El Gobierno holandés comenzó ayer a estudiar los pasos a dar tras el referéndum en que el 61,1% de los votantes rechazaron el acuerdo entre la UE y Ucrania, mientras que Bruselas lamenta el resultado y espera una respuesta concreta del primer ministro neerlandés, Mark Rutte.

Todos los miembros de la Unión Europea salvo Holanda ya han ratificado el acuerdo, y desde noviembre de 2014 se aplican las provisiones generales y las partes de los capítulos de la asociación política y de cooperación, así como desde el 1 de enero la parte comercial entre la Unión y Ucrania.

No obstante, en la consulta promovida por grupos euroescépticos, dos tercios de los holandeses que acudieron a las urnas votaron en contra del acuerdo, mientras que un 38% lo hizo a favor.

El ministro holandés de Asuntos Exteriores, Bert Koenders, se mostró en La Haya "muy confiado" en que el Gobierno encontrará una "solución", aunque admitió que están "en territorio desconocido". Sin embargo, al igual que el primer ministro Ruttte, reconoció que el tratado "no puede ser simplemente ratificado" a la luz del abrumador rechazo.

Los analistas coinciden en que el margen de maniobra del Gobierno holandés en Europa es estrecho, pero que quizás pueda llegar a algún tipo de acuerdo que sirva para contentar a todas las partes.

No obstante, la duda sobre cómo responderá el Ejecutivo de Rutte a la UE necesitará varios días para resolverse, sobre todo porque hay dudas sobre la legitimidad de la consulta, puesto que la participación alcanzó sólo el 32,2%, suficiente sin embargo para superar el 30% requerido para considerarlo como válido.

Para el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, "el verdadero objetivo de los organizadores del referéndum no es el acuerdo de asociación entre Ucrania y la UE, sino un ataque contra la unidad de Europa y la expansión de los valores europeos".