El adiós que todos han deseado

Espartaco Debutó en Sevilla, junto a Curro y Manzanares sin haberlo hecho de novillero La lluvia y el ganado deslucieron su primera despedida

Juan Antonio Espartaco, ya sin coleta, dice adiós al toreo saliendo por la Puerta del Príncipe a hombros de sus compañeros los toreros.
Juan Antonio Espartaco, ya sin coleta, dice adiós al toreo saliendo por la Puerta del Príncipe a hombros de sus compañeros los toreros.
Luis / Carlos / Peris

26 de abril 2015 - 01:00

SEIS veces salió por la Puerta del Príncipe, más que nadie tras haber superado a Curro Romero el pasado Domingo de Resurrección. Seis salidas por la puerta mayor del toreo de una auténtica figura que lideró el escalafón desde el 85 al 91, que vio truncada su carrera por una lesión futbolística y que recibió el cariño de la afición en su clamorosa despedida del cinco de abril cuando los toreros le sacaron al Paseo de Colón ya sin la coleta, que se la habían cortado su padre y su hijo en una escena entrañable y llena de emotividad.

La historia de Juan Antonio Ruiz, nacido en Espartinas el 3 de octubre de 1962, es la de un niño que no tuvo infancia. Hijo de torero, el toreo fue su horizonte desde cortísima edad, un horizonte que se le iba a aclarar el 25 de abril de 1985 con la aparición en su vida de un toro de Manolo González llamado Facultades y que iba a cambiarlo todo. Esa tarde pasó Juan Antonio de desechar la pesadilla de hacerse banderillero a liderar el toreo como figura de las que aparecen muy de vez en cuando.

Espartaco, su nombre de guerra, debutó en Sevilla sin haber pisado su albero como novillero. Fue de matador de toros tras haber tomado la alternativa a la segunda ocasión. Y es que en principio estaba previsto que la tomase el último domingo de julio del 79 en Jerez. Iba a recibirla de manos de Antonio Ordóñez y en presencia de Rafael de Paula, pero el hombre propone y, en ese rincón único, el levante descompone. El vendaval hizo que se suspendiese la corrida y pasó a matador de toros en la primera corrida que tenía contratada, en las Colombinas onubenses el 1 de agosto con toros de Carlos Núñez en compañía de Manuel Benítez El Cordobés de padrino y Manolo Cortés de testigo.

Su debut en el sueño de su vida, la Maestranza, fue el 19 de abril de 1980. Sábado de preferia y cartel de no hay billetes para ver a Curro Romero, Josemari Manzanares y Espartaco, que hace el paseo enfardado en un blanco y oro. La terna triunfa, todos tocan pelo, pero la tarde es para el Faraón camero, que sale por quinta y última vez por la Puerta del Príncipe. Juan deja muy buen sabor de boca, lo que refrenda en su segunda corrida, el jueves 24 alternando con Capea y con su amigo y rival de la infancia Emilio Muñoz.

Dos años después, el sueño se hace realidad y Espartaco franquea esa puerta de la gloria que da al Paseo de Colón. Hace el paseo el 27 de abril del 82 flanqueado por Curro Romero y por Paquirri. Le corta tres orejas a su lote de Jandilla y parece que las cosas se le arreglan definitivamente, pero se harán esperar. En el 83 y en el 84 corta oreja, pero a final de temporada se piensa en cambiar el estoque por las banderillas para sacar a su familia adelante.

Ese invierno lo pasa mal. Se le han muerto un banderillero y un maestro, Félix Pecellín despojándose del vestido de torear en la habitación de un hotel de Valladolid y Paquirri, uno de sus preceptores, pero José Luis Marca, su apoderado, ha acordado con Diodoro Canorea dos corridas, una mala y otra buena. Esas dos y una de Isaías y Tulio Vázquez en Córdoba son los cartuchos que le quedan. No pasa nada con la de Barral y queda la de Manolo González el jueves de Feria. Y esa corrida la cierra un colorado de nombre Facultades.

Con sus amigos Emilio Muñoz y Tomás Campuzano de compañeros de terna triunfando también, se va a portagayola para recibir a ese enemigo que va a convertirse en su mejor amigo. Cuaja a Facultades y por la Puerta del Príncipe sale consagrado para la historia como figura del toreo. No va a Córdoba y lo confirma todo por cada plaza que va. Al año siguiente, apoderado por Manolo González, el dueño de Facultades, logra su tercera Puerta del Príncipe en una corrida de Núñez con Romero y José Antonio Campuzano en el cartel.

A final de temporada cambia de apoderado y se va con los hermanos Lozano, los que le sacaron, se anuncia en tres corridas y una de ellas es la de Miura. Cuarta Puerta del Príncipe la tarde del 28 de abril con toros de Juan Pedro y Antoñete y Manolo Cortés de compañeros y a matar la de Zahariche con la cabeza vendada por el testarazo recibido en un recibo a portagayola. La corrida se la quita de encima con mucho oficio y le corta las orejas a un sobrero de Juan Pedro.

La quinta puerta grande llega el Domingo de Resurrección del 90 en la alternativa que le da Curro Romero a Julio Aparicio, sigue cortando orejas en las ferias siguientes y en la del 95 sufre una voltereta espeluznante la tarde del doctorado de Rivera Ordóñez. En el invierno se destroza una rodilla jugando un partido de fútbol en Valencia, retorna en el 99 y participa con Rivera de la última apoteosis currista el sábado 17 de abril.

Se despide sin brillo un lluvioso 29 de septiembre de 2001 y con una barbaridad de brillo este reciente Domingo de Resurrección mediante una historia que está muy fresca en la memoria de todos, la historia del adiós de una figura de verdad. Fue el adiós que todos los que han vestido ternos de seda y oro hubieran deseado, a hombros de compañeros y por la puerta mayor del toreo.

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