Crítica de flamenco

Diálogos de tío y sobrina

diálogos de viejos y nuevos sones

Cante: Rocío Márquez. Viola da gamba: Fahmi Alqhai . Percusión: Agustín Diassera. Lugar: Iglesia de San Luis de los Franceses. Fecha: Domingo 11 de septiembre. Aforo: Casi lleno.

Hay una tradición musical ininterrumpida desde 1600 y pico que gusta de usar la hemiola, el modo frigio, las disonancias, el rasgueado y la sucesión de ruedas armónicas y variaciones. Esa tradición musical se nombraba en el barroco como bailes y cantes del país y se llama hoy flamenco. Los cinco elementos señalados anteriormente son característicos de lo jondo, pero existían ya en la zarabanda, la jácara, el fandango y los canarios, tal y como los interpretó brillantemente Alqhai, mostrando que es un virtuoso de su instrumento. La versión de los canarios que escuchamos ayer es de Santiago de Murzia. Casi todas las músicas que escuchamos tienen autores conocidos y, sin embargo, en el programa de mano sólo figuraba el nombre de uno de ellos, Claudio Monteverdi, lo que muestra a las claras cuál es la situación actual del concepto de autor en el flamenco.

El modelo usado por Rocío Márquez para enjaretar músicas tan diferentes como las que escuchamos ayer es el que patentó Pepe Marchena y que llevó a Stravinsky a decir que el flamenco es un arte de composición. Para llevar a cabo esta fórmula se requiere de unas capacidades vocales tan excepcionales como las del marchenero, Morente, uno de sus egregios continuadores, o la propia Rocío Márquez. En Mi son que trajo la mar aglutina la colombiana marchenera, que nada tiene que ver con Colombia por cierto, ya que es una creación del cantaor, con la vidalita transportada armónicamente. Es el hipnótico compás de doce tiempos, tan barroco, tan genuinamente flamenco, lo que da a la pieza su energía. La bambera es una letrilla de Santa Teresa en la que pesa más el texto que la música. Rocío Márquez tuvo la fantástica ocurrencia de cantar El cant dels ocells por granaínas de Chacón. El resultado no es sólo natural, también espectacular. Y todo ello por el impresionante y claro fraseo, de exacta dicción, de la cantaora.

Decía el maestro Sellés que los antiguos daban más importancia a la letra. Quería significar el gaditano, ni más ni menos, que se les entendía. A Rocío Márquez se le entiende la letra y también la emoción subyacente. Además de su virtuosismo técnico, en esta cantaora destaca su inteligencia a la hora de componer los temas.

Los cantes del Alosno son fandangos con coplas de San Juan. Para la petenera, Márquez recurrió, con buen criterio, al romance sefardí de A la una nací yo. Antonio Barberán reconoció en la canción la melodía de la petenera, que está también presente en otro romance, La monja a la fuerza, que también incorporó Márquez en este número. Sin embargo, para el cuerpo de la petenera escogió la cantaora, no una forma primitiva, bailable, por ejemplo la veracruzana, sino la versión dramática de la Niña de los Peines. Esta forma del cante por peteneras está desde luego más cerca de nuestra sensibilidad contemporánea. En las seguiriyas encontramos un recuerdo al Carbonerillo y el cierre de Manuel Molina en la versión enérgica, muy rítmica, nerviosa, del gran Manuel Vallejo.

El recital incluyó también el madrigal de Claudio Monteverdi Sì dolce è'l tormento con lo que catalán, italiano y español sonaron en la tarde de ayer en San Luis de los Franceses. Márquez, que lo puede cantar todo, por ejemplo, el Tango del Escribano de La Argentinita en los canarios, demostró que se puede cantar flamenco acompañada de una viola da gamba. Por cierto que los canarios contienen dos elementos básicos de lo que en el futuro sería llamado flamenco, como demostró el recital de ayer, y los dos se llaman zapateado. Es decir, la técnica de golpear contra el suelo. Y un estilo flamenco que en el pasado se nombraba como zapateado aunque hoy se le suele llamar tanguillo. Jácaras, fandangos y zarabandas, antecedentes de seguiriyas, soleares, fandangos, guajiras, etc., quedan para futuros diálogos. Eso sí, ganaría elocuencia este encuentro si asumiera que el flamenco es un genuino heredero del barroco. Entonces se vería que esta charla no se da entre hablantes de idiomas distintos sino entre tío y sobrina.

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