Algunos agoreros creyeron que Antonio Santiago había caído en una desgracia definitiva cuando fue relevado de algunos martillos. Este capataz, considerado por muchos como técnicamente perfecto, ha sido llamado ahora para mandar la cuadrilla de la Virgen del Subterráneo, después de que el resultado de las elecciones en la Hermandad de la Sagrada Cena hayan dado la vara de hermano mayor a Álvaro Enríquez, que de cofradías sabe un rato largo. Su criterio es conocido: “Tres grandiosos titulares, tres maravillosos pasos, tres magnificas bandas. Los tres mejores capataces.
La Cena los merece”. Al señor Santiago le será extraño tocar el martillo un Domingo de Ramos y que no sea el de la Virgen de la Paz, pero el destino lo ha llevado a probar un bocado exquisito de la primera jornada de la Semana Santa, un paso de palio para finos paladares, una joya quizás poco conocida. A Santiago le gusta más un martillo que a Antonio Casado una ensaladilla. Quienes lo conocen saben que vive por y para la Semana Santa. No regala los oídos. Su forma de ser es como el andar de sus pasos de palio. Sin concesiones. Seguro que disfruta con este paso que, por cierto, nunca se ha caracterizado por andar mal, pero la junta de gobierno ha querido probar con un capataz que es un verdadero icono en el mundo de las trabajaderas.
Tal vez Santiago, con la crisis que ha sufrido, no cometa de nuevo errores como el de actuar sin tener en cuenta quién manda realmente en la cofradía cuando el cortejo esta en la calle: el diputado mayor de gobierno. Y quién manda en el paso: el fiscal. Si ha cometido ciertos errores en alguna ocasión es porque Santiago ha llegado a ser más conocido e influyente que muchos hermanos mayores. Y eso acaba pasando factura si no se guardan ciertas cautelas. A todo eso sumen un mundillo en el que se graba todo, en el que todo queda reflejado, y en la que se escupen opiniones, acusaciones e infundios en las redes sociales. La capacidad de Santiago para hacerse siempre con una posición mucho más sólida de la que le correspondería es un efecto más de la bajada de nivel del cuerpo de dirigentes cofradieros.
Sea como fuere, es una buena noticia que Santiago recupere presencia, pues tiene mucho que enseñar como capataz. Bien está lo que bien acaba. Del Porvenir a Los Terceros no es mal camino, aunque, como dicen en la calle Sol, haya heridos como consecuencia de este cambio. No hay alegrías completas. La vida misma.
La fuerza de Juan Moya
Han sido días duros para la familia de Los Estudiantes por el grave accidente de tráfico sufrido por Juan Moya Gómez. El Cristo de la Buena Muerte ha debido recibir innumerables plegarias que han tenido su efecto. Juan, pese a su juventud, está ya curtido en superar adversidades muy difíciles. Y en esta ocasión lo ha vuelto a hacer. Está comprobado que todavía tiene por delante muchísimos Martes Santos, muchas idas y venidas por la Lonja y por los largos pasillos de la Universidad apretando las manos infantiles de sus monaguillos, muchos momentos en los que depositar a los pies del Señor los lirios de las oraciones por sus difuntos, muchas mediodías de nervios alegres antes de vestirse de nazareno. La de contactos que tiene este Juan en el paraíso que lo socorren cada vez que necesita asideros de esperanza, salud y fuerza. Pues no le quedan a Juan noches de retorno por la Plaza de la Contratación cuando el cielo tiene ese azul profundo de la Buena Muerte, cuando los rezos de los últimos monaguillos son la mejor nana para el Señor dormido, cuando la cofradía va buscando la posada de la Universidad. ¡Cómo cuida el Señor de Juan! En la lonja de la vida se combinan los empedrados y las losetas firmes. Y Juan ha demostrado que pisa fuerte en ambos pavimentos. Su casa le espera con los brazos abiertos del Señor al que rezaron su abuelo y su padre y al que ahora él enseña a rezar a sus hijos. La de cosas que le quedan a Juan por hacer. Cuídese, hermano. Y la mirada siempre al frente en señal de futuro.
¿Un examen sobre el catecismo?
Leímos en la prensa malagueña que los candidatos a hermano mayor y teniente de hermano mayor de las cofradías de la diócesis deberán pasar por una formación religiosa previa en sus respectivas parroquias de al menos un año. Posteriormente tendrán que superar una suerte de examen para demostrar que controlan una materia basada fundamentalmente en el Catecismo de la Iglesia Católica. Como en Sevilla haya una convocatoria de examen cualquier día por sorpresa puede ocurrir que se caigan la mayoría de las varas doradas. El personal de formación anda cortito (con sifón), salvo honrosas excepciones. Pero como alguien apunta también podrían pasar ciertos exámenes los sacerdotes, muchos de los cuales ya no se saben la Salve en Latín. Este tipo de medidas confirman el bajonazo que ha experimentado la vida pública en general, ya sea la clase política o la clase dirigente de un colectivo como el de las cofradías. Hasta hemos conocido casos de hermandades a la espera de un candidato a hermano mayor por falta de interés. Si encima hacemos exámenes a quienes de por sí se exponen al pimpampún de las redes sociales y de los parlanchines de taberna durante tres o cuatro años, podríamos ver un verdadero número. Así que procede decirle a los señores obispos que no suban mucho el nivel de exigencia porque podemos ver a muchos curas haciendo de hermanos mayores por la cantidad de suspensos en los exámenes. Pero tampoco sus excelencias suban mucho el nivel en los seminarios, que no está la coyuntura para espantar las vocaciones. Es el tiempo que nos ha tocado vivir. Debates livianos, pensamiento ligero.
Ay. Luis...
Cuántas veces, Luis, hemos recordado nuestro encuentro en Guadalupe (Cáceres), adonde te escapabas siempre que podías. Allí dabas gracias a la advcación que tanto te dio en tu gran carrera como imaginero. Hablamos de todo ello en las galerías del gran monasterio el 12 de septiembre de 2001, el día en que la humanidad estaba conmocionada por el atentado de las Torres Gemelas. Cada vez que recorrías la Vía de la Plata hacías una noche en el hermoso pueblo extremeño para postrarte ante Ella.
50 años de sacerdocio
El 21 de septiembre se cumplirán 50 años de la ordenación sacerdotal de Juan José Asenjo. Una vida dedicada al servicio de la Iglesia con hitos destacados como la coordinación de la quinta y última visita del Papa Juan Pablo II a España, una labor por la que fue condecorado por el Gobierno. La secretaría general de la Conferencia Episcopal, el obispado de Córdoba en los años difíciles de Cajasur, la siempre complicada llegada a una ciudad como Sevilla, etcétera. Mucho vivido, mucho que recordar y mucho por vivir aún. A las cofradías de Sevilla no se les debería pasar por alto esta efemérides tan importante para un sacerdote.
Atentos
A los recorridos de ida y de regreso a la Catedral de la procesión extraordinaria de la Virgen de la Encarnación de San Benito con motivo del 25 aniversario de la coronación canónica, aquella que tuvo como hermano mayor al recordado Luis Arjona.
El pertiguero
Primer golpe. ¿Tendrá sotana el pregonero de 2020? Segundo golpe. Acierta el Consejo al separar las fechas de designación del pregonero y del cartelista para que ambos brillen con luz propia. Tercer golpe. Adelante el festival taurino del 12 de octubre a beneficio de la Esperanza de Triana y del Baratillo. Todo indica que se repetirá el éxito del pasado año, se recaudará una cantidad muy importante y la Fiesta, tan necesitada de apoyos, recibirá un revulsivo. Y ciriales arriba. Emocionante el funeral en el Salvador por el eterno descanso de doña Carmen Gil, esposa de Otto Moeckel von Friess. Estaban cuidados todos los detalles, desde las casullas de los tres sacerdotes a la música de orquesta, incluido un detalle de la Virgen de la Caridad, patrona de Sanlúcar de Barrameda, en la mesa de altar.
El Lagarto de la Catedral:
<<El 5 de octubre habrá un cardenal sevillano, como bien sabes, querido y siempre inquieto Fiscal, pero no sé si estás al loro de que monseñor Ayuso fue quien le colgó la medalla de hermano del Baratillo a Su Santidad el Papa Francisco. Es hermano de la cofradía del Arenal, entre otras>>
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