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Cuando las finales son asuntos propios

  • La ya habitual presencia del Sevilla en las últimas citas del mes de mayo obliga a los suyos a hacer malabares laborales y familiares para no dejarlo solo.

 Diez años de finales dan para muchas peripecias a la hora de plantear la logística para realizar los viajes, incluidos los numerosos inconvenientes laborales, estudiantiles y hasta familiares. Pero eso no es óbice para que 27.000 sevillistas, si se suman los que tienen entradas para Basilea y Madrid, aunque muchos de ellos coincidirán, estén metidos de lleno en el ajetreo de recorrer un montón de kilómetros para acompañar a su equipo en pos de volver a alzar algún título.

Son momentos complicados en las vísperas. Tanto que el pópulo a la hora de establecer las chanzas propias de la ciudad bromea con que cuando alguien va a una entrevista de trabajo la primera pregunta ya es la siguiente: "¿Es usted sevillista? Perdone la intromisión en su vida personal, pero es para asegurarnos de cuántos días de asuntos propios va a necesitar cada vez que llegue el mes de mayo". 

 

No ha necesitado superar una entrevista de trabajo nuestro primer protagonista, pues Santiago Martín Jiménez ingresó en el Ejército de Tierra hace ya 18 años y actualmente ostenta el rango de capitán, pero sí le ha tenido que pedir a sus superiores en numerosas ocasiones esos días de permiso. "En la primera final de Eindhoven pedí un día que me correspondía y mi jefe miró el calendario. Me dijo sin preguntar para qué era sabiéndolo ya y de inmediato un 'vale, pero mañana a primera hora aquí'. No vea cómo las pasé para volver de Eindhoven en la misma noche con la que se formó en el aeropuerto".

 

Abonado número 14.923 a sus 40, Santi sólo se ha perdido en directo la final de Turín y algunas supercopas de verano. Está acostumbrado a viajar, y mucho, pues no sólo ha viajado a todos los partidos de la Champions esta temporada y también a algunos de la Liga Europa, también debe venir a Sevilla cada dos semanas desde Segovia, donde está destinado en sus labores profesionales en el Ejército. "La familia lo acepta porque desde los cuatro años tengo este sentimiento hacia el Sevilla y saben que no hacerlo supondría no ser feliz. Tengo dos hijos, uno de seis años ya estuvo en Villarreal en aquellos octavos de la UEFA y por él quisiera ya venir a todos los desplazamientos. Es verdad que son días que pierdes de no poder estar con la familia, pero el futuro ya está garantizado con el niño, el día del Zenit me preguntaba ¿papá, vamos a ir a San Petersburgo?", bromea.

 

Menos inconvenientes en el plano familiar tiene May Muñoz Díaz, abonada número 2.448 y una fija ya en estos menesteres de los viajes. "Yo soy soltera, tan sólo tengo que negociar con mis padres y el perro. Ese problema no lo tengo", espeta con una carcajada esta directora de la Universidad Popular y pedagoga que da clases de educación social en la Universidad Pablo de Olavide. "Llevo 10 años como profesora en la Olavide y lo compagino con otro trabajo, ya que soy asociada. Así que imagina lo que es tener que compatibilizar dos trabajos para pedir días o llevarlo todo en su momento. En los meses de finales tienes que hacer un esfuerzo extra para adelantar trabajo y poder irte con tranquilidad", reconoce a la hora de valorar sus dificultades para los desplazamientos con el Sevilla.

 

Trini González Leal también da clases, es profesora y socia propietaria de la academia @probados. Natural de Brenes, a sus 33 años su número de abonado es 42.291 ("perdí la antigüedad al dejar de sacar el carné durante algunos años"), en su caso debe negociar con el otro empresario. "Yo soy autónoma y tengo un poco menos de problemas en ese sentido. Es verdad que trabajo en una sociedad y que mi socio no es del mismo club de fútbol", comenta con una sonrisa para añadir: "No le hace mucha gracia pero nunca me lo ha prohibido" .

 

Más inconvenientes a superar cada vez que hay una final se encuentra Julio Rebollo Vilches, el abonado 12.319 del Sevilla Fútbol Club. Su trabajo requiere de cierta habilidad en la negociación, pues ejerce su labor en el centro de Hipercor en San Juan de Aznalfarache. Con 38 años, sin embargo, no tiene ni la más mínima queja de sus superiores en este sentido. "Trabajo en El Corte Inglés y hay gente que me ha podido suplir, también he tenido que llorar cariñosamente al jefe, que encima es tela de bético y cada vez que le pido días para el Sevilla me dice que no, pero acaba al final diciéndome que sí". ¿Cómo se plantea la negociación? "Con horas que me deben de montar rebajas e inventarios, ahí voy tirando como puedo para poder seguir al Sevilla. Hay que hablar y convencerlo y un poco de pelota por lo menos tres veces en cada final de UEFA que encima es en día laborable y se necesitan dos días...", comenta Julio con agradecimiento siempre hacia un superior que le facilita bastante las cosas.

 

José Antonio Delgado Albarreal es un ingeniero que trabaja para la Fundación de Investigación de la Universidad de Sevilla (FIUS). Con apenas 35 años, es el abonado 5.284 y en su caso ha tenido más fortuna para poder compatibilizar las finales y el trabajo. "He tenido la suerte de trabajar en sitios muy flexibles con el tema de las vacaciones, así que he podido coger días sueltos sin problemas". Sí ha sido más complicado el tema familiar después de que el Sevilla se clasificara para la final de la Copa del Rey. "Tenía entradas para un concierto en Barcelona de Queen el mismo día 22 y le hacía especial ilusión a mi pareja. He tenido que convencerla de que no podía dejar de ir a la final, vender las entradas al concierto y organizar las vacaciones de verano para verlo en Padua, Italia", apunta como un éxito en su habilidad negociadora en el ámbito familiar. 

 

A Basilea se marchará el mismo día en uno de los chárters del club, igual que Julio. May, experta viajera, hace Sevilla-Madrid el martes al mediodía, después Madrid- Ginebra. "Haremos noche en Ginebra y por la mañana en coche para Basilea, vuelta el jueves a las 7 de la mañana para Madrid y ya me quedo para la final del domingo", apunta sobre su largo periplo. También Trini hará parada en Ginebra, aunque ella se vuelve el jueves para Sevilla, "para trabajar", y el sábado volverá a partir hacia Madrid. Parecida es la hoja de ruta de Santi, con la diferencia de que "tengo que volver pronto desde Ginebra. A las 11 tengo que estar en Segovia al pie del cañón".

 

El nombre de Alejandro Rodríguez tal vez no le suene mucho a los sevillistas, pero lo sería mucho más por su relación filial. Es el hijo del director deportivo, Monchi, y un habitual en casi todos los viajes del primer equipo, aunque sólo a Lviv -"porque era imposible hacerlo de otro modo y por estar con mis padres"- se montó en el avión fletado por el club. Su desplazamiento a Basilea es diferente y siempre buscando los mejores precios. "Nos vamos unos 20 de nuestra peña (Vengo a Verte) a  Milán, dormimos en un pueblo a las afueras cerca de la autopista para el mismo miércoles temprano salir con el coche para Basilea. Hay unas tres horas y media por carretera. Para la vuelta nos dividimos, unos van directos a Milán para coger el avión a las siete de la mañana y otros hacemos noche en un pueblo de Suiza para luego ir en coche a Milán a la mañana siguiente y coger el avión a Madrid por la tarde".

 

Ale, próximo a cumplir los 23 años, finaliza este verano sus estudios de Derecho, Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en la universidad Icade de Madrid. Sus dificultades para viajar han sido también numerosas, aunque no se ha perdido ni uno. "He tenido que engañar a los profesores de la universidad y convencer a mis padres. Siempre es una odisea buscar la excusa perfecta para que no influya en los estudios y a la vez convencer a mis padres de que verdaderamente no va a influir. Es imposible engañar tantas veces a los profesores y los compañeros tampoco contribuyen. Me aplauden cuando vuelvo a clase después de estar un tiempo fuera", considera este hincha furibundo del Sevilla.

 

¿Qué esperan del partido contra el Liverpool? Siguiendo el orden inverso, Ale Monchi, como se lo conoce, da su primer apunte sin meterse en cuestiones técnicas: "Ojalá nos traigamos la quinta, ilusión no nos falta". José Antonio Delgado va un poco más allá a la hora de establecer su pronóstico: "Tengo cierta confianza en Basilea, creo que con intensidad somos mejores que el Liverpool". También es optimista Santi, quien apunta que lo ve, "como siempre en el fútbol y en mi vida, con el positivismo de ganar (0-1, gol de Gameiro) y con emoción y las ganas que pueda tener un niño de cinco años". "Confío en que el Sevilla, que sabe jugar muy bien estos partidos de mucha presión, la saque adelante. Aunque creo que a priori puede ser la final más complicada de todas", estima Julio Rebollo, mientras que Trini González pone la guinda con su optimismo: "Los ingleses tendrán que estar pensando que se enfrentan a un equipo que puede hacer historia. Y la va a hacer. Acaba de llamarme mi padre diciéndome Liverpool, 0; Sevilla, 2. Verídico. ¡Ahí está reflejada la ilusión!". Es el sentimiento común de Trini y de los 7.000 sevillistas que sortearán dificultades de todo tipo para plantarse hoy en Basilea. La gloria está en juego para su equipo. 

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