Athletic - Sevilla · el otro partido

Un jarro de helado realismo

  • El Sevilla evidencia que aún es un equipo en construcción al no aprovechar la ocasión de reforzar el proyecto con un liderato que apuntaba a espejismo.

El Sevilla recibió un jarro de helado realismo en San Mamés. El sevillismo, no tanto, porque lleva inherente a su carácter ese punto de incredulidad labrado a base de frustraciones como la de Bilbao. Más de uno, y de dos, estaba convencido de que su equipo fallaría. Y así fue. Por un factor o por otro. Por el pésimo estado de forma de Bacca o por la precipitación de Emery al disponer de Vitolo en lugar de Reyes. Porque Mbia no iba a tener el diíta o porque el escenario y el carácter que imprimen las calzonas y las medias negras que lucían Mikel Rico e Iturraspe iba a ir echando del partido a un novel como Denis Suárez. Aun así, la esperanza aguijoneó a los sevillistas y sonó fuerte el himno del Sevilla en este escenario de enjundia. Pero al final, el fútbol impuso su lógica.

La lógica del fútbol tiene muchos matices. Por ejemplo, en el caso de Bacca, hay una clara dicotomía. Por un lado, es el máximo goleador del Sevilla y el delantero titular indiscutible, ya que Gameiro no ha podido darle el relevo hasta ahora por su lesión de rodilla. Por otro lado, precisamente por ese cúmulo de partidos, Bacca no se encuentra en su mejor momento de forma, aspecto que lleva evidenciando desde hace varios partidos y que ya condicionó muchísimo el juego del equipo ante el Villarreal. ¿Qué debe hacer un entrenador en este caso? ¿Sentar en el banquillo a su máximo goleador y delantero de referencia? ¿Darle prioridad a la norma no escrita que dicta que deben jugar siempre los mejores o a la que dicta que deben salir como titulares los que están en el mejor estado?

La respuesta a estas preguntas se plasmó en el partido de ayer. Jugó Bacca, cómo no, y su equipo lo buscó una y otra vez sin encontrarlo nunca. Cada balón al delantero del Sevilla era un regalo que agradecían los centrales o los mediocampistas del Athletic. Hasta que Emery decidió quitarlo para darle su sitio a Iago Aspas.

Otra de (i)lógica de fútbol. El gallego está evidenciando que tiene ese estado de forma que otros compañeros de ataque echan de menos. ¿Por qué no juega más Iago Aspas en un equipo que está teniendo problemas en los últimos partidos de Liga para concretar las llegadas al área? Y, si juega, ¿por qué lo hace desde el perfil diestro cuando su pierna buena es la izquierda como pasó en Bilbao? Quizá la respuesta es que en el Sevilla campeón de la Liga Europa, el Sevilla de los 42 goles de Bacca y Gameiro, hay unos galones y es comprensible que éstos los luzcan sus dos delanteros titulares.

Más de lógica del fútbol. Deulofeu es uno de los jugadores con más desborde (potencial) de la Liga. ¿Por qué no fue uno de los cambios? ¿Quizá no tiene físico suficiente para el cuerpo a cuerpo con los chicarrones del norte? ¿O es que sería absurdo sacar a un extremo para que realice centros en un equipo con delanteros bajitos? Emery quemó sus naves al descanso y le dio por fin la batuta a Banega, un futbolista que quiere, y debe, tener más protagonismo en este Sevilla. Mientras tanto, mientras Emery sigue construyendo su nuevo equipo, el Sevilla recibió una lección de humildad para no contravenir las normas del fútbol. Porque, a toro pasado, ¿no es más lógico ver al Sevilla quinto que primero en esta Liga tan desigual?

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