Cuando se pide jugar y no rotar
El otro partido
Mark González se suma a la festividad de la Mercè y el aniversario del Camp Nou
Cuando finalizó el derbi, Paco Chaparro tenía prácticamente decidido realizar cuatro o cinco cambios para enfrentarse al Barcelona. Tras dos entrenamientos y un diálogo directo con sus jugadores de ataque, el trianero le dio un giro a su idea primigenia y optó por colocar su once base. Y el resultado fue nulo. ¿El motivo? La desidia mostrada por algunos de sus jugadores, en especial esa línea de ataque que rompió al equipo por completo.
Cuarenta minutos tardó Chaparro en aburrirse de Mark González, al que veía pasear prácticamente a su lado, observando como un espectador privilegiado la matrícula de Daniel, Messi, Eto'o o cualquiera que acudiera al agujero que se creó en la zona izquierda de la defensa bética. El chileno pidió expresamente participar en el partido, al asegurar que se encontraba en perfectas condiciones. Pero se olvidó de añadir que sólo pensaba jugar en el mediocampo del Barcelona y nunca arrimar el hombro junto a Fernando Vega, que no se bastó para frenar la avalancha azulgrana.
Barcelona estaba de fiesta. 24 de septiembre, festividad de la Mercè y aniversario del Camp Nou, dos efemérides que engalanaron la ciudad y los alrededores del coliseo azulgrana durante la previa del encuentro. Y parece que Mark González quiso contribuir regalando toda la banda. Después del polémico inicio de campeonato del chileno, por aquella lesión que le impidió estrenarse en la Liga ante el Recreativo pero no jugar con su selección en doble jornada días después, ahora se le suma una nueva afrenta a su entrenador, el mismo que siempre le ha mostrado su confianza.
La misión de Chaparro no es sencilla, pero él conoce mejor que nadie a sus jugadores, como él mismo se encargó de matizar en la previa. Y la historia de Mark González comienza a repetirse con demasiada asiduidad. La aportación del chileno ante el Barcelona recordó a la del derbi de la temporada pasada, cuando también se confió en su velocidad para aguantar a Daniel y acabó sin poder con el brasileño.
Pero no sólo Mark apareció superado por los acontecimientos. Emana volvió a mezclar luces y sombras, algo que ya empieza a sembrar dudas sobre su rendimiento. El camerunés pareció más preocupado en lucirse de cara a la galería, que en aprovechar su ventaja física.
El diván de Chaparro vuelve a tener trabajo. El trianero necesita recuperar la mejor versión tanto de Mark como de Emana y que el compromiso de ambos con el colectivo sea muy superior a lo ofrecido en el Camp Nou. No se puede dar un paso al frente en la charla, para luego olvidarse de que al fútbol también se defiende.
El Betis sí mostró solvencia cuando el equipo tuvo actitud. Lo mínimo que se le exige a un conjunto que salta al Camp Nou. Incluso si Daudén Ibáñez hubiera señalado como penalti el derribo de Cáceres sobre Sergio García, la historia podría ser distinta. Aunque con Mark González y Emana empeñados en sumarse a la fiesta de Barcelona, poco se podía hacer. Ahora le toca a Chaparro revertir la situación.
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