¡Ah, el kit de emergencia era para el apagón ibérico!
La Caja Negra
Justo hace un mes que una comisaria europea nos recomendó tener cerillas, una radio a pilas, agua y alimentos no perecederos para sobrevivir al menos 72 horas

De pronto pasó la hora del Ángelus y alguien se puso a buscar una radio de toda la vida. ¡Se ha ido la luz y no es solo en casa, sino en la oficina, en los comercios, en la escalera y el ascensor, en las estaciones ferroviarias, en los bancos, en el centro cívico, en la casa de hermandad, en todo el barrio! Urge contar con un transistor de los que no fallan salvo que las pilas de voltio y medio se hayan gastado. Qué tesoro contar con un transistor a pilas un 28 de abril de 2025. La seguridad máxima solo se consigue con un remedio vintage. Un transistor sin obsolescencia programada, de los que son carne de perro que soportan golpes y los excesos de vaho del agua caliente del baño. De pronto buscamos las soluciones de toda la vida porque en el fondo sabemos que lo nuevo es atractivo pero no permanente. Se decreta la suspensión de la actividad escolar y nos acordamos de los militares en casos de emergencia. ¡Todos quietos! ¿Pero no es mejor dejar las cosas como están y no alterar los horarios? ¿Cómo se encuentran los padres con los niños si estamos incomunicados y unos tienen que dejar el centro escolar y, por tanto, deben ser recogidos, pero los que han de recogerlos están en sus trabajos? Nadie coge el teléfono, ni los que tienen cobertura (los menos) ni los que no la tienen (la mayoría). No hay café en los bares. Los ánimos por los suelos. Hay una historia de Mortadelo y Filemón en la que se describe la reacción de una ciudad sin café, el combustible para arrancar a jornada laboral. Ánimos decaídos, actividad a medio gas, vagones de metros llenos de viajeros somnolientos... Solo hay que repasar cuanto nos contó hace solo un mes la empática Hadja Lahbib, representante del gobierno europeo, para que prepararamos el kit para sobrevivir 72 horas: agua embotellada (mínimo 5 litros por persona), alimentos fáciles de preparar y preferiblemente no perecederos, una radio a pilas, una linterna, una batería de repuesto para el móvil, un hornillo o cocina portátil (y gas envasado), combustible, cerillas, dinero en efectivo, medicamentos, pastillas de yodo, material de primeros auxilios, cintas adhesiva, un extintor y artículos de higiene.
Nos vendieron la excepción ibérica en los meses de crisis energética, aquel tiempo en que nos dictaron los grados a los que podíamos poner el aire acondicionado. Dos años después sufrimos el apagón ibérico. En España y Portugal, claro. La comisaria europea de Igualdad, Preparación y Gestión de Crisis no sale en el cómic de Mortadelo, pero lo ha clavado. De pronto no se pudo pagar en los bares con la tarjeta ni con el teléfono con en ese gesto con el que parece que queremos echar un pulso con el camarero. Por eso el kit incluye dinero en efectivo, la antigüedad de papel. ¿Y qué me dicen de la caja de cerillas? Puede que usted guarde alguna en un armario de la cocina, de aquella vez que tuvo que encender las velas de la tarta de cumpleaños de una sobrina.
Los bancos cerraron. "No hay luz". Luz había, lo que faltaba era el suministro eléctrico. Pero los bancos solo son precisos en el uso del lenguaje cuando toca firmar un préstamo. Los bares arrearon como pudieron. Las neveras aguantaron una suerte de frío al ralentí que bastó para la clientela foja, la de los parroquianos. Ay, aquellos tiempos de las barras de nieve que traía el tío del hielo en un hombro protegido con un paño. "¡Moja, moja!". Seamos positivos. La buena suerte fue que los lunes no hay marisco. O no debe haberlo. Cuidado hoy martes con las mayonesas que nos podemos acabar rascando más de la cuenta. Fueron demasiadas horas sin luzy hay salsas muy delicadas. Pocos pudieron pagar, pocos pudieron cobrar. "Me lo apunta", se oía como hace años. Todo, de pronto, fue como viajar en la máquina del tiempo, pero sin barra de nieve, pero con Aperol y tataki. La muerte de un Papa detiene el tiempo, se dice en la película Las sandalias del pescador. El apagón ibérico nos retrotrae al menos tres o cuatro décadas. La bombona de butano recupera prestigio. Un Lunes de Feria se fue la luz en muchas casetas. La coincidencia de cientos de freidoras conectadas a la misma hora ponen siempre la red a prueba. Cuesta trabajo comprender una demanda que se dispara en España y Portugal un lunes a las doce y media del mediodía. Pero ocurrió y nos provocó un sobresalto. Europa nos avisó hace un mes. No podemos negarlo. Nos prepararon para 72 horas de supervivencia. Europa siempre ha sido una garantía. Ahora está frágil y amenazada, pero se ha demostrado su utilidad. Nos recomendaron un kit porque nos sabían débiles. Acertaron. No podremos negar que nos alertaron y nos dijeron las verdades básicas. Agua, cerillas y una radio a pilas. En breve puede que le demos porrazos al televisor para ajustar la imagen. Como en el Mundial 82.
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