Feria de Abril

El temporal convence al alcalde del traslado del real

  • Monteseirín alaba "la capacidad de reacción" de la gente ante las inclemencias · Las adversidades le reafirman en su convicción de que el cambio es necesario

Ayer hubo migas en la caseta de Carlos Herrera y hoy debería haber duelos y quebrantos. Comida del Quijote como metáfora de este lunes de resaca del acabose. La Feria pasó del Fandi al Fundi. De un torero con apócope a este apodo de un valiente torero granadino que hace años rozó el aguafuerte goyesco lidiando un toro con rayos y centellas. El Fundi, para rizar el rizo, tuvo en el tendido a Electra Marconi, hija del inventor de la radio que bautizó a su hija con el mismo nombre que rotuló un barco. Su particular homenaje a la electricidad.

"He estado toda la Feria sin dormir". Alfredo Sánchez Monteseirín, alcalde de Sevilla, se sincera con este periódico antes de agasajar en la Caseta Municipal al gobernador del estado brasileño de Amazonas. "Lo más sorprendente de los primeros días de Feria fue la capacidad de reacción de la gente. Se necesitó más tiempo para que se adaptaran caballistas, carruajes y, en general, la gente que disfruta con el paseo. Uno de los atractivos de la Feria".

El viernes, antepenúltimo día de Feria, mejoró el tiempo. "Ese equilibrio ha permitido que dentro de lo posible se haya recuperado lo perdido". La Feria tiene una aparente provisionalidad, porque nada provisional permanece 161 años después. Pero no ha dejado de ser un aviso. "Es un milagro, y detrás de ese milagro está el trabajo de todo un año, la eficacia de los servicios municipales y, por qué no decirlo, la suerte de que no pase nada en un sitio donde hay mil cocinas, toldos y otras estructuras provisionales. La propia fragilidad de la Feria le permite dotarse de una flexibilidad. Pero esto es una prueba más de que la Feria necesita un nuevo espacio para desarrollarse".

Un traslado al Charco de la Pava en el que subyacen dos motivaciones, según el alcalde: una, la demanda de casetas "tanto particulares como sociales o públicas. La gente no quiere venir sólo para ver divertirse a los demás"; otra, en la que prefiere "no profundizar", para la que aduce razones de "seguridad, accesibilidad, comodidad". "En este tema soy un perfeccionista", dice para justificar que el traslado se hará "pero no de cualquier manera".

"Se va a hacer sin prisa, pero sin pausa". ¿Y sin fechas? "Lo malo de las fechas es que es una forma de amarrarte, terminas siendo preso y cautivo de una fecha. No es como en la Avenida, que no teníamos más plazo que hacerlo entre una Semana Santa y la siguiente. Aquí vamos a procurar causar las menos molestias posibles en la vida cotidiana de los ciudadanos".

Suenan las sevillanas en la Caseta Municipal, los micrófonos rodean al gobernador brasileño, y el alcalde perfila los detalles de ese futuro perfecto. "Las obras van a empezar ya, porque se iniciaron los contactos con la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir para trabajar en el parque en el que deberá estar todo preparado antes del traslado. Una cosa son las obras y otra bien distinta el traslado". En términos de la Feria, donde la gitana se conquista bailando por sevillanas, la letra ya está lista, pero no hay prisa para el baile.

"Es una reflexión que he compartido con muchos ciudadanos. No sé si lo hago bien, pero lo tengo muy claro". No da plazos ni número de casetas. Se remite a otro tipo de compromisos más cercanos. "El día que sea de este año la gente subirá a la línea 1 del Metro de Sevilla. A la próxima Feria, la gente llegará bajando del Metro y se irá subiendo en el Metro". Ha sido la primera Feria sin cabinas de teléfono, lo que le sirve para un pensamiento. "Muchos recordarán la primera Feria con el móvil. La próxima será recordada como la primera Feria con Metro. Va a ser una revolución. La Feria y su entorno no pueden soportar tal cantidad de vehículos privados".

Entre reflexión y recepción, ha encontrado tiempo para el disfrute. Y para reafirmarse en su teoría de la Feria según Sevilla. ¿Una fiesta para dentro o para fuera? "Las tradiciones en Sevilla las hacemos para nosotros. Esto no es una ficción para turistas. Otra cosa distinta es que el sevillano, a mí me pasa, disfruta enseñando la Feria, la Semana Santa y hasta el tranvía. Es una bendición de esta ciudad, muchos de sus habitantes se sienten cicerones de su Feria".

El alcalde vuelve con sus invitados brasileños. Un hombre muestra la caseta del Círculo de Labradores a unos amigos que vienen a despedir la Feria. "Esa caseta siempre traía a grupos importantes. Por mediación mía, una Feria vino Mocedades. ¿Os suena Mocedades?", les decía. Cuando Eurovisión era Eurovisión.

El domingo de los fuegos, pirotecnia en el muelle de Nueva York, hubo seis misas en la iglesia de los Padres Blancos. A dos pasos de la portada. Muchas feligresas con traje de flamenca. A tope las seis misas de este cuarto domingo de Pascual, día del Buen Pastor en la cronología litúrgica. En la caseta de la Soledad de San Lorenzo se tuvo que vivir la lluvia de los primeros días como una pesadilla. Recuerdos de esa precipitada cobertura del palio de la hermandad que cierra el Sábado Santo, que con permiso del Resucitado, es el equivalente temporal al domingo de Feria. En esta caseta está en familia Luis Zorrilla, el frutero de la calle Santa Clara que jugaba en los juveniles del Betis y al marcharse a la mili en San Fernando dejó su puesto a un etíope del Polígono San Pablo llamado Rafael Gordillo.

El frutero está con su esposa, su yerno, un sobrino-nieto y José Zorrilla, su hijo pequeño, nombre de poeta, el único poeta que rotula un campo de fútbol en España, el del Valladolid, equipo que pretendió a su padre el frutero cuando servía a la patria en la Marina. En la caseta de Carlos Herrera, por volver al principio, había tres paelleras y un solo arroz verdadero. Arroz con exquisitos palíndromos y otros convidados: conejo, bacalao y fideuá, el gran prodigio de Gandía además del poeta Ausias March. Por allí pasaron Joaquín Moeckel, María Luisa Guardiola, Juan Robles y un largo etcétera de gente importante.

En la vitrina, el trofeo consistente en dos kilos de melva canutera que conquistaron en el baile por sevillanas Fernando Ocaña, el publicitario que fue rey mago en la Cabalgata, y Rocío Herrera Montero, hija de los periodistas Carlos Herrera y Mariló Montero. Luis Miguel Martín Rubio daba cuenta de cecina de León. En su etapa municipal tuvo de alcaldesa a Soledad Becerril, que había sido la primera ministra de la democracia. De Cultura, que es una Feria que dura todo el año.

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