Hace cuatro años, el PSOE sufrió una debacle en la provincia de Huelva, de corazón y tradición socialista pero que se sumó al castigo de los votantes a las políticas de recortes de José Luis Rodríguez Zapatero. Los socialistas prácticamente empataron con los populares en las municipales y ese escenario se trasladó a la Diputación Provincial, con 13 concejales para cada partido y el escaño de oro, el del desempate, para IU. El pasado domingo por la noche los socialistas se quitaban la espinita: no recuperaban votos (es más, perdían algunos), pero sí peso en la provincia ante el hundimiento del PP y la proliferación de pequeños partidos. Huelva volvía a teñirse de rojo y los socialistas a hacerse con una mayoría absoluta que nunca pensaron que perderían en la Diputación: 15 diputados para 10 del PP, uno de IU y la irrupción de un nuevo partido, Ciudadanos, con otro escaño según los resultados provisionales.

El cataclismo en la capital, con un vuelco electoral que quita a los populares su alcaldía más preciada merced a una fuerte caída en sus apoyos, es clave en ese retorno a la mayoría en la Diputación. De la mano del derrumbamiento del voto periquista, perdido en la abstención rociera y en el apoyo a Ciudadanos, el PP se deja dos escaños en el partido judicial de Huelva, en el que hubieran ganado de haber mantenido las 13.000 papeletas perdidas. El efecto Perico no ha sido el único en recortar los escaños provinciales: en total el PP ha perdido casi 18.000 apoyos en el partido de la capital. Los populares se quedan por tanto con cuatro diputados y el PSOE gana uno de ellos gracias a esa caída y al ascenso registrado de casi 1.300 votos respecto a 2011, hasta quedar con seis.

El otro diputado popular se lo queda el partido que más daño ha causado al PP, Ciudadanos. La formación de Ruperto Gallardo se hace con el último de los 12 escaños del partido judicial gracias a sus casi 6.000 votos en la capital, el único municipio del grupo en el que se presenta, y abre el interrogante sobre qué hubiera pasado si hubiera tenido candidaturas en más pueblos. Ofertas no les faltaban: alguna de ellas llegaba con candidato, lista y hasta pacto en mano.

Por otra parte, el buen resultado del izquierdista Pedro Jiménez en la capital permite a la formación mantener su único escaño, el que durante el pasado mandato ocupase Rafael Sánchez Rufo, que dejó la política municipal para presentarse al Parlamento andaluz (del que quedó fuera el pasado mes de marzo).

En el resto de los partidos judiciales la situación partía más igualada y al PP le ha bastado mantener sus feudos de La Palma, Valverde y Riotinto, Palos y Lepe, además de sumar en otros pueblos de esas áreas, para conservar otros seis diputados. El tercero que ha perdido era el que tenía más en precario, el de la Sierra, que ha vuelto a manos del PSOE ante la supremacía del puño y la rosa en la zona Norte de la provincia.

El grupo socialista de Ignacio Caraballo volverá por tanto a ostentar la mayoría absoluta perdida con 15 diputados ganados en gran medida por Gabriel Cruz en la capital. Vuelve a tener las manos completamente libres, aunque durante el último tramo del mandato no haya tenido problemas tras salir la diputada lepera Josefa Feria de las filas populares y pasar a ser no adscrita. Caraballo ya amarró su permanencia al frente de la institución provincial que tendrá que verse confirmada cuando a final de junio se constituyan las diputaciones.

La configuración del grupo popular provincial se antoja complicada en este mandato. Con alcaldes que han dejado el bastón de mando en el camino, como los de Aljaraque, David Toscano; Gibraleón, José Ramón Gómez Cueli, o Almonte, José Antonio Domínguez, se abre un periodo de reorganización en el partido.

Otras incógnitas son quiénes serán los portavoces de IU y de Ciudadanos. En el caso de esta última formación, los primeros en dudar son ellos, aseguran: se enteraron ayer por la prensa de que tenían un escaño.