TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Andrés López | Guitarrista de Niños Mutantes

"Soy un yonqui del oloroso"

Andrés López.

Andrés López. / Raimundo Prados

Andrés López Prados (Sevilla, 1975) estudió Producción Audiovisual y trabajó en la tele durante varias etapas. Entró a formar parte de Niños Mutantes en 2005 –el grupo lleva desde el 94 y su primer disco salió en el 98–. Ventanas es el undécimo trabajo de la banda, publicado en pleno confinamiento. Tras aparcar la labores televisivas para centrarse en la música, este guitarrista, muy fan de la escuela de Julio de la Rosa, afronta un apasionante reto: está entregado "en cuerpo y alma", y en solitario, a crear la banda sonora de Alba, una serie de Antena 3 que verá la luz en unos meses.

–Participó en la fundación de la peña bética de Granada, ¿qué salvaría en caso de apocalipsis nuclear, los discos de 091 o los centros de Gordillo desde la izquierda?

–Ahí me lo pone fácil. Los discos me los llevaría a una isla desierta. Sí, soy gordillista, pero estoy en retroceso futbolístico.

–Si le añadiéramos Obrador a su nombre y primer apellido, se convertiría en presidente de México...

–No me importaría en absoluto, aunque México está como el Betis, con mucho que arreglar. Estuvimos de gira un par de veces en Ciudad de México y Guadalajara, es un país maravilloso.

–Se crio en el malaje sevillano y vive en la mala follá granadina. ¿Cómo es posible la fama de simpáticos de los andaluces?

–La simpatía se demuestra en las barras de los barras, aunque a veces nos peguemos cuchilladas. Esa mala follá es un poco de bordería mal entendida, un vacile, y se disuelve en los bares. Un sevillano y un granadino se hacen íntimos en una barra, eso no lo puede decir ni un madrileño ni un gallego ni un catalán. Total, los bares amansan a las fieras.

–Ya no hay que lucir la pelambrera de Slash, los trajecitos de Angus Young o la cinta de Mark Knopfler para ganarse la vida con la guitarra, ¿no?

–No hay que tener pelambrera salvo que vayas a Turquía, aunque creo que Slash está calvo. La época tremenda de la imagen rockera y ochentera pasó a la historia. Ahora hay más autenticidad en la música que en la imagen.

–En plena madurez musical, ¿el grupo no debería llamarse Hombres Mutantes o Niños Tunantes?

–Un nombre tan raro como el nuestro cobra sentido ahora porque seguimos siendo niños, de ahí lo de mutantes. Pero la idea de tunantes me ha gustado, suena bien.

–¿Tuvo que enfrentarse a duras pruebas tipo Humor amarillo para que un grupo granadino fichara a un guitarrista sevillano?

–No, vuelvo a lo mismo. Las pruebas de Humor amarillo aquí se pasan en las barras de los bares. Durante mucho tiempo tuve la doble nacionalidad: antes, sin renegar de Sevilla, me comporté como un granadino y ahora estoy volviendo a sentirme sevillano. Ya no les caigo tan bien como antes...

–Son los viejales del indie y los únicos de aquella época que siguen con un sello independiente. ¿Es motivo de orgullo y satisfacción?

–Por supuesto, aunque como tal ya no tiene mucho sentido porque ahora todo el mundo es indie. Somos casi los más viejos y siempre hemos estado en sellos independientes, nunca hemos sido tentados por multinacionales. Y no lo cambio por nada. Es motivo de orgullo llevar 25 años, 11 discos y no haber pasado por una multinacional.

"Somos casi los más viejos del indie, siempre hemos estado en sellos independientes y no lo cambio por nada"

–Su último disco, Ventanas, es un guiño a Bill Gates...

–No somos muy de Bill Gates, preferimos a Steve Jobs, que en paz descanse.

–Sacaron álbum pese al virus. ¿Por qué se la jugaron?

–No sabíamos qué iba a pasar y, pese a que muchos compañeros guardaron el disco en el cajón, pensamos que ya que estaba hecho y que había gente esperando en medio del confinamiento y de toda la tristeza que nos ha invadido, pues llevar un poco de música nueva alegraba a todos; de hecho, un montón de gente nos dio las gracias. Intentamos una jugada que desde el punto de vista de marketing o empresarial igual era pegarnos un tiro en el pie, pero apostamos todo a esto porque somos viscerales y nos apetecía regalar música entre tanta tristeza.

Te favorece tanto estar callada. ¿Pasó este título por el filtro de Irene Montero?

–Podría aplicarse a mucha gente. Nos consta que ha pasado por el filtro de Esperanza Aguirre en radios de todo tipo de pelaje. No se por qué pero tanto de un lado como de otro ha sido un tema bastante utilizado en tertulias. Parece políticamente incorrecta, pero es una frase aplicable a muchísima gente hoy día.

–¿Ha sido Todo va a cambiar una respuesta indie al Resistiré de Carlos Toro?

–Soy más de Manuel Alejandro. Incluso a toro pasado nos siguen llegando peticiones para poder incluir la canción en un vídeo de una asociación, de sanitarios... Es una frase bastante contundente y que da buen rollo. Damos por hecho que todo tiene que cambiar a mejor porque a peor no podemos ir. El Resistiré a lo mejor es más inmediata, pero hemos conseguido convertirla en medio himno Covid.

–Ha currado en Canal Cocina, España Directo, Andalucía Directo, en la Feria del Libro de Granada... Está la cosa mala en la música.

–No, de hecho está mejor que nunca. El pretérito es importante porque curré mucho en la tele y tenía como hobby la música, pero ahora es mi pasión, mi trabajo y mi principal fuente de sustento, y ocasionalmente trabajo en la tele. Como suelo decir, dejé la tele para malvivir felizmente de la música. Eran incompatibles, tuve que elegir y antes que sufrir llamadas impertinentes a horas impertinentes de jefas impertinentes, malvivo de la música.

–Los conciertos post-Covid van a ser un rollo total. ¿Alguna idea para amenizar a la concurrencia?

–No, ahora ideas no hay. Se ha desconfinado todo el mundo, bares, hoteles, se puede viajar... una desescalada a lo bestia, pero seguimos sin poder ir a conciertos. Somos los últimos monos de este país.

–Le encantan los vinos de Cádiz y en el camerino no falta una botella de Alfonso. Tumba el mito de sexo, drogas y rock&roll.

–Yo soy un yonqui del alfonso. Bebo oloroso seco en la cena, he conseguido inculcárselo a todos los Mutantes y cada vez que entra algún grupo en el camerino, desde Viva Suecia a Love of Lesbian, les enchufo una copa de oloroso y les hago todo el protocolo de que es un vino de una uva palomino que se cría en Cádiz... Soy un yonqui del oloroso. Mi lema es alfonso, droga y rock&roll.

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