Han llegado para quedarse. Tienen hasta su guía con todos los detalles: una pequeña referencia de su corta historia, el número de socios, el recorrido en la parrilla horario y en el gráfico del mapa callejero y, por supuesto, la descripción de las imágenes. Las llamaron muchos años las 'piratas' y ahora se tiene más cautela y se les denomina asociaciones. La autoridad eclesiástica no las tiene legalizadas, por así decirlo. Pero están ahí, crecen, ganas apoyos y presumen de una buena salud. Son una realidad que tarde o temprano habrá que gestionar. No podrán ser ignoradas continuamente si mantienen el vigor actual. Pongamos un solo ejemplo: la Abnegación de San Bernardo genera masas en la tarde de vísperas del Domingo de Pasión. ¿Son estas asociaciones ejemplos de una Semana Santa paralela y que ni siquiera necesita del Consejo? ¿Son una muestra de una Semana Santa consumista? ¿Su triunfo está exclusivamente en contar con un buen acompañamiento musical? ¿O son el fruto de cofrades que forman parte de hermandades tradicionales y que, como siempre, han querido montar la suya propia? Atentos a la pantalla. Parecen imparables. Tardaran poco en contar con el apoyo explícito de los políticos