Paz Padilla | Humorista, presentadora y actriz

"No aceptar la muerte sólo puede traer aún más dolor"

La gaditana Paz Padilla, en la librería Manuel de Falla de su ciudad, donde comenzó la gira de firmas de 'El humor de mi vida'.

La gaditana Paz Padilla, en la librería Manuel de Falla de su ciudad, donde comenzó la gira de firmas de 'El humor de mi vida'. / Lourdes de Vicente

La historia de amor entre Paz Padilla (Cádiz, 1969) y Antonio Vidal, y las herramientas que la humorista, actriz y presentadora de Sálvame Diario ha utilizado para superar su inesperado final (la muerte de su  marido por cáncer a los 53 años), ha conquistado ya a lectores de toda España y, ahora, de Latinoamérica. El humor de mi vida (HarperCollins), que salió a la venta el 27 de abril, está ya en su 7º edición y lleva 175.000 ejemplares vendidos. Fue número 1 de ventas en Sant Jordi con 23.000 libros despachados a una distancia abismal del segundo en ventas del que salieron 2.000 libros.

–Llegar en descapotable a la primera firma de su libro, y además en su tierra, ha sido todo un espectáculo...

–Sí, la que he formado... El coche era de mi hermano Luis y veníamos de la parte de la playa y le dije, quita la capota para ver el mar. Pero lo que yo no me esperaba es que en la puerta de la librería hubiera tanta gente esperándome y llamándome Mari Paz, que significa que estaba en casa y que habían leído el libro.

–¿De verdad no se lo esperaba? Pues en Cádiz se le quiere mucho, ¿no?

–Sí, sí, lo sé y más con lo que ha ocurrido en la firma, las cosas que me decían la gente que ha leído el libro. La gente muy educada y, tú sabes, con mucha gracia, porque en Cádiz hay gracia para hartarte, pero también como muy sinceros. Me han agradecido mucho que hablara de la experiencia de la muerte de la manera en la que lo cuento en el libro. Dicen que les ha dado esperanza, y eso es lo más bonito que me han podido decir de este libro.

–¿Cree que la muerte es un tabú?

–Totalmente. La gente le tiene miedo y, sin embargo, es algo que forma parte de nosotros mismos. La mayoría de las personas piensan que si hablan de la muerte pues como que la van a atraer, o algo. Pero, también, esto tiene mucho que ver con el tipo de sociedad en la que vivimos donde no nos paramos a pensar, ni en la muerte ni en casi nada. No nos planteamos por qué vivimos, para qué, hacia dónde vamos, qué es lo importante...

–¿Usted ya no le tiene miedo?

–Mira, cuando nos dijeron lo de Antonio fue un hachazo. Esa noche, en Urgencias, los dos morimos un poquito. Con lo que te quiero decir que el camino ha sido difícil, claro. Pero me fui dando cuenta que no aceptar la muerte sólo puede traer aún más dolor. Poner resistencia, luchar contra algo tan natural no tiene sentido. Antes que Antonio han muerto millones de personas más y yo no soy la única viuda del mundo... Hay una historia sobre una madre a la que se le muere un hijo y va a ver a Buda para que le ayude con ese dolor enorme y Buda le dice que recorra todas las casas pidiendo una semilla de sésamo si en esa casa no se ha muerto nadie. Y después de recorrer el mundo y llegar con las manos vacías lo entendió...

–Ha leído mucho en este tiempo...

–Mucho. Te hablaba del camino... Cuando supimos que Antonio se tenía que preparar para morir me sentí muy perdida, muchísimo, y busqué respuestas en mucho sitios, en las religiones, en la filosofía, en la física cuántica... Todo eso lo cuento en El humor de mi vida y, de hecho, es el resultado de esa búsqueda. Sí te puedo decir que creo que ahora soy un poquito más sabia, que sé que es lo importante en la vida y que me agarro a ello y que, por eso mismo, soy feliz.

"Aquella noche en Urgencias, cuando nos dijeron lo de Antonio, los dos morimos un poquito"

–Pero, ¿hay una fórmula para lograr esa aceptación que usted ha conseguido?

–¿Para salir del pozo? Pues no hay una sola, y eso es a lo mejor la putada pero también lo maravilloso. Aquí cuento la mía, si a alguien le sirve, pues no sabes cuánto me alegra eso, pero si no, al menos, pueden leer una historia de amor muy bonita, porque la historia de Antonio y mía, que fue mi primer novio, que estuvimos tantos años juntos, que nos separamos y que nos volvimos a encontrar pasados los años... Es preciosa...

–¿El amor se acaba con la muerte?

–Nunca, nunca, nunca... Imposible... ¿Tú crees que yo ya no estoy enamorada de mi Antonio? Imposible y él, allá donde esté, seguro que también sigue enamorado de mí. Estoy segura que él haría todo lo imposible por volver un poco conmigo...

–¿Cree que está en algún lugar?

–Cada uno que piense lo que quiera y lo que le sirva. Yo sí te puedo decir que todo el mundo que ha perdido a alguien que quería siente algo, oye algo... No sé... Date cuenta que el 90% de nuestro cerebro no lo usamos. Hay tanto que no sabemos y que no vemos. Leyendo un poco de filosofía o de física se sabe, que está probado, vamos, que los sentidos nos engañan y, digo yo, si hasta lo que vemos no es real, puede haya cosas que estén ahí y no veamos. Los animales, por ejemplo, ven cosas que nosotros no... Hay mucho escrito sobre experiencias cercanas a la muerte por médicos, por científicos... No sé, yo no me cierro a nada.

–Ha dicho muchas veces en la promoción que nos enseñan a parir pero no a morir. ¿Qué opina de los servicios de cuidados paliativos?

–La gente de paliativos es maravillosa, hacen una labor extraordinaria y, de hecho, uno de mis objetivos es que se invierta más dinero en ese área. De hecho, estamos dando unas conferencias con dirigidas a enfermeros de paliativos con Enric Benito, médico oncólogo y experto en cuidados paliativos, porque también, y sobre todo con lo que han pasado en este año tan complicado, hay que ayudar al personal sanitario y, especialmente, a esos que nos ayudan a morir y a paliar la angustia de las familias.

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