La caja negra

La Plaza del Cristo de Burgos, un ejemplo de belleza degradada

  • Los indigentes hacen suya durante gran parte del día una plaza que ya sufrió varios desmanes urbanísticos

Un indigente instalado en unos de los bancos de la zona central de la plaza

Un indigente instalado en unos de los bancos de la zona central de la plaza / Antonio Pizarro (Sevilla)

Nadie ha diseñado una plaza con este encanto en el último siglo en Sevilla. Ni esos arquitectos con el ego de una Catedral, ni los diseñadores de plantilla de la Gerencia de Urbanismo, que nos han regalado adefesios duros como el entorno de la Torre del Oro, o la insípida nueva Plaza de la Magdalena. La Plaza del Cristo de Burgos, ejemplo de espacio umbrío, fresco y bello, se ha degradado por diversos motivos, pero sobre todo por haberse convertido en lugar de estancia habitual de numerosos indigentes. La degradación y abandono de algunas de sus antiguas casas, el ya para siempre horror de la sede del Colegio de Arquitectos, el uso de los troncos de los preciosos ficus como armarios de los vagabundos, los gorrillas y el asqueroso tuneado de un camión que lleva cinco años aparcado en el lugar, contribuyen además a que este lugar con encanto sea un sitio evitable para el paseante a determinadas horas del día.

El gorrilla de guardia de esta plaza, por cierto, cobra cinco euros por conseguir plaza de aparcamiento. Se cotiza caro el estacionamiento porque está muy demandado al ser un lugar con colegios, comercios y sedes administrativas muy próximos. Hay quien suelta muy gustoso el billete y le sale más barato que el párking de Santa Ángela de la Cruz.

La suciedad acumulada en torno a los contenedores, entre un colchón de los indigentes. La suciedad acumulada en torno a los contenedores, entre un colchón de los indigentes.

La suciedad acumulada en torno a los contenedores, entre un colchón de los indigentes. / Antonio Pizarro (Sevilla)

La historia de la Plaza del Cristo de Burgos revela que por ella han pasado tanto prestigiosos arquitectos que la eligieron para vivir, como una fortísima movida nocturna en los años noventa, que acabó con la paciencia de muchos vecinos y hasta de propietarios de los bares, pasando por el propio ex presidente Barack Obama que cenó en uno de sus bares en su visita a Sevilla de 2019.

La plaza es una delicia en condiciones normales. Es un modelo de diseño bien hecho, elogiado en distintos tratados, y adaptado a una ciudad castigada por el sol y el calor más de la mitad del año. Conserva ese salón a un nivel superior al resto del firme, característica muy sevillana que se está perdiendo por la moda de apostar por las plataformas únicas en las reformas de las calles, como ha ocurrido con la de Mateos Gago, por poner un ejemplo reciente.

El trono del ficus usado como armario de los indigentes El trono del ficus usado como armario de los indigentes

El trono del ficus usado como armario de los indigentes / M. G. (Sevilla)

La fisonomía actual de la plaza data de la segunda mitad del siglo XIX a cargo del arquitecto municipal Balbino Marrón. Sufrió los efectos del ensanche de la calle Imagen a finales de los años 50 de la pasada centuria. En una de sus aceras, la más próxima al templo de San Pedro, se encuentra el ya referido edificio del Colegio Oficial de Arquitectos, absolutamente rupturista con la belleza y el diseño original de la plaza. En tiempos fue toda una provocación, una más de quienes disfrutan con diseños rompedores en pleno conjunto histórico declarado.

Una estampa de la plaza a plena luz del día Una estampa de la plaza a plena luz del día

Una estampa de la plaza a plena luz del día / M. G. (Sevilla)

Conserva la plaza la distribución del espacio mediante glorietas, los bancos y un área de juegos infantiles. Un rato de observación basta para comprobar cómo los transeúntes evitan estas zonas en cuanto advierten la presencia de indigentes. Un vecino asegura que el camión, asquerosamente tuneado y que lleva años aparcado en el mismo sitio, es usado como almacén de un bar próximo. Y que, por supuesto, la Policía no hace nada al respecto a pesar de los avisos. Incluso hay quien asegura que el camión ha cambiado de ubicación para dejar espacio a una cuba de obra. Tiene vida...

El camión tuneado que lleva años aparcado en la plaza El camión tuneado que lleva años aparcado en la plaza

El camión tuneado que lleva años aparcado en la plaza / Antonio Pizarro (Sevilla)

El caso es que la Plaza del Cristo de Burgos es objeto de maltrato periódicamente por un motivo u otro. Cualquier lector de periódicos sabe que la plaza es noticia con frecuencia por las terribles reformas urbanísticas, la movida, los mendigos o el mal estado de unos árboles procedentes del Parque de María Luisa en los años veinte. Se pueden contemplar ejemplares de la misma especie en la Plaza del Museo. Y siempre se agradecen las generosas zonas de sombra que generan. La plaza ya no tiene las pérgolas que adornaba la zona central hasta los años setenta. Una lástima. Pero sí conserva los detalles de cerámica tan característicos.

A plena luz del día A plena luz del día

A plena luz del día / M. G. (Sevilla)

En la plaza se instalaron los dichosos contenedores de recogida hidráulica que pusieron de moda todos los ayuntamientos de España para organizar la recogida selectiva. Y como ocurre con todos, suelen ser focos de suciedad y estar repletos, lo que genera que se acumulen los restos de basura junto a ellos, incluidos por supuesto los que dejan los vagabundos. Los colchones son ya tan habituales de la plaza como los grandes ficus.

La Plaza del Cristo de Burgos, tomada a veces hasta por once indigentes al mismo tiempo y cinco gorrillas organizados, se suma a los espacios del centro que mudan de piel por la noche, como la Plaza Nueva, que sufre problemas similares, con efectos de suciedad para el resto del día.