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El orgullo por bandera (77-72)

  • El Cajasol cae con las botas puestas ante el favorito, al que asustó en la primera parte y en el achuchón final. El grupo de Plaza se despide demostrando que se puede pelear con el Barcelona

A corazón, ganas, deseos, lucha, defensa y sueños pocos les ganan a este Cajasol. Se va ya de Bilbao, pero deja una sensación magnífica de escuadra competidora, capaz de amargarle la vida a una docena de estrellas del Barcelona y, sobre todo, abre el camino al resto de contendientes para que vean que los catalanes no son infranqueables, aunque casi. El favorito al título peleó con uñas y dientes ante los sevillanos, que de convidado de piedra nada: pétrea roca, más bien.

Un periodista de Vitoria se la había jugado. "He apostado 20 euros al Cajasol, que está 12 a 1 en las apuestas". No estaba mal tirado. Plaza y su equipo, equipo más que nunca, llevaban toda la semana concienciados en este partido: el mejor de Europa contra un buen bloque, pero humano. Casi nadie creía que pudiera competir siquiera el primer cuarto, que las embestidas de los azulgrana, que sólo se han quedado tres veces sin levantar los brazos esta campaña, hundirían el sueño sureño en un pispás.

¡Ja! Lo pasó mal el Barça. Peor que mal. Echó mano Pascual de Navarro en el inicio y, tranquilo, sin prisas, el Cajasol ni se inmutó. Quizás un poco cuando un triple de Ellis no dio ni en el aro. Sólo ahí en ese trepidante arranque con cuatro quintas partes del Bizkaia Arena a favor de los sevillanos.

Anotó Triguero los dos primeros puntos, luego Ellis enmendó su error y en algo más de un minuto acertaron con otros dos triples Savanovic y Kirksay. El Cajasol se ganó entonces el respeto del Barcelona, que sudó tinta china para desactivar el juego planteado por Plaza, moviendo mucho el banquillo y cambiando los pares en bastantes bloqueos directos de los azulgrana en ataque, contando con la baza de la velocidad de un cinco como Triguero y de dos cuatros activos como Savanovic y Radenovic.

Kirksay, siempre él, tocaba cada balón que pasaba a su vera y la afición en el BEC se frotaba los ojos: el Cajasol ganaba por ocho en el último minuto del primer cuarto, menguada la distancia a cuatro con un alley oop sobre la bocina de Morris.

En el siguiente episodio, Douglas, participativo y efectivo, logró un dos más uno para seguir impulsando la hombrada, la hazaña. Calloway, comprometido, desesperó a Ricky aunque con Lakovic le fue peor y un triple de éste abrió un parcial de 0-7 que igualó la contienda a 29.

El Cajasol, este Cajasol, esta roca que lleva por bandera el orgullo, siguió trabajando a su ritmo, sin arritmias, para mantener el pulso a los catalanes al descanso: 37 iguales. Un sueño a estas alturas.

Había que seguir con ese espíritu, incansable corazón, en el segundo tiempo. Triple de Ricky, respuesta de Kirksay, el mejor de los gladiadores cajistas. Pero el Barcelona todo lo puede esta temporada y un arreón, después de una canasta de tres de Mickeal y dos mates en palmeos de Lorbek y Morris (53-45), debió ser la entrega del partido de los sevillanos. No, no. A Pascual le quedaban sustos por pasar.

Fue cayendo por 12 el Cajasol (59-47) en el minuto del acto, pero la zona 2-3, muy móvil, rápida, con presión de lado a lado, le amargó el tiro a los barcelonistas. Comenzó el cuarto 10 abajo el equipo de Plaza, ocho cuando Radenovic acertó y seis cuando repitió la misma operación. Douglas, ante el bullicio de una grada que siempre va con el pequeño, recortó a cuatro con dos tiros libres y Radenovic recuperó el protagonismo desde el tiro libre y un triple en el minuto 35 que le hizo hervir la sangre al técnico azulgrana (63-62).

Jugó la bola para ponerse por arriba Savanovic, pero cometió falta en ataque al cargar en el rebote tras un triple marrado por Calloway. Duró un par de minutos más este feroz Cajasol hasta que la zona de Plaza fue reventada por un triple limpio, no tocó siquiera la red, de Juan Carlos Navarro. El internacional español había tenido una actuación sombría, llevaba 8 puntos ahí, pero acertó con el puñal al apuntar al corazón sevillano.

Triguero llevaba mucho en el banquillo y Plaza prefirió que los dos serbios del Cajasol compartieran cancha. Con ellos y con Douglas llegó la reacción, pero ese casi pronunciado por muchos cajistas cuando parecía que se robaba una bola y caía en las manos de Vázquez o faltaba un pelo para que entrara una canasta que se salía fuera, resultó un detalle impepinable para que el Barcelona, ese equipo que tenía que haber arrollado al Cajasol, tuviera que componérselas de mil formas para desarticular el entramado de Plaza y sus chicos. Un 10 y un brindis por ellos.

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