El riesgo de otro caso Jiménez

Los dos primeros traspiés seguidos reavivan al sector más crítico con Emery. Un título europeo, el gran inicio liguero y su imagen de trabajador, armas para su defensa.

El riesgo de otro caso Jiménez
El riesgo de otro caso Jiménez
Eduardo Florido / Sevilla

13 de noviembre 2014 - 05:02

El ex presidente José María del Nido llegó a calificarlo como un "problema sociológico". En el entorno del Sevilla comentaban abiertamente que la mejor solución para el equipo, para el club, era destituir al entrenador, por mucho que obtuviera buenos resultados, ya que cualquier día iba a haber una desgracia en la grada por las arduas discusiones que se producían durante los partidos. Fue un caso único, el de Manolo Jiménez, el último hombre en clasificar tercero al Sevilla, para meterlo de forma directa en la Champions. Del Nido zanjó el caso Jiménez con una destitución fulminante tras un empate en Nervión ante el colista Xerez. El gol de Leandro en el minuto 91 fue la tijera que cortó el invisible hilo que suspendía la espada de Damocles sobre la cabeza del entrenador desde mucho antes. En aquel momento, el Sevilla era quinto, estaba a sólo dos puntos de la Champions, y era finalista de la Copa del Rey tras haber eliminado al Barcelona de Guardiola.

La distancia es sideral con la situación actual del Sevilla. Ahora mismo hay una paz institucional importante de la mano de la dirección flexible y colegiada de José Castro. El sevillismo, tras varios años de frustraciones y dos sin estar en Europa, ha calmado el ansia de su exigencia con el tercer título europeo, y gran parte está con Unai Emery. Sin embargo, éste tiene muchos detractores que, al primer traspié, han abierto la caja de Pandora de las críticas. Y eso que acaba de firmar el mejor arranque liguero de la historia, hasta la novena jornada, y se mantiene en los puestos europeos: está en el margen de los objetivos marcados.

Desde la llegada del entrenador vasco, un sector del sevillismo le ha afeado distintos aspectos. El sambenito de que es un entrenador conservador no logró quitárselo ni con su arriesgada apuesta de disponer un centro del campo con Mbia y Rakitic que casi le cuesta el puesto el curso pasado. Sólo la presión externa y la contumacia de los resultados en contra hicieron rectificar al técnico sevillista a tiempo, en Cornellà, para rearmar al equipo con dos medios centro defensivos, esqueleto que no ha variado apenas desde entonces, y con el que logró el quinto puesto y la Liga Europa, salvo contados partidos, como el domingo pasado ante el Levante, día en el que no contaba con Mbia ni con Iborra.

Otro sambenito que no ha logrado sacudirse Emery, a pesar de que ha ganado un título europeo, es el de que falla en los partidos clave. Antes de levantar el trofeo en Turín, al entrenador de Fuenterrabía se le achacaba que en Valencia jamás había sacado adelante eliminatorias importantes, lo que le había impedido lograr un título en Mestalla con buenas plantillas, y que sólo rendía en la Liga, con tres clasificaciones para la Champions. Ahora se le achaca que no sabe jugarles a equipos iguales, o que simplemente se arruga ante citas de enjundia. Esta crítica comenzó a tomar fuerza tras la derrotas en la Supercopa de Europa ante el Real Madrid y cobró auge tras el borrón gordo del Vicente Calderón y la derrota por la mínima en San Mamés.

Por último, el sambenito de que no lee bien los partidos ni los cambios se ha reactivado tras el empate ante el Levante. Para que al paralelismo con Jiménez no le falte un perejil, hay quien le pone faltas a sus largas y enrevesadas ruedas de prensa. El de Arahal incluso requirió asesoramiento externo para su trato con la prensa: tal cariz había tomado el enconamiento...

Emery parecía haber acallado las críticas y apaciguado a los escépticos después de la gloria europea, con noches épicas y tocadas por necesarias dosis de fortuna como en Mestalla o la final, pero también con remontadas memorables de juego y solidez como las del Villamarín o el Oporto. También hizo girar las críticas cuando zanjó el mal que aquejaba al Sevilla a domicilio, pues antes cualquier rival tumbaba a un equipo pusilánime aun plagado de estrellas. Y es obvio que ha solidificado al Sevilla, pese a dos revoluciones de la plantilla, y lo tiene arriba. Pero el riesgo de que haya un nuevo caso Jiménez, con su pernicioso contagio para el equipo, está ahí, latente.

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