Exhuman en Rumanía los restos del matrimonio Ceausescu
Los familiares del dictador reclaman la verificación de la identidad de los cuerpos
Más de dos décadas después de la ejecución de Nicolae y Elena Ceausescu, Rumania fue testigo ayer de cómo se abrieron las tumbas que sepultaron no sólo los restos del matrimonio dictador, sino también el miedo tras 24 años de un cruento régimen totalitario.
El único hijo vivo, Valentín, y el yerno del matrimonio, Mircea Oprean, reclamaron la verificación de la identidad de los restos mortales que reposaban en un cementerio de Bucarest. Un cotejo de pruebas que podría durar hasta seis meses y que promete no satisfacer a todos.
La caída de los Ceausescu se produjo en 1989. Sin embargo, sigue siendo un episodio lleno de medias verdades. "Aún no se ha aclarado ningún misterio, me inclino a creer que son ellos", declaró el yerno del dictador, quien además afirmó que "se portaron con los cadáveres como paganos".
Camil Roguski, arquitecto de la familia, se sumó a las dudas que expresaron historiadores y periodistas sobre la presencia o no de los cuerpos en las tumbas. "Sólo Elena Ceausescu está enterrada allí, Nicolae fue llevado al crematorio e incinerado", aseguró.
La democracia rumana, cuya legitimidad yace en una revolución de orígenes confusos atribuidos a los servicios secretos soviéticos y norteamericanos, ha sido incapaz de atribuir responsabilidades por las más de 1.000 muertes de la Navidad de 1989.
Todo se inició con unas manifestaciones motivadas por la expulsión de un sacerdote, lo que provocó la huida fallida del dictador y su esposa en helicóptero. En su intento, fueron apresados y fusilados por la nueva autoridad dirigida por los comunistas.
La sombra de los Ceausescu volvió a la vida pública rumana mientras la crisis económica asesta el enésimo golpe a las tenues esperanzas de prosperidad de los ciudadanos rumanos.
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