Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
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La segunda vuelta del Betis comienza este mediodía en las faldas de Sierra Nevada. El Granada, un rival con el que ya vivió aquí a inicios de campaña una eliminatoria copera, es el primer invitado a la que debería ser mesa verdiblanca por el anhelado ascenso de categoría.
El Betis se ha venido al otro extremo de la ciudad con la tranquilidad que le otorga el fallo de la Audiencia de la semana pasada, que ha aclarado el panorama social y que ya apenas precisa del refrendo deportivo. Por supuesto que nada que achacar en este apartado a Pepe Mel y su gente, pero en todas las conciencias subyace que lo conseguido a la fecha no vale para nada. Bueno, para nada no, pero la amenaza de Celta y Rayo es tan acuciante que cualquiera se duerme con 21 partidos aún por delante.
No puede descuidarse por tanto este Betis que por primera vez parte con la ventaja de que sea el adversario el que ha jugado un partido entre semana. Aún con algunas secuelas de su brillante paso por la Copa del Rey, es el Granada, que jugó un partido aplazado de Liga el miércoles en Santa Cruz de Tenerife, el que en los picos de ritmo del partido más debiera acusar la fatiga que lleva adherida la competición.
Con el empate frente al once de Tapia han asido los hombres de Fabri una plaza, la sexta, que no quieren dejar porque les aseguraría el único objetivo que les queda al alcance, la promoción, toda vez que la distancia con la cabeza asciende a 15 puntos si se fija en el Betis e incluso 12 con los perseguidores de éste. Pero la Liga es larga y tampoco es que los rojiblancos descarten nada de pleno, que por algo Mel se ha mostrado reticente a la cesión de Juande antes de la disputa de este pleito.
Si la diferencia en puntos es amplia, en el juego no lo es tanto, y menos con el equipo de la Alhambra como local. El Nuevo Los Cármenes es el tercer feudo de la categoría, tan sólo por detrás de Heliópolis y Vallecas, y sólo el Valladolid ha logrado salir de aquí con los tres puntos. Lo hizo, además, en la primera comparecencia de los hombres de Fabri en su estadio, cuando por la lógica de los recién ascendidos aún no le habían tomado el pulso a la categoría. Cuatro puntos más, en sendos empates, han volado de un sitio donde el Betis ya las pasara canutas y necesitase hasta de penaltis para seguir adelante en la Copa (2-2) tras apelar antes Mel a Emana y Rubén Castro ante la amenaza de la eliminación.
Pero hoy es otra cosa. Ni el ambiente tendrá nada que ver con aquel semidesangelado de la noche copera. A las once se abrieron las taquillas y enseguida se agotaron las escasas entradas que habían liberado los socios. Ambiente verdiblanco ya por las calles de Granada y hoy habrán unos dos millares de béticos para alentar a un equipo que ha tropezado en sus dos últimas salidas, a Huesca y Villarreal.
Históricamente no es Granada una buena plaza. En los distintos estadios de la ciudad nazarí, el Betis sólo ha ganado en Liga en tres de sus 15 visitas y la última victoria data de hace medio siglo. En la temporada 60-61 ganó el Betis por 1-2, pero casi se recuerda más su última visita, saldada con una derrota por 1-0 en el último partido de la primera vuelta, campaña 78-79. Paradójicamente, en el que cerró aquella Liga logró el Betis un ascenso agónico gracias a un 2-1 en Heliópolis con goles de Benítez y Hugo Cabezas en la portería de Gol Sur. Gordillo, en su tercera temporada como jugador del primer equipo, lograba un ascenso que en cinco meses espera repetir, quién sabe si aún como presidente.
Es la historia de un enfrentamiento que, en este caso, también se adoba de muchos condicionantes. Fabri sólo pierde el bullicioso Orellana, expulsado el miércoles en Canarias y que obligó a su equipo a un esfuerzo extra, mientras que Mel ha comenzado a recuperar a los caídos en los distintos combates coperos. La sangría ha finalizado y Dorado e incluso Iriney, superados los problemas en un tobillo que lo tiene renqueante en los últimos días, se apuntaron a la lista. No llegó a tiempo Miki Roqué, pero el panorama es mejor que el de hace una semana y los ocho días entre un partido y otro han sido balsámicos para el técnico madrileño.
Así, sólo Emana y Miguel Lopes se echan de menos para una dura batalla en la que el Granada tratará de vengar el oneroso 4-1 de la primera vuelta y la eliminación copera. Superada la inexperiencia, el equipo de Fabri pretende casi lo mismo que el Betis, el balón, y no tiene por qué venirle mal esta idea a los verdiblancos. Beñat y Salva Sevilla son buenos lanzadores, Arzu e Iriney los escoltarán, y Rubén Castro deben aprovechar su velocidad para hacer estragos. Jorge Molina también demostró en el Camp Nou que es muy válido para estos partidos de ida y vuelta y en la mayor resistencia bética debe estar el arma para decantar el pleito, más allá de saber cómo funcionará este asimétrico 4-4-2 que es la mejor forma de que jueguen los que hoy son los once mejores.
Tampoco es mal día para que el Betis recupere algunas de sus virtudes perdidas en los últimos tiempos, como la de comenzar fuerte los dos tiempos. Una ventaja en el marcador, siempre interesante, se antojaría casi decisiva ante un rival que, en caso contrario, se crecerá al amparo del calor de la grada y de sentirse frente al Betis lo grande que no pudo en los dos partidos anteriores por esa inmadurez fruto por igual de la edad de su gente y de un equipo novel en la categoría. Hoy será otra cosa. Ambos empiezan de nuevo.
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