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El presente pide respeto

  • Test El Sevilla de Medel y Rakitic, el Sevilla de Manzano, se resiste a pensar en el futuro y promete guerra en un tramo final de Liga en el que no le pierde ojo a la cuarta plaza Cita clave El primer paso es aprovechar la pésima racha de los de Caparrós

Siempre que se hace de noche amanece al siguiente día y se ven las cosas de distinta manera. Ésta es una forma de pensar de la condición humana que se aplica cuando algo no sale según lo previsto o cuando se sufre una decepción importante. Puede decirse que el Sevilla está ya en la mañana del día después, que esas primeras horas de la siguiente jornada han motivado una sonrisa y que el resto del día lo afronta con ganas, con ilusión y con deseos de hacer algo bueno. La decepción, la llegada de la noche, fue la eliminación en Oporto de la segunda competición que le quedaba al equipo de Gregorio Manzano después de caer en la Copa; el nuevo día, el 3-0 ante el Sporting y el efecto reparador que ese último triunfo en la Liga debe tener para un equipo que -hay que decirlo- ahora está haciendo las cosas bien.

Hasta la noche con los de Preciado la suerte se había empeñado en volverle la espalda a la cuadrilla de Manzano, que a partir de ahora va a necesitar esa chispita de fortuna que no apareció ni en Riazor, ni en Santander, ni en el Calderón ni por supuesto en Oporto. Ahora el Sevilla ha demostrado ser otro bien distinto a aquel equipo que deambulaba por la categoría abriéndole los brazos de su defensa al primero que pasaba por allí. El equipo de Manzano sigue recibiendo goles en ocasiones puntuales, pero ha logrado cambiar la dinámica en muchos aspectos gracias a los refuerzos que han llegado en el mes de enero, que no han sido dos, sino cuatro o hasta cinco.

No se sabe si la mejoría va a dar para llegar a la Champions o si sólo se va a quedar en la Liga Europa, un objetivo que sí es de obligado cumplimiento. Difícil está desde luego, pero por intentarlo no debe quedar y el duelo de hoy tomar el cariz de un test prácticamente eliminatorio. Ganar en San Mamés permitirá seguir vivo, pero perder es condenarse a luchar por los puestos del quinto al séptimo. Y en el tope de ese segmento se encuentra el Athletic de Caparrós, ese técnico que hace unas semanas dio tanto que hablar por Nervión y que ahora se afana en sacar a su equipo del bache en que lleva cuatro jornadas atascado. Lo que son las cosas. A las siete van a medir las fuerzas dos equipos en direcciones opuestas. La crisis, entre comillas, está ahora en el lado de los leones, nadie habla ya en Sevilla de la vuelta de Caparrós y los nombres de Medel y Rakitic son la esperanza de ese mismo aficionado que hace tres semanas lo veía todo negro y junto con el del utrerano apuntaba en un trozo de papel una lista de nombres en lo que iba a ser su plantilla imaginaria para la próxima temporada.

Pero el Sevilla de ahora, el Sevilla todavía de Manzano, se resiste a quedarse impasible ante ello. Se resiste a quedar en el olvido, en el limbo de una temporada insulsa sin ilusiones clasificatorias. Con el sosiego que le caracteriza y que es malo para unas cosas y bueno para otras, el jiennense ha sabido capear el temporal y se dispone a coger carrerilla y ver después hasta dónde es capaz de llegar con este nuevo Sevilla que hace la pretemporada en plena competición. Para empezar, la sexta plaza la ocupa precisamente el rival de hoy, un Athletic cuya fiereza se ha quedado en nada en las últimas cuatro jornadas con la facilidad con que en Sevilla se dicen las cosas cuando se trata de fútbol. Al equipo de Caparrós se le ha ido la fuerza pero así... literalmente. No es la primera vez que le pasa a un equipo entrenado por el utrerano. Siempre es el primero en empezar en verano, siempre exige la intensidad máxima desde el primer momento... El caso es que el bajón físico de un equipo de fútbol canta en una serie de cuestiones y una de ellas es el comportamiento en las segundas partes. Ante el Valencia no fue capaz de sostener el ritmo y en Zaragoza se adelantó en el marcador para acabar perdiendo tras el descanso.

Por eso el Sevilla necesita hoy apretar los dientes y armarse de paciencia cuando ruja San Mamés, escenario que no las tiene todas consigo cuando se trata del equipo nervionense el que está enfrente. La exhibición blanca la temporada pasada en La Catedral (0-4) aún escuece en este rincón oriental del Cantábrico, donde coincidió allá por septiembre el mejor Sevilla de Jiménez, que sumó hasta siete victorias seguidas, algunas de ellas redondas como la que logró aquí, en casa ante el Madrid (2-0) y en Glasgow ante el Rangers (1-4).

Manzano puede repetir alineación por segunda vez en lo que va de temporada, síntoma de que por una vez hay fe en lo que se está haciendo. El resto ya va a ser cosa de Negredo, que guarda un gran recuerdo de ese referido 0-4; de Fazio, que por fin se asienta como referente; de Medel y Rakitic, paradigmas de la adaptación; de Luis Fabiano, más comprometido al 100 que al 35%; de Perotti, picado con las críticas y principal duda del once; de Jesús Navas; de Kanoute, que siempre le marca al Athletic... Es el Sevilla del presente, que pide respeto y que se resiste a que le construyan el futuro antes de tiempo.

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