La Fiscalía de Sevilla pide dos años de cárcel para una mujer acusada de estafar a otra en la venta de un muñeco Reborn o hiperrealista: Muñecos fabricados artesanalmente, con un extraordinario parecido a los bebés reales, cuyo precio puede llegar a los mil euros.

Según la Fiscalía de Sevilla, la acusada Yasmina V.A. publicitó el 20 de mayo de 2017 en la página web de Milanuncios un muñeco Reborn por 850 euros. La víctima, residente en Utrera,  lo pagó pero lo que luego recibió por correo fue un muñeco de fabricación industrial “de mucho menor valor”.

La acusada tiene tres antecedentes penales por estafas idénticas: en junio de 2017 fue condenada en Móstoles (Madrid) a 45 días de multa; en mayo de 2017 en Burgos a un mes de multa y en junio de 2017 a tres meses-multa en Salamanca.

En septiembre pasado, el Boletín Oficial de la Provincia de Sevilla publicó otra condena a Yasmina de dos meses de multa impuesta por el juzgado de instrucción 7 de Sevilla por un delito leve de estafa. En ese caso, la condena incluía indemnizar a una mujer en 140 euros. La publicación en el BOP se debió a que Yasmina estaba en paradero desconocido.

Su progresión delictiva ha llegado ya a la Audiencia de Sevilla. El pasado miércoles Yasmina debía ser juzgada por un delito de estafa pero no se presentó a juicio. Ya ha superado la etapa de las multas y ahora se enfrenta a una petición del fiscal de dos años de prisión y multa de diez meses con cuota de 10 euros, lo que equivale a 3.000 euros.

En el caso de la compradora de Utrera, Yasmina primero le ofertó el muñeco por 880 euros pero, tras conversación por WhatsApp, lo rebajó a 850 euros.

Desde 2016 las redes sociales alertan contra ella como especialista en estafas con muñecos hiperrealistas. Los afectados afirman que pide el pago por adelantado y luego no envía nada.

Los muñecos Reborn tienen una elevada carga emotiva, pues en ocasiones se los regalan a niños que no tienen hermanitos o los compran mujeres que han perdido a sus bebés o que ya no tienen a sus hijos en casa. También se utilizan en residencias de la tercera edad a modo de terapia en algunas enfermedades de deterioro cognitivo como el Alzheimer, ya que tranquilizan a los ancianos cuando les cantan o mecen.