El Fiscal

Metisaca seguido de pitos en los preparativos del Santo Entierro Grande

El paso de la Urna en el Santo Entierro Grande de 2004

El paso de la Urna en el Santo Entierro Grande de 2004 / Juan Carlos Muñoz

Antes lo decimos, antes ocurre. Hace un par de domingos que aludimos a que al Santo Entierro Grande de 2023 no le faltaría nada. Media España buscando camareros y otros profesionales que nos solucionan la vida cotidiana, y de cara al Sábado Santo nos sobrará de todo: capataces, costaleros, músicos, público, dispositivos de seguridad. Ni caso a quienes les digan que un capataz se verá obligado a elegir entre dos cofradías porque le coinciden en el día. Nada, no habrá problema alguno. Vivimos en el cuerno de la abundancia de cara a esta cita que algunos viven como los meses de oro de su existencia. ¡Todo está controlado! O no... Porque esta semana hemos asistido a lo que taurinamente se denominaría un metisaca seguido de pitos a cuenta del proyecto de comenzar el itinerario común... ¡en la Alameda de Hércules! ¿Pero, almas mías, qué se le ha perdido a la Paz o a las Cigarreras, por poner solo dos ejemplos, junto a las estatuas de Julio César y Hércules? Algunos han cogido la barrila de que hay que procurar que cuanta más gente pueda ver la secuencia seguida de los pasos, pues mucho mejor. ¡Claro! Pero eso era un problema para los sevillanos del siglo XIX y gran parte del XX. En los tiempos actuales, si usted no tiene silla ni palco, dispone de una o dos emisoras de televisión local, o hasta de la señal única del Consejo a través del móvil o del ordenador, donde puede usted contemplar todos los pasos en el orden del relato de la pasión. Puede disfrutar de comentaristas que son magníficos pregoneros o quitar el volumen y conectar la radio. Y, después, se va a buscar usted sus pasos preferidos de retorno a sus templos. ¡Una maravilla!

No hace falta liar más nada. Que si la Magdalena, que si la Concordia, que si la Alameda... Déjenlo ya porque cuanto más se empeñan, más ruido se provoca y menos nos acordamos del motivo por el que se celebra el Santo Entierro Grande. Lo de esta semana ha sido un metisaca perfectamente evitable. Anuncian la propuesta y no dura ni 24 horas. ¿Alguien entiende algo? Las reuniones con este tipo de planteamientos hay que llevarlas trabajadas, amarradas y pactadas. De lo contrario se provoca ese ruido que no favorece en nada a los preparativos. 

Uno aprecia un interés por una suerte de sobreexposición del cortejo del Santo Entierro Grande que es absolutamente innecesario, sobre todo si se evidencia una falta de acuerdo como la que ha ocurrido esta semana. Toda la logística de este acontecimiento debe ser lo más discreta posible, el mismo criterio que debe imperar en todo lo relacionado con los preparativos de la Semana Santa en general. Porque corremos el riesgo serio de desviar la atención sobre lo fundamental, de sublimar aspectos secundarios y, todavía peor, de dejar esos heridos que son aquellos que se consideran afectados por no participar en la procesión, orillados porque no se les ha escuchado su opinión o fastidiados porque no se han tenido en cuenta sus criterios. Cuanto menos afloren las diferencias mucho mejor para una procesión que tiene unos fines muy claros que no son los de una exhibición de logística ni organizar un recorrido interminable. Mesura, mucha mesura. Se necesita discreción, tacto y mano izquierda. No forzar nada ni buscar fórmulas "históricas". 

La idea de llevar los pasos hasta la Alameda ha tenido algo de disparate, impropio de quienes tenemos la seguridad de que saben de cofradías. Algo ha debido cegar las mentes. Tal vez el exceso de frentes de cara a una Semana Santa en la que se pretenden cambios sustanciales, un recorte importante de sillas en Sierpes y, por supuesto, blindar la seguridad. Demasiado, ¿verdad? El Consejo ha demostrado saberlo hacer bien en otras circunstancias delicadas. Mejor no meterse en inventos. O acabará alguien proponiendo un disparate mayor.