El caramelo se hace amargo (3-2)

Supercopa de europa

El Sevilla remonta el golazo inicial del Madrid y deja escapar la Supercopa en el descuento para sucumbir a un minuto de los penaltis. Guiado por Vázquez, aceptó que le regalaran el balón pero acabó fundido.

El caramelo se hace amargo (3-2)
El caramelo se hace amargo (3-2)
J. Ollero, Sevilla

09 de agosto 2016 - 19:47

El Sevilla dejó escapar la Supercopa de Europa después de aceptar que el Real Madrid le regalara el balón, remontara cuando sus propios miedos parecían hacerlo imposible y se entregó en el descuento con un gol muy evitable que dio paso a una prórroga eterna para un Sevilla fundido que para colmo vio cómo después de soltar la copa a 80 segundos del final se quedó sin llegar a los penaltis a minuto y medio del final del tiempo extra. Bajo la lluvia noruega de Trondheim, el Sevilla vivió una imprevisible montaña rusa que pareció prometerle la gloria y le acabó regalando un palo.

No fue del todo justo el fútbol con el Sevilla pero más que nada porque el Madrid nunca mereció ganar, no porque el equipo de Sampaoli acumulara motivos para superar a un equipo que es supervivencia pura. Si el año pasado el final de la prórroga trajo el gol de Pedro, esta vez fue una arrancada de Carvajal que nadie paró, fundidos todos y con un miedo animal a cometer faltas cerca del área. El Madrid, como en Lisboa, respiró con el tiempo cumplido y no necesitó, como en Milán, llegar a los penaltis. El Sevilla había dominado casi siempre pero no alcanzó.

De entrada, Sampaoli ordenó defensa de cuatro con Kolo de lateral y con Kiyotake algo desperdiciado en la derecha. Iborra sienta a Kranevitter y Correa ni se viste. Vietto, grisáceo, es la apuesta arriba mientras Ben Yedder se quedaba sin minutos. Mientras Franco Vázquez ofrecía de todo y casi todo bueno, el Madrid volcaba el juego por donde Vitolo y Kolo, haciendo bastante daño y mostrando el Sevilla además muchísimas dudas para sacar la pelota de atrás. Con el tiempo seguro que será una carta básica, pero el partido pedía otra cosa y la presión del Madrid amenazaba ruina sevillista a cada salida.

Con todo, el Sevilla dominó sin descanso y con descaro desde el golazo de Asensio hasta que la cabeza de Sergio Ramos lo devolvió a la tierra a 80 segundos del final. Agazapado el Madrid, esperando su momento, dejó jugar al Sevilla e incluso el ritmo lento de los sevillistas parecía más ante la complacencia blanca, huérfana más de Modric (orfandad que no se subsanó cuando salió) que de sus espectaculares estrellas ausentes.

Con el Sevilla sin terminar de encontrarse, un saque de banda se convirtió en una losa. N'Zonzi perdió el salto, la defensa apareció descolocada y la pelota acabó en Asensio, que la coló en la escuadra desde lejos cuando Sergio Rico había apostado su virtud a que iba fuera.

El Sevilla, cómo no, se envalentona y crece a cada paso. El Madrid se refugia esperando una contra que llega con cuentagotas y los rojos van aproximándose a Casilla cada vez con peores intenciones. Casi sin esperarlo, un centro de Vietto lo controló Vitolo pero la defensa blanca 'obligó' a Vázquez a pegarle. Y vaya si le pegó, pegadito al palo izquierdo, lejos del alcance de Casilla.

Pasado el 40 el Sevilla no sólo respira sino que ya manda definitivamente, aunque Iborra se antoja insuficiente y la banda izquierda se muestra superada. N'Zonzi sostiene, Kiyotake apoya y Franco Vázquez se hace gigante. Esto se acentúa en la segunda parte. Sampaoli retira rápido a Carriço para meter a Rami, ganando fuerza por arriba y en el cuerpo a cuerpo, donde Morata estaba campando a sus anchas a pesar de no desbordar.

Los cambios dan más profundidad al Sevilla, que sacrifica a su delantero para convertir a Vázquez en su referencia y ganar campo con Vitolo por la derecha y Konoplyanka por la izquierda. El Madrid duda, Ramos hace un penalti absurdo y el ucraniano pone al Sevilla por delante con apenas 20 minutos por jugar.

Sampaoli agota los cambios y el Sevilla no termina de amenazar a la contra mientras mantiene sus dudas al sacar el balón. Con el Madrid ni siquiera volcado, una simple incorporación de Sergio Ramos encuentra al Sevilla descolocado y mirando el balón. Cuatro defensas para dos rematadores y apenas Pareja con Benzema. Ramos sólo tiene que empujarla cuando el partido muere y al Sevilla se le hace de noche casi definitivamente.

Es empezar una prórroga con la que nadie contaba y quedarse con 10 el Sevilla por doble amarilla a Kolo. Eso y el tremendo desgaste físico (Parera o Kiyotake presentaban las molestias más visibles) dejan los penaltis como opción más razonable, pero el Madrid aprieta y tiene más opciones que en todo el tiempo anterior, con dos de James clarísimas y un gol anulado a Ramos ciertamente discutible.

El Sevilla decide morir de pie, como siempre, y lo aguanta todo. Balones por alto, paredes e incorporaciones, pero no logra tapar una cabalgada de uno de los pocos que reservó fuelle, Carvajal se coló como quiso y batió con el exterior a Rico. Minuto 118 y medio. Crueldad total. Merecimientos relativos. Pero el Madrid es el Madrid y no se le puede dejar escapar vivo. Y el Sevilla, como hizo contra el Barcelona en Georgia, le dio el resquicio mínimo para reventar sus ilusiones. De nuevo.

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