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España

A 'canutazo' limpio en el Congreso

  • El 'Alakrana' y una denuncia del PP contra Rubalcaba recuperan la crispación

UN día después de que la clase política española celebrara unánimemente la liberación de los 36 tripulantes del atunero Alakrana, el Congreso de los Diputados recuperó la crispación, y lo hizo a lo grande: a canutazo (comparencias informales ante los medios de comunicación) limpio, a propósito de las críticas de la oposición a la gestión del Gobierno sobre el secuestro del pesquero vasco y de una presunta amenaza del ministro del Interior a un diputado del PP con el sistema Sitel como asunto de fondo.

En la sesión de control al Gobierno, Zapatero y Rajoy se volvieron a ver las caras tras el impás provocado por la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado para 2010. El presidente del Gobierno acusó al líder de la oposición de una "absoluta carencia" de propuestas, y el presidente del PP le criticó por no hacer "nada".

Tras este juego político de sinónimos, la vicepresidenta primera y la portavoz del PP se enfrascaron con la gestión de la crisis del Alakrana. De la Vega, perdedora últimamente de estas confrontaciones, atacó al hígado de la representante popular y dijo que los conservadores estaban buscando "réditos políticos" en este episodio de piratería. Rizando el rizo, les acusó de "ponerse al lado de los piratas". Soraya Sáenz de Santamaría, que previamente le había refregado en su cara el "mayor fracaso político de toda su carrera, tachó de "ruin" y "vil" las acusaciones de la número dos de Zapatero y le exigió infructuosamente una rectificación.

Con este rifirrafe aún caliente, Rajoy inauguró la mañana de canutazos en el Escritorio del hemiciclo para calificar de "pésima" la gestión del Gobierno en la crisis del Alakrana "antes, durante y después" de la liberación del atunero. Después de anunciar que el PP pedirá la comparecencia urgente de Zapatero en la Cámara Baja y la reprobación de la vicepresidente de De la Vega y de los ministros de Justicia y de Defensa, el líder de la oposición calificó de "chapuza" la actuación de las Fuerzas Armadas en este secuestro. Está claro que Rajoy, a quien el viento suave de Levante debió marcarle para siempre, esperaba algo más del operativo militar español.

Casi paralelamente a la comparecencia del líder de la oposición, el ministro del Interior se las tenía tiesas en el Pleno con varios diputados populares a propósito del caso Faisán y el sistema de escuchas Sitel, en un paquete parlamentario dirigido por Esteban González Pons. En medio una bronca media, la bancada popular le tocó la carita a Pérez Rubalcaba por su ADN en el Ejecutivo del GAL. El cántabro-gaditano no se cortó un pelo y levantó a los suyos cuando dijo: "Ustedes y ETA son los únicos que hablan de los GAL". Ante la insistencia de los populares en calificar de ilegal el sistema de escuchas (la nómina de delincuentes de los últimos cinco años deben estar encantados), el máximo responsable de la Policía les acusó de "mentir a sabiendas" y les pidió que guardaran silencio o que llevaran sus acusaciones ante los tribunales de Justicia.

Poco después de que el portavoz de CiU, Josep Antonio Duran i Lleida, criticara al Gobierno por el Alakrana, y cuando el representante del PNV, Josu Erkoreka, hacía lo propio, Rubalcaba y Carlos Floriano, uno de los diputados del operativo González Pons, discutían en la Salón de los Pasos Perdidos, colindante con el Escritorio de la Constitución. Se escucharon algunas voces, y se vio cómo José Bono se llevaba a Rubalcaba.

Después de que el portavoz de IU, Gaspar Llamazares, se desmarcara de la estrategia de moción de censura encubierta formulada por Rajoy, para sorpresa de todos compareció, en el enésimo canutazo, González Pons, que denunció que el ministro del Interior había amenazado a Floriano de esta guisa: "Escucho todo lo que dices y veo todo lo que haces". Ante la gravedad del asunto, un periodista le preguntó si el PP denunciaría el asunto en los tribunales, y el secretario de Comunicación de los populares respondió que, bueno, era política. Eso sí, se mostró convencido de que Rubalcaba no podía seguir "ni un minuto más" en el cargo por esta supuesta amenaza y por haber llamado a Floriano "paranoico".

El ministro se apuntó a los canutazos, explicó lo de Sitel y aseguró que las grabaciones referidas sobre el diputado popular procedían de la radio y la televisión. Testigos presenciales, ajenos al PSOE y al PP, desmontaron el escándalo con el que los populares intentaron aliñar la mañana parlamentaria, aunque Bono casi lo estropeó cuando dijo que había quedado con Rubalcaba a tomar café. Por supuesto, Bono cerró la jornada con un nuevo canutazo.

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