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LEIRE DE DIEGO & RICARDO HUETE | CRÍTICA

Siete cuerdas contra cuatro

Leire de Diego y Ricardo Huete en el Pre-Femás.

Leire de Diego y Ricardo Huete en el Pre-Femás. / Luis Ollero

Como en años anteriores, la Asociación de Amigos de la Orquesta Barroca de Sevilla presenta su preámbulo del Festival de Música Antigua (que parece que por fin será presentado la semana que viene) mediante un pequeño ciclo de tres conciertos en los que podemos disfrutar de los jóvenes valores locales de la Música Antigua, algunos aún dedicadios a su foremación en el conservatorio, otros ya iniciando su andadura profesional.

Para inaugurar el ciclo se presentaron dos jóvenes estudiantes del Conservatorio Superior de Sevilla, la clavecinista Leire de Diego (alumna de Alejandro Casal) y el violagambista y violonchelista Ricardo Huete (discípulo de Alejandro Marías), con un interesante programa en el que se ponía sobre el tapete la confrontación entre la viola da gamba y el violoncgelo en la Francia de la primera mitad del siglo XVIII. Huete abordó de inicio el conocido lamento por la muerte de Sainte-Colombe de la suite nº 6 del segundo libro de Marin Marais. La forma de articular el sonido de Huete, delicada e intimista, con poca incidencia sobre los acentos, le vino bien a esta obra contenida y melancólica, en la que el intérprete se recreó en frasear nota a nota con serenidad, con un sonido muy contenido, si bien se echó de menos una mayor intensidad en determinados acentos y en determinados golpes de arco. En la suite en Fa mayor de François Couperin, música más expansiva y cortesana, se evidenció esa carencia en la producción de un sonido más lleno, más poderoso, así como de una acentuación más inicisiva en los primeros ataques de las frases. Ya con el violonchelo, el definitivo ganador de la disputa, Huete hizo de la sonata nº 2 de Michel Corrette un buen ejercicio de digitación y de agilidad, con un sonido algo áspero pero potente y un notable sentido de la línea cantable en las dos arias centrales. Donde se vio en apuros en materia de afinación fue en la primera de las sonatas del primer libro de Jean-Baptiste Barrière, especialmente en la zona aguda de la primera cuerda del violonchelo. Con todo, supo desarrollar con precisión y buen gusto todos los pasajes ornamentales del Adagio.

Además de prestar a su compañero un acompañamiento limpio y claro, Leire de Diego dejó esperar de ella cosas importantes tras su interpretación de una selección de la suite en Fa mayor de Louis Couperin. Tiene tiempo por delante para adentrase en el fraseo inégal, esencial en el barroco francés, sobre todo en piezas como el Prélude non mesuré inicial o en la Courante. Pero la articulación fue de una brillante claridad y el fraseo fluido. Nos gustaría escucharla pronto en solitario.

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