La educación en la OCDE y en España
Análisis
Mientras la recaudación fiscal esté ocho puntos porcentuales por debajo de la media de la UE, no podemos aspirar a tener ni las universidades suecas ni los colegios finlandeses.
UNA de las consecuencias más negativas de la crisis ha sido la reducción del gasto en educación en los países de la UE que más la han sufrido, especialmente en los del sur de Europa. España es el tercer país que mayor reducción ha experimentado, como porcentaje del PIB, como consecuencia del desplome de los ingresos fiscales y de la fuerte presión financiera que han sufrido las comunidades autónomas, ejecutoras del 80% gasto en educación en nuestro país.
Esta situación contrasta con lo acaecido en los países de la OCDE, como recoge un informe publicado por esa institución internacional esta semana. El número de alumnos se ha reducido durante el periodo 2008-2013 en un 1% y paralelamente se ha incrementado el gasto por alumno en un 8% en términos reales, lo que ha ampliado la brecha entre nuestro país y las restantes economías occidentales. España se sitúa en gasto por alumno, en todos los niveles educativos, sólo por delante de un grupo de países emergentes como México o Turquía.
La reducción del gasto público en España en todos los niveles educativos -desde primaria hasta la universidad- ha sido compensado, en parte, por el incremento del gasto privado, que se ha disparado durante los años de crisis. Este aumento del gasto privado, aunque haya servido para mantener en términos de PIB el gasto educativo, no sirve, sin embargo, para compensar las restricciones financieras de la enseñanza pública.
El notable aumento del gasto privado se ha concentrado, sobre todo, en la enseñanza universitaria y está poniendo de manifiesto los problemas de gobernanza, incentivos personales de los profesores y lentitud en la toma de decisiones de las universidades públicas, que está provocando una falta de respuesta a las demandas del mercado de trabajo. El elevado ritmo de cambio tecnológico y la aparición de nuevas carreras profesionales, están poniendo en tela de juicio el papel de las universidades públicas en las áreas más activas del mercado de trabajo. Las universidades públicas deberían tener mayores capacidades para lanzar nuevas áreas de conocimiento y para reducir algunas de las existentes. Es lenta en lo primero y no hace nunca lo segundo.
El fenómeno del establecimiento de nuevas universidades privadas, aparentemente no tiene mucho impacto en Andalucía, excepto la Universidad Loyola en Sevilla. Sin embargo, en Madrid han proliferado durante la última década universidades privadas y escuelas de negocio que se han adaptado desde su propia creación a la empleabilidad del mercado de trabajo y están atrayendo a alumnos de toda España y del extranjero. En la escuela de negocios donde doy clases, los alumnos extranjeros son más del 95% del total.
Siendo imprescindible una adecuada financiación para mantener una escuela y una universidad pública de calidad, no es el único elemento relevante -como aparece en muchos análisis- para explicar el rendimiento educativo de los alumnos en las escuelas y la formación de los universitarios. En relación con la enseñanza no universitaria, el informe señalado de la OCDE indica claramente que la posición que ocupa España en el informe PISA -que mide las habilidades en lengua, matemáticas y ciencias- es significativamente mejor que el que ocupa en gasto por alumno o en gasto educativo con relación al PIB.
Los problemas de rendimiento de los alumnos en las escuelas españolas se encuentran más localizados fuera que dentro del aula. El entorno familiar, el tipo de estímulos y de mensajes que los hogares transmiten a los jóvenes estudiantes han demostrado ser al menos tan importantes como el gasto por alumno, como se ha concluido en numerosas investigaciones, llevadas a cabo por la propia OCDE. La ausencia o debilidad de un discurso político sobre la educación dirigido a los padres, también resulta relevante.
Dentro de las aulas, la carrera de los profesores en las enseñanzas primaria y secundaria tiene también gran importancia para explicar el éxito o fracaso educativo de los alumnos.
Desde el punto de vista retributivo, los profesores de primaria y secundaria ocupan el cuarto lugar a nivel mundial, sólo por detrás de Suiza, Alemania y Dinamarca (Luxemburgo, que es el primero, es una ciudad no un país, desde el punto de vista económico). Antes de la crisis, incluso alcanzaron el segundo lugar mundial. No está mal.
Sin embargo, esa retribución no está correlacionada con ninguna variable que mida el rendimiento del profesorado. El profesorado comienza con una retribución elevada y los incrementos salariales hasta la jubilación son los menores de toda la OCDE. Un sistema de incentivos en los que el rendimiento estuviera asociado al salario, debería contribuir a mejorar la calidad de la enseñanza y a una retribución más equitativa del profesorado.
El progreso económico de los países está íntimamente asociado a la calidad de su sistema educativo. Para que sea de calidad, ofrezca oportunidades para todos y sea inclusivo necesita de una financiación pública que ningún gasto privado puede compensar, porque, en otro caso, se abriría una enorme brecha entre aquellos que han tenido acceso a recursos educativos de calidad y el resto que no ha tenido esa oportunidad.
La dura crisis que ha sufrido la economía española ha tenido un reflejo en la caída de la calidad de los servicios que presta el Estado. Recuperar una financiación estable y suficiente para la educación, es un requisito para que el desarrollo económico del país sea más estable y sólido. Pero más allá de las discusiones sobre prioridades de los partidos políticos, mientras la recaudación fiscal en este país sea del 39% del PIB, ocho puntos porcentuales menor que la media de la UE, no podremos aspirar a tener ni las universidades suecas ni los colegios finlandeses.
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