“España no es un cuadro abstracto, es un puzle con las piezas sueltas”
Pedro Fuentes | Artista multidisciplinar y humanista
Pintor, escultor, músico, escritor, fotógrafo y profesor, Pedro Fuentes reivindica el "valor de la verdad" en una época en la que "muchísima gente hace o dice cosas en las que en el fondo no cree"
Pedro Fuentes ha expuesto en medio mundo y es copista del Museo del Prado, pero lo suyo son los paisajes, no los retratos. "Me aburren un poco, me dejan menos libertad de expresión", explica. Quizás no se aburriría con el "rostro intemporal y deshecho por la vida" de "algún sin techo". "Lo mismo parece un vagabundo que un profeta", dice. "Cuando visitaba a mis editores en Sevilla, hacía fotos de pescadores al lado de la Torre del Oro y después los pintaba", recuerda.
–¿Quién es Pedro Fuentes?
–Un artista multidisciplinar de la luz visible, lo que vemos de manera objetiva, y la invisible, la que hay detrás del objeto y percibimos de manera subjetiva, como la luz que está en la oscuridad. He sido un artista en constante evolución, no pendiente de pintar con un estilo marcado. Me desligué de las galerías, de exponer cada cierto tiempo y de que la obra fuese reconocida para atraer al cliente.
–Hablando de luz, nunca ha expuesto en Andalucía...
–Estuve a punto de exponer en Málaga, mi obra escrita ha sido publicada por una editorial de Sevilla (Point de Lunettes) y mi madre es cordobesa. Ese duende pasional lo tengo arraigado.
–¿Qué vio o vivió en Dublín que dio un vuelco a su estilo?
–La envoltura de todo el día, la lluvia, la niebla... El sol salió cinco días en todo el tiempo que estuve allí. Yo venía de una etapa más goyesca y de referencias impresionistas como Monet, e Irlanda me cambió la cabeza. Leía en sitios de música en vivo con libros en las estanterías, iba al Trinity College, al Temple Bar a tocar blues... Me apasionó, fue muy mágico. Empecé a envolver figuras y paisajes y lo he mantenido hasta ahora.
–¿Y cómo es en 2023?
–Un artista en búsqueda. Primero construyo, después destruyo y me quedo con lo esencial del objeto. No doy el objeto, sino un pensamiento sobre el objeto. Al público le gusta, mi obra le parece distinta y sorprendente. No soy un pintor al uso para ARCO, estoy anclado en raíces muy profundas de la tradición clásica y eso me hace ser vanguardista en 2023 porque pocos artistas mantienen este espíritu. Alguien me dijo una vez que si un cuadro tuviese menos negro, se habría vendido. Pero entonces no sería ese cuadro, sería otro cuadro.
–¿La búsqueda continua llega a frustrar?
–Soy más de disfrutar el camino. En los Jesuitas hay una colección permanente de 36 piezas mías. Yo voy a veces y completo algunos de esos cuadros. Igual los pinté hace diez años, pero pienso que tengo que añadir nuevo. Y es un proceso maravilloso.
–En esta era de mensajes efímeros y obsolescencia programada, ¿el arte está pasado de moda?
–El arte no está pasado de moda, pero en algunos aspectos ha degenerado en producto cultural y eso lo llena de aspectos más mercantilistas. Tiene mucho que ver con la verdad de las cosas. Un cuadro es arte no porque se diga que lo es, sino porque tiene unos valores que trascienden. Hay autores que trabajan para después. Ysi te sales del mero producto cultural, te preguntan para qué estás trabajando. Hay que hacer el trabajo como cada uno cree y siente. Un problema de hoy en día es que hay muchísima gente que hace o dice muchas cosas en las que en el fondo no cree. Ese valor de la verdad habría que rescatarlo.
–¿Estamos en un tiempo en el que sólo decimos lo que los demás quieren oír?
–Falta mucho juicio crítico, no encuentras una crítica de arte negativa de nadie en la prensa. En los 80, cada vez que un autor emprendía una exposición individual era un riesgo enorme para él porque se exponía a una mala crítica. Hoy en día todo es fenomenal, se haga lo que se haga. Y después ves exposiciones y...
–¿España es un cuadro abstracto difícil de entender?
–España no es un cuadro abstracto, se la entiende bien desde fuera y se la entiende peor desde dentro. Es un puzle en descomposición que hay que volver a colocar, en todos los ámbitos. Ahora estamos muy divididos. Yo viví toda la Transición y antes había más pegamento para estructurar las cosas. Ahora da un poco igual, se quita el pegamento y se quedan las piezas sueltas. Pero todas están interrelacionadas, son como un cuerpo.
–¿Qué es lo más abstracto que ha visto últimamente?
–La creencia de la trascendencia. Ahora están de moda el ‘mindfulness’ y el ‘coaching’. Hay muchas personas a las que les vale, otra cosa es que nos cuestionemos por qué les vale y no les valen otros valores. La sociedad no es peor ni mejor. Claro que faltan valores, pero en muchos procesos históricos han faltado y después el hombre vuelve. No hay que cerrar ningún cajón, sólo observar y tener juicio crítico. A las personas les cuesta mucho luchar por lo que piensan de verdad. Llevamos mucho tiempo en una cultura del todo vale. A los jóvenes, por ejemplo, hay que ayudarlos, son fantásticos pero están perdidos.
–Usted funde hombre y paisaje, pero vive en Madrid. ¿Madrid se funde con las personas o las absorbe?
–Madrid absorbe a las personas. Es estupendo para el ocio, pero para el pensamiento absorbe. Un amigo sevillano me decía que allí hay mucho ruido y somos muchos. Yo me he comprado una casa en un pueblo de Cuenca para construir allí mi estudio, lejos del mundanal ruido.
–¿Qué paisaje le gustó más y cuál le falta por pintar?
–El que más me gusta es el del cuadro de Friedrich ‘El monje frente al mar’. He pintado mucho esa lejanía del paisaje con el hombre integrado en la existencia. Lo que no he pintado... Algún día me postraré ante un paisaje, suceso o emoción, y pintaré algo. Pero estoy en un camino que me agrada. Y luego pasan cosas milagrosas, como Van Gogh, que no le gustaba a nadie, se murió y mire qué pasó.
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