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España

Democracia cuerpo a tierra

  • Diputados que vivieron la asonada celebran que su angustia no fuera en vano.

Los diputados que en la tarde del 23 de febrero de 1981 estaban en el Congreso sintieron miedo por sus vidas y por el futuro del país, preocupados por que la incipiente democracia española pudiera tener un final tan prematuro.

Ahora, tres décadas después, algunos de aquellos parlamentarios evocan la noche en la que la democracia se tiró al suelo, que ninguno ha podido olvidar.

Todos están convencidos de que su angustia no fue en vano y de que la intentona golpista se convirtió al final en una vacuna contra el totalitarismo, y coinciden en que el 23-F debe recordarse para que los españoles no olviden que hay que ganarse la libertad cada día.

manuel chaves (psoe)

El ahora vicepresidente tercero del Gobierno confiesa que pensó en su familia, que estaba en esos momentos en Cádiz. Al principio no tenían ninguna información de lo que pasaba en el exterior e incluso cuando se llevaron a Suárez, a Gutiérrez Mellado y a Felipe González, Chaves pensó que "los golpistas estaban dispuestos a todo para lograr sus propósitos". Pero cuando vieron que no llegaba la "autoridad militar" que Tejero había anunciado, empezó a sospechar que "algo no estaba saliendo como los golpistas habían pensado". "Fue una lección de fortaleza para una democracia muy joven después de 40 años de férrea dictadura franquista", subraya Chaves.

ALFONSO GUERRA (PSOE)

Guerra vivió aquel momento "con una profunda preocupación", una "angustia" que ya no recuerda con la misma intensidad porque el tiempo "siempre suaviza las aristas".

Una "preocupación continua y constante" que Guerra explica que sintió por el futuro del país, por lo que podría suceder en España y por lo que les ocurriría a los demócratas, que quizás tuvieran que "empezar otra vez la lucha por la libertad, por la democracia". Al cabo de 30 años, la conclusión que saca es que aquello fue "una vacuna para la sociedad" porque consiguió los efectos contrarios de los perseguidos por los golpistas: "La gente comprendió que existe una gran fragilidad para la democracia y que hay que saber defenderla siempre".

jaime mayor oreja (ucd)

El ahora dirigente nacional del PP Jaime Mayor Oreja recuerda sobre todo "la angustia personal" que le abordó nada más oír los disparos, por lo que se tiró al suelo para protegerse. "Más que miedo, fue eso", afirma quien ya en 1981 sufría el asedio de ETA.

A Mayor, entonces diputado vasco de UCD en sustitución de Marcelino Oreja, le inquietaba su porvenir, pero también el de España, ya que el golpe significaba "una tragedia para la incipiente democracia" que entre todos se estaba forjando. Poco a poco, sin embargo, le fueron tranquilizando las noticias que los diputados Julen Guimón y Fernando Abril Martorrel iban recabando gracias a un transistor. Treinta años después, Mayor es pesimista. Falta, dice, "un proyecto que ilusione".

luis de grandes (UCD)

El hoy parlamentario europeo reconoce que cuando oyó el "quieto todo el mundo" y luego los disparos, también se escondió debajo del escaño. "No se piensa en un momento así", insiste.

Más tarde, atrapados en el Congreso, surgen las emociones. De Grandes recuerda, como anécdota, que incluso vio llorar a un guardia civil, o que los diputados, para ir al baño, tenían que ir acompañados por los asaltantes.

Sus emociones fueron "pena y vergüenza" durante aquella eterna noche que el Rey, con su mensaje inequívoco de rechazo, ayudó a dejar en un recuerdo permanente del que la sociedad española ha aprendido, opina.

nicolás redondo (PSOe)

El ex secretario general de UGT y diputado socialista en 1981, Nicolás Redondo, recuerda el intento de golpe de Estado como una "sorpresa muy desagradable", que vivió en el Congreso junto a su vecino, compañero de partido y de sindicato Eduardo López Albizu, el padre del actual lehendakari, Patxi López.

"Los dos habíamos sufrido cárcel y destierro y teníamos una preocupación extrema, parecía que volvíamos a los años de plomo del más profundo franquismo", rememora. En su opinión, desde la victoria del PSOE en 1982 es impensable que se pueda volver a dar un golpe de Estado debido al "profundo desarrollo democrático" español y su integración en la UE y la OTAN. "De aquella época sólo queda el terrorismo de ETA, que parece en vías de solución", apostilla.

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