que el equipo no ha perdido en Heliópolis y en que logrará una victoria el sábado que obrará como punto de inflexión.