Javier Nó Sánchez | Vicerrector de Evolución Digital de la Universidad Loyola

"La inteligencia artificial no está diseñada para reemplazar a las personas"

Javier Nó Sánchez.

Javier Nó Sánchez. / M. G.

Javier Nó es catedrático de Tecnologías de la información y Vicerrector para la Evolución Digital en la Universidad Loyola. Es doctor en Pedagogía y Master en Informática por la Universidad Pontificia de Salamanca. Lleva más de 30 años trabajando en Tecnologías de la Información y la Comunicación en educación; así como en comunicación interactiva, espacios de interacción y entornos de aprendizaje interactivo, lo que le ha llevado realizar diversas estancias y colaboraciones en programas de doctorado, postgrado y en proyectos de investigación con universidades de Brasil, Colombia, Chile, EEUU, Alemania y Portugal.

Para los neófitos, que son muchos, ¿qué es la inteligencia artificial?

Lo primero que es importante resaltar es que, a pesar de que se ha oído hablar de inteligencia artificial en los últimos años y mucho más en estos meses, se trata de un concepto y una disciplina que tiene ya bastantes décadas de antigüedad. Podríamos entenderla como un conjunto de técnicas y algoritmos que permiten a las máquinas aprender a partir de datos y tomar decisiones sin intervención humana. Esto significa que las máquinas pueden imitar la inteligencia humana y realizar tareas complejas que antes solo podían realizar las personas. Hasta lo que sabemos hoy, el modo en que lo hacen es muy diferente del modo en que lo hacemos los humanos y además, muy importante, no son conscientes, no saben que saben.

Últimamente oímos hablar mucho de ChatGPT. ¿Podría explicarnos de qué se trata?

Del mismo modo que no es fácil definir la inteligencia humana pero hay consenso en que se trata de un conjunto de habilidades cognitivas, destrezas y habilidades, la inteligencia artificial a la que responde ChatGPT es la que denominamos General. En contraposición a otras, incluiría capacidad de razonamiento, relación, síntesis, planificación y, más importante, aprendizaje. En concreto ChatGPT es un ejemplo de inteligencia artificial que se utiliza para crear conversaciones con personas. Es un modelo de lenguaje que utiliza técnicas de procesamiento de lenguaje natural para entender las preguntas y ofrecer respuestas coherentes y útiles. Es importante destacar que ChatGPT no es una entidad autónoma y no puede tomar decisiones por sí sola, sino que sigue instrucciones preestablecidas para ofrecer respuestas. Por esto mismo, ChatGPT siempre va a intentar ofrecer la respuesta, disponga o no de la información necesaria. Eso quiere decir que, si no sabe, fabula… y además fabula muy bien, de modo que sus respuestas pueden ser verosímiles, pero no correctas.

Da un poco de miedo oír hablar de máquinas que pueden tomar decisiones por nosotros.

Es comprensible que la idea de que las máquinas tomen decisiones por nosotros pueda ser preocupante para algunas personas. Sin embargo, es importante entender que la inteligencia artificial no está diseñada para reemplazar a las personas, sino para ayudar a mejorar nuestras capacidades y hacer tareas más eficientes. Por ejemplo, la inteligencia artificial puede ayudar a los médicos a hacer diagnósticos más precisos o a los científicos a analizar grandes cantidades de datos. Aun así, el panorama que se abre a partir de estas Inteligencias presenta muchas incertidumbres y algunas posibilidades nada halagüeñas por lo que el debate desde muchos frentes está abierto y se hace muy necesaria la reflexión y rápida toma de decisiones desde la tecnología, la política, la ética, etc. En estas inteligencias, por decirlo de alguna manera, su gran peligro es su gran debilidad: saben decir, y en general muy acertadamente y en variados ámbitos y circunstancias, pero no saben lo que dicen. No son conscientes.

¿Cómo va a afectar esta revolución a la docencia universitaria?

Aunque en un principio tiene un efecto desconcertante podemos ver el lado bueno, la inteligencia artificial puede tener un impacto positivo en la calidad de la formación. Por ejemplo, los profesores pueden utilizar herramientas de inteligencia artificial para analizar el rendimiento de los estudiantes y ofrecer retroalimentación personalizada. Otro ejemplo de uso efectivo sería utilizarla para automatizar tareas repetitivas y de baja complejidad, como la corrección de exámenes o la calificación de tareas, liberando tiempo para que los profesores se centren en actividades más significativas. Pero si no se está atento a los riesgos, también puede caerse en problemas como el sesgo en los datos (la IA actúa con los datos que se le proporcionan, buenos o malos) o la pérdida de habilidades humanas como la empatía, la creatividad o la capacidad de adaptación a las necesidades de los demás.

¿Cómo puede integrarse para mejorar la calidad de la formación?

En el mismo sentido que decía antes, la inteligencia artificial puede ayudar a los estudiantes a acceder a recursos educativos y a personalizar su experiencia de aprendizaje, adaptando el ritmo y la complejidad del material de enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante. La inteligencia artificial puede ayudar a los profesores a analizar grandes cantidades de datos, como evaluaciones y registros de asistencia. Por otro lado, permite identificar patrones y tomar decisiones informadas sobre los siguientes pasos a dar con sus estudiantes.

¿Cuáles son los retos a superar?

Son muchos los retos que deben superarse para integrar la IA en la docencia universitaria de manera efectiva y algunos los iremos identificando según evolucionemos con ella. Uno de ellos es la falta de datos de calidad, ya que la inteligencia artificial necesita grandes cantidades de datos para aprender y mejorar. Otro reto es la necesidad de desarrollar nuevas habilidades y conocimientos para poder utilizar la inteligencia artificial de manera efectiva. Sin duda el uso de estas herramientas, además, no es el mismo en unas u otras disciplinas. En Loyola, por ejemplo, estamos trabajando esta adaptación por facultades y tipo de estudio de modo que muy pronto podremos decir que estamos preparados para afrontar el próximo curso con la inteligencia artificial como aliado y con capacidad para prever posibles distorsiones derivadas de su mal uso.

¿Veremos algún día a una máquina impartiendo conocimientos?

Es importante destacar que la inteligencia artificial no puede reemplazar completamente a los profesores, como tampoco pueden reemplazar la conciencia de aprendiz con inquietud que tiene el buen alumnado. Los profesores tienen habilidades y conocimientos que van más allá de lo que la inteligencia artificial puede ofrecer, como la empatía, la creatividad y la capacidad de adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes. Suelo decir que el conocimiento no se transmite, se transmite la información y el conocimiento lo construye cada cual, a partir de las múltiples experiencias acumuladas, muchas de ellas insustituibles de momento por la inteligencia artificial.

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