Rocío 2023

Miércoles de Rocío en Sevilla: La alegría le gana a la prisa

Salida Hermandad del Rocío de Gines 2023 / Juan Carlos Muñoz

Un miércoles muy rociero o de la santa paciencia. Lo entiendo. Resulta más que comprensible que quien sea ajeno a esta fiesta pierda los nervios cuando se encuentra el tráfico desviado o paralizado por la salida no de una hermandad, sino hasta de cuatro en una mañana de mayo. La vida cotidiana de la prisa frente a la que pone el reloj a cero y se olvida de la rutina por una semana. Usted viene con su coche a la capital para sus quehaceres diarios y atisba un panel electrónico que le advierte del corte de la circulación en el Patrocinio. Cae entonces en la cuenta de que estamos en vísperas de Pentecostés y que toparse con carretas, carriolas, bueyes y cualquier otro animal de cuatro patas (excluimos aquí a los de dos, incluso los del género humano) puede convertirse en tónica habitual estos días. 

El coche en ralentí en una fresca mañana cuyo cielo se quita el abrigo de las nubes de las últimas jornadas. Al llegar al Patrocinio, una patrulla de la Policía indica a los conductores que han de esperar la salida de las comitivas romeras. Macarena y Triana van prácticamente hilvanadas. Ambas se han encontrado en el Cachorro, punto de no retorno de estos peregrinos que estrenan sus primeras pisadas, ahora, sobre el asfalto de la carretera. 

La de la Macarena ha sido la primera en salir este miércoles. Lo ha hecho a las 8:00 desde San Gil, con el sol despuntando y más de un estómago en ayuno. Ha recorrido el centro de la ciudad. La de Triana ha adelantado también el horario de salida. Poco después de las 8:30 ha comenzado su camino desde la parroquia de San Jacinto, aquel templo que tantos titulares aportó en la sequía informativa del verano pasado gracias a la polémica poda del ficus. El árbol sigue ahí, con sus nuevos brotes verdes, recordando aquellos versos de Antonio Machado en el poema A un olmo seco (perdonen este momento de misticismo literario). Lo indultaron en agosto y ya aporta una escuálida sombra en estas postrimerías de mayo.

El Alphe d'Huez rociero

El discurrir por la urbe de las hermandades es cada año más raudo. A toda prisa, para entorpecer lo mínimo posible. Por la Pañoleta, Macarena y Triana van buscando la Cuesta del Carambolo, puerto de alta montaña en el cosmos rociero. Un Alpe d'huez para el que los cuerpos se preparan desde bien temprano. Aún no son las 11:00 y desde el carril de sentido contrario los conductores al volante -con el pitido de claxon de quien ha perdido ya la paciencia- contemplan a más de un peregrino con botellín en la mano. Es lo que tiene esta romería, que cambia el reloj biológico (pocas definiciones alcanzan tal grado de cursilería) de quienes se echan a andar. 

En este universo peregrino hay una mezcolanza que entusiasma la vista de quienes como un servidor aguardan en el habitáculo del coche. Romeros con cubana, camisa de flores nada discretas, peregrinas vestidas según el dictado de Simof (o de We Love Flamenco, al gusto siempre del consumidor) y también mucha vecina con ropa excesivamente cómoda para alcanzar Castilleja sin morir en el intento. Pocos ejercicios más saludables existen que subir la Cuesta del Carambolo. Ni en una clase de spinning se queman tantas calorías.

Reflexiones en una espera sobre el asfalto mientras este desfile de la alegría pasa por delante de los ojos de los que no podemos escapar de la rutina del día a día. Muchos conductores deciden coger un atajo y se encuentran con un nuevo atasco, el que hay formado en el muro de defensa, ya que por el extremo sur están saliendo Sevilla y el Cerro. La del Salvador recibe una ofrenda floral delante del Ayuntamiento (a cinco días de elegir alcalde). Depara las imágenes más bellas de la jornada. Carretas por un centro histórico entregado en cuerpo y alma a los turistas. Prometo no aburrir más con este asunto a los negacionistas de la turismofobia (vaya palabro), que de todo hay en este mundo. 

Los 12 escalones de Gines

A las 11:00 queda el paso franco en el Patrocinio. Las caravanas van subiendo al Aljarafe, que disfruta de su prime time rociero. Umbrete, Bormujos y Gines. Confieso que siempre sentí debilidad por este último municipio, donde impera el verde y amarillo en cuanto se pone un pie en él. Hay misa de romeros en la parroquia de Belén presidida por el arzobispo. Si en la capital el Salvador presume de escalinata cuando la baja el simpecado de Sevilla y Villamanrique de sus famosos escalones en los que se rinde pleitesía a la Primera y Más Antigua, en Gines hay 12 peldaños por los que se desparraman la gracia y la autenticidad que son marca de la casa. Nada aquí es impostado. Todo sale de dentro. La palabra hermandad escrita siempre en mayúscula. 

Guadalupe Raves (Lupe) es diputada de Asistencia Social de esta filial. Procura que ninguna persona mayor se quede sin su asiento en la zona acotada para quienes son "las raíces de nuestra historia". Medallas de cordón viejo sobre el cuello de antiguas ginenses que se saben al pie de la letra las sevillanas que canta el coro de la hermandad, patrimonio musical de la fiesta. La memoria vence siempre al olvido a la hora de entonar los versos que ponen la banda sonora a esta mañana dibujada en el redondel de la plaza. Lupe, con un impecable vestido rojo, lleva a Gines "en el corazón" desde pequeña. Un alma partida en dos. La de este pueblo aljarafeño y la de su Hermandad de los Gitanos, donde ejerce de camarera de la Virgen de las Angustias. Privilegio que lleva "a gala" en la capital y en estos 12 escalones por donde ahora baja el verde simpecado, que va recibiendo las oraciones de quienes perdieron la cuenta de las romerías vividas. 

La Niña Juliana

Afloran las primeras lágrimas. Como las de Juani Rodríguez, de estirpe algabeña. A su familia la llamaban "la del mono", pues, según narra, un familiar se encaramó a un árbol "en una arriá". Aquella gesta se convirtió en apodo. Juani pasaba los veranos en Gines desde pequeña y pronto se quedó a vivir aquí. Su hermana emparentó con uno de los personajes de los que más se ha escrito en la historia rociera: la Niña Juliana, ginense que creó escuela a la hora de tocar los palillos. Fue una de las primeras en acudir al Vaticano a cantar el rosario por sevillanas, aportación de Gines al legado musical de la devoción rociera. Murió en vísperas de una romería, con la carreta ya preparada en el corral. 

Juani apura la entrevista. Se apoya en su muleta para acercarse lo más posible al simpecado. Aunque ande con dificultad, acompaña a la hermandad en su transitar por el pueblo. Como despedida, una confesión: "Se me va el corazón con ellos". A ella y a todos. Con Gines se entrega el alma. Una verdad a prueba de atascos. La alegría le gana a la prisa.