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El sentido lúdico de la defensa

  • El Cajasol regresa a la élite de los ocho mejores gracias al trabajo fraguado en la retaguardia desde la llegada de Plaza

"El baloncesto es un juego de porcentajes y la manera de ganar un partido es que el equipo contrario haga malos porcentajes". La frase corresponde a Herb Brown, ex técnico del Baskonia y del Joventut. Chorros de tinta se han gastado en escribir acerca de la defensa en el baloncesto, de cómo conseguir que la fortaleza en la retaguardia haga crecer al equipo. Joan Plaza, como muchos entrenadores, concibe este deporte ahondando en la parcela defensiva, más aún si la plantilla que maneja no contiene el talento ofensivo de las de primer nivel.

La labor de convencimiento para que los jugadores crean que el esfuerzo trae premio parte del entrenador. Joan Plaza y sus ayudantes, Zan Tabak y Diego Ocampo, han cacareado este axioma desde que a finales de agosto iniciaron el nuevo proyecto de un Cajasol que navegaba a la deriva, en plena zozobra, en las últimas temporadas, viéndole las orejas al lobo, flirteando con el descenso que sin duda habría repercutido muy negativamente en el club.

Subrayar a los jugadores que hay que correr más si cabe hacia atrás que a la canasta contraria y que en los ataques estáticos del rival la concentración y las ayudas deben ser premisas básicas en la defensa propia son dos de los principios fundamentales de los técnicos cajistas, que incidieron y siguen insistiendo en estas bases para alcanzar el éxito.

El primer reto, pese al horroroso comienzo liguero de tres derrotas consecutivas, no era culminar la primera vuelta con los mejores y acudir a la Copa del Rey, sino pergeñar un bloque sólido, rocoso, serio, disciplinado y, sobre todo, competitivo. Llovieron los problemas con la pareja Asselin-Ager y nadie se descompuso. Con la rectitud estajanovista como filón, encadenó varias victorias seguidas el equipo sevillano, se lo fue creyendo y la inercia propició incluso que en partidos con mala pinta, como los caseros contra Alicante y Manresa o el foráneo en San Sebastián, saliera cara en la moneda y no la cruz que perseguía al equipo hasta hace poco.

Es el sentido lúdico del trabajo, la alegría de comprobar que defendiendo con orden e intensidad, la posibilidades de derrotar al adversario se incrementan en un altísimo porcentaje. A ese punto ha llegado Plaza y su grupo, teniendo en cuenta que no dispone de un escuadrón de especialistas defensivos a sus órdenes, sino que algunos más bien habían sido criticados continuamente por su falta de implicación en esta labor tan necesaria como a veces ingrata. Pero ese desaliento se convierte en sonrisa cuando se comprueba que el Cajasol aparece segundo de la ACB en puntos recibidos después de 22 jornadas, con poco más de 68 de media, sólo superado por el fabuloso 62,95 de promedio que luce el Barcelona. Brilla más esta estadística cuando se observa que curiosamente en ataque ocupa el penúltimo lugar en anotación de la Liga el conjunto hispalense (71,5 puntos), mejorando únicamente al Manresa (70,045).

Esa capacidad de entrega, con el aglutinador de vestuarios Tariq Kirksay como principal exponente, y el plus añadido del excelente comportamiento en San Pablo, donde Plaza, pero como tantos otros a priori, quería que se escaparan pocos triunfos y no sólo lo ha logrado, sino que ha batido el récord de triunfos consecutivos en casa del club en la ACB, con nueve, son los dos puntos más relevantes del decálogo del entrenador. El catalán pretende bajar un peldaño, tras su marcha del Real Madrid con destino Santa Justa, para subir tres de una tacada si mantiene la dinámica enorme del Cajasol en la Liga ACB.

A excepción de las dos derrotas implacables contra el Real Madrid, la tropa de Plaza siempre ha competido, jamás dio un partido por perdido en lo que va de campaña. Y eso se debe al compromiso e implicación que se ha generado en la plantilla.

Los números cantan y un puñado de jugadores han mejorado su rendimiento respecto al anterior curso, como Savanovic, Triguero, Miso y Ellis, en este caso siendo más evidente al inicio de temporada. Las llegadas de un jugador heterodoxo a la par que completo como Kirksay, cuyas virtudes no sólo se reducen a la cancha de juego, y de un director dinámico, veloz, rápido de manos y con rachas buenas en el tiro como Calloway han ayudado a que la conexión sea casi perfecta dentro del colectivo, dando entrada también Plaza a un joven como Satoransky para que vaya madurando bajo su supervisión.

La primera recompensa, que no obligación, ha llegado con la clasificación para la Copa del Rey y el equipo ha demostrado que no baja los brazos en la Liga y que, habiendo llegado hasta aquí en la quinta posición y con la cuarta en el punto de mira, quiere meterse en el play off. Con el Barça enfrente mañana, casi nadie vislumbra un triunfo cajista, pero como el partido se ponga turbio, ojo.

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