35.000 personas cruzan la Verja a diario
Más de 12.000 turismos realizan cada día el paso a una de las fronteras más activas de Europa
La intensificación de las colas en la frontera de Gibraltar pone de manifiesto la realidad de uno de los pasos fronterizos más calientes de Europa, por el que pasan cada días 35.000 personas, 12.000 turismos, 4.000 vehículos a dos ruedas (motocicletas, ciclomotores y bicicletas) y 300 camiones.
Se trata de los últimos datos oficiales proporcionados por la Policía Nacional mientras se mantiene el conflicto diplomático entre España y Reino Unido por Gibraltar.
Un número importante de este tránsito lo soportan ciudadanos españoles que diariamente cruzan la frontera para trabajar, ya que, según los datos de la Asociación Sociocultural de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Ascteg), 4.300 españoles trabajan y cotizan en el Peñón en plena crisis, una cifra que se elevaría a 8.000 si se contabiliza a los que no están dados de alta en la Seguridad Social.
Pero no son los únicos. En el trasiego diario en la frontera, los trabajadores coinciden con multitud de gente que va a hacer negocios, comerciantes, contratas españolas que prestan servicios a empresas del Peñón, europeos de distintas nacionalidades que viven en Gibraltar al amparo de las comunidades nativas dedicadas al juego online, turistas, familias españolas que llevan a sus hijos a colegios gibraltareños, matuteros...
El mosaico es muy diverso. Entre los vehículos, se observa en la frontera un elevado paso de vehículos a dos ruedas, que lo tienen más fácil para evitar el colapso y las esperas.
Sin embargo, hay veces que también se encuentran con colas de hasta dos horas de duración.
En la salida de la frontera hacia España hay siete carriles, uno para motocicletas amplias, uno para bicicletas y cinco para turismos. Sin embargo, al llegar a la parte española, la frontera se convierte en un embudo, con un solo carril habilitado para vehículos a cuatro ruedas y otro para vehículos a dos ruedas.
Esta situación hace que, cuando se producen controles exhaustivos, se genere malestar, algo que se está incrementado estos días con la especial intensificación de los controles.
Los más perjudicados son los vehículos, que soportan con más intensidad las esperas. Y, entre ellos, los trabajadores españoles que diariamente entran y salen de Gibraltar.
El perfil, según apunta el portavoz de Ascteg, Juan José Uceda, es que los trabajadores fijos sean hombres y los no cotizados mujeres dedicadas al servicio doméstico.
La mayoría son trabajadores de servicios de catering, hostelería y domésticos (asistencia social domiciliaria). En segundo lugar, hay un número importante de trabajadores de mantenimiento (fontanería, electricidad, albañilería) y construcción.
Hay hasta médicos, aunque son los menos, y hay otro tipo de personal en diferentes entidades financieras y personas que trabajan en el juego online.
A este trasiego se une el de los matuteros, ciudadanos de localidades vecinas que pasan a diario a Gibraltar para sacar tabaco de forma clandestina y venderlo.
Son decenas de personas, que cruzan a diario la Verja, a veces hasta seis veces para ganarse, por lo general, unos seis u ocho euros, aunque exponiéndose a sanciones de mil euros si son descubiertos.
Un mosaico de personas que coinciden, atrapados en el mismo espacio, cuando se producen retenciones. Por si fuera poco, el paso de peatones y vehículos transita de forma obligada por la pista de aterrizaje del aeropuerto de Gibraltar, una circunstancia que hace que cuando despegan o aterrizan algunos de sus cuatro aviones diarios como media (dos por la mañana y dos por la tarde) se agrave aún más las espera ante la paralización del tráfico.
"Lo hemos denunciado, porque se violan los derechos de las personas que cruzan la frontera", afirma Juan José Uceda, que aclara que no existen ni siquiera aseos.
Uceda pone el acento en la gravedad de esta situación, teniendo en cuenta que la mayoría de los turistas pasan la frontera con niños, "y no hay ningún cartel que avise de las colas".
También denuncia el riesgo que supone para personas enfermas, como diabéticos, enfermos de nefrología o personas que deben recibir radioterapia, y que se ven expuestos en las colas de la frontera a "serios problemas para su salud".
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