El arbitral, un colectivo retratado
Sueños esféricos
El nuevo sesgo de los jueces hacia el Real Madrid no es aire fresco y justo, sino la prueba del delito

EL vocabulario del fútbol no para de engendrar términos que se ponen de moda. El penúltimo es “penalti residual”. El penalti es como el embarazo, no admite grados. O es o no es. Pero la verborrea de hoy, que todo lo sumerge en el debate más absurdo, convierte cada partido de fútbol en un análisis gestual que se traslada a unas escalas: ¿es suficiente el contacto? ¿es la misma jugada? Y todo se evalúa con cámaras que ralentizan y desvirtúan la fuerza objetiva del pisotón o el golpe. Un sinsentido mayúsculo.
El Madrid, hasta el derbi con el Atlético, no había sufrido ningún penalti en contra. Mueve a la sospecha que, después de que Florentino sacara todo el arsenal contra el colectivo arbitral a raíz de la clamorosa roja no mostrada al espanyolista Romero por su entrada a Mbappé, al equipo de Carlo Ancelotti le hayan pitado dos penaltis en contra en sendos pisotones juzgados con un afán escrutador nada usual contra el gigante blanco.
El penalti del derbi había que estar muy predispuesto a pitarlo. Tchouaméni apenas pisa el pie de Lino con la parte trasera de sus tacos y sin fuerza. Y el extremo hace el resto. Fue además en una jugada que no implicaba cortar una acción de peligro. Una semana después, el pisotón de Camavinga en Pamplona lo pita Munuera Montero después de que el VAR sacase esa escala de intensidad que hoy mide cada partido. Otra jugada de grises que llegó además después de que el VAR ignorara un penalti a Vinícius que, esta vez, sí que fue. Y como colofón, el árbitro andaluz muestra un oído mucho más fino ante Bellingham de lo que han solido mostrar sus colegas partido a partido ante el inglés o Vinícius.
Y quien vea en este cambio de los arbitrajes al Madrid un soplo de aire más justo y digno se autoengaña: lo único que demuestra es que los de negro forman un siniestro colectivo con unas directrices predeterminadas. Lo sabe Negreira, lo sabe Florentino y cualquier aficionado con ojos.
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