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Elecciones Generales. El candidato es el mensaje. Marcos de Quinto, nº 2 de Cs por Madrid

La chispa de un vendedor nato

  • El fichaje de Rivera se hizo millonario en Coca Cola pero prefiere un buen vino. Advierte que navega sin bandera y dejó Telepizza porque se alió con Pizza Hut

Marcos de Quinto en un congreso sobre marketing con Risto Mejide.

Marcos de Quinto en un congreso sobre marketing con Risto Mejide.

MARCOS de Quinto no es un personaje al uso. Ha dado el salto del marketing en la empresa al marketing en la política. Es el fichaje estrella de Albert Rivera, lo que no deja de tener riesgo cuando se habla de uno de los más activos y acerados usuarios de twitter, donde tiene más de 42.000 seguidores -“no soy cuidadoso con lo que digo ni con lo que hago”-, y se ha confesado como “un agnóstico exacerbado. Soy hasta agnóstico del fútbol y la política me gusta, pero a nivel partidario soy incoloro”.

Hijo de una actriz y de un crítico teatral que coqueteaba con el PCE, compañero de clase de un héroe de la movida como Carlos Belanga y un ‘payaso’ y empresario de éxito como Emilio Aragón, De Quinto viene de Coca Cola, donde llegó a lo más alto. O a casi lo más alto, que es como se puede considerar trabajar en Atlanta y ganar siete millones al año.

Después de más de 30 años en la multinacional y habiendo dirigido algunas de las campañas mundiales de más éxito como taste of feeling y haberse inventado el Congreso de la Felicidad , salió en 2017 con una indemnización que en ningún caso pudo ser inferior a los 9 millones de euros entre unas cosas y otras. Es posible que en algún momento se lo viera venir: “Nunca he hecho las cosas como me decían que tenía que hacerlas, sino como pensaba que tenía que hacerlas. Y he tenido suerte porque me podían haber despedido por la cantidad de burradas que se me han ocurrido”. Al final, le despidieron. O se despidió. No quedó claro.

De ahí al consejo de administración de Telepizza, de donde salió por no estar de acuerdo con una alianza con Pizza Hut. Y de ahí a Ciudadanos como espíritu libre. Veremos si a Ciudadanos no le pasa como a Telepizza en sus alianzas postelectorales porque De Quinto avisa: “Navego sin bandera”. Y en todos estos pasos a este hombre de 59 años apuesto, vividor, motero, lector de la poesía de Bukowski y con más gusto por el buen vino que por la Coca Cola, al que la prensa del corazón le ha atribuido un buen número de romances y que alguna vez se ha atrevido a participar en el Dakar, lo que más le interesa es la comunicación. La comunicación para vender. Se ha criado, al fin y al cabo, en la chispa de la vida. Y ha vendido la chispa de la vida con y sin calorías. Y es de los que cree que esto no se hace al estilo tradicional de las escuelas de negocios, sino al suyo propio.

Cuando llegó de Estados Unidos empezó a ser muy locuaz sobre la política española. No tenía ideas especialmente novedosas. Todas son aseadas como él mismo. Aplica nociones empresariales para generar una ideología de corte humanista en la que el capitalismo puede funcionar siempre y cuando no sea un capitalismo “de amiguetes”, que es lo que él ha visto en el peculiar capitalismo español. Un ejemplo de capitalismo español: “Haber sido jefe de gabinete de Sánchez no te cualifica para dirigir una empresa que compite con Amazon”. Aventuras en las empresas públicas las mínimas y si no son públicas mejor. Se estaba refiriendo a Juan Manuel Serrano, nombrado por Sánchez presidente de Correos. Serrano tiene en su currículum haber sido responsable de sistema de la Federación de Municipios y Provincias. Es verdad. No parece que en un proceso de selección Coca Cola hubieran escogido a Serrano ni para poner las chapas de las botellas.

De Quinto ha analizado en alguna ocasión la comunicación política. Por ejemplo, en 2017 elogió la estrategia comunicativa de Podemos “por ser capaces de vender máquinas de escribir en la era tecnológica. Basta con decir que los ordenadores se cuelgan, tienen virus, pueden ser hackeados. Consiste en hablar poco de tu producto y muy mal del de los demás, aunque tu producto sea una máquina de escribir”. Se quita el sombrero. Para él, Podemos ha vendido mercancía caducada, pero durante un tiempo la ha vendido. Ya no. No vale para Coca Cola.

Esto es lo que quiere Rivera de él. A un vendedor nato que predica que en marketing la estrategia es todo. De Quinto promete una estrategia y que no venderá máquinas de escribir. Y es posible que aplique a Ciudadanos una de las máximas en Coca Cola: “Nuestra competencia es todo lo que se beba, excepto la sopa juliana”. Por eso no pudo con lo de Pizza Hut... Yesto tiene su lectura política.

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