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El este de Ucrania se aleja de la paz

  • El Gobierno de Kiev advierte que desde ahora sólo negociará cuando los rebeldes depongan las armas

El Gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos volvieron ayer a exhibir el abismo que los separa y que hace muy difícil el inicio de un diálogo llamado a poner fin al derramamiento de sangre en el este de Ucrania.

"A partir de ahora, cualquier negociación será posible sólo después de que los guerrilleros depongan las armas", dijo ayer el ministro de Defensa ucraniano, Valeri Gueletei, que descartó un nuevo alto el fuego unilateral.

Por su parte, uno de los líderes de los sublevados, Alexandr Borodai, fue categórico al declarar que los prorrusos no negociarán con Kiev hasta que éstos retiren todas sus tropas de las regiones orientales de Donetsk y Lugansk.

Los esfuerzos de la diplomacia europea para convencer a Kiev sobre la necesidad de tomar la iniciativa para alcanzar un nuevo alto el fuego no dieron frutos.

"Podemos atender a llamamientos de todo tipo, sobre todo si provienen de nuestros socios (europeos). Pero cómo resolver la situación en nuestro país es nuestro derecho soberano", dijo al respecto el jefe de la Administración Presidencial ucraniana, Valeri Chali.

El viceministro de Asuntos Exteriores, Daniel Lubkivski, esgrimió el incumplimiento de las condiciones puestas a los insurgentes por el presidente, Petro Poroshenko, como el motivo de que siga la operación militar. "La fase activa de la operación antiterrorista continúa por la falta de voluntad de los terroristas de deponer las armas y acogerse al plan de paz", dijo, y acusó a Rusia de no tomar medidas para garantizar un control en la frontera ruso-ucraniana que impida que los milicianos reciban armas y refuerzos.

También el jefe de la diplomacia ucraniana, Pavel Klimkin, insistió en que el plan de Poroshenko es un marco integral para alcanzar la paz en el este de Ucrania y pidió "una clara señal, también por parte de Rusia, para que los separatistas hablen" sobre un cese bilateral de hostilidades.

Poroshenko puso la semana pasada tres condiciones para aceptar un alto el fuego duradero: su pleno respeto por los insurgentes, la liberación de rehenes y prisioneros y el establecimiento del control sobre la frontera ruso-ucraniana.

Sin embargo, la victoria militar lograda el fin de semana por las fuerzas ucranianas -que expulsaron a los milicianos de Slaviansk, símbolo de la sublevación- dio alas a los partidarios de resolver el conflicto por la fuerza.

"Hay preparaciones para liberar Donetsk y Lugansk. Ahora se trabaja en el bloqueo de los accesos a esas ciudades para impedir que los terroristas puedan recibir armas y refuerzos", dijo ayer el portavoz del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, Andrei Lisenko.

No obstante, Borodai respondió que "ni con todos sus recursos el Ejército ucraniano es capaz de sitiar Donetsk".

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