Ana Morales | Crítica

Llama y poesía de los ángeles

Ana Morales presentó 'Lo indefinido' en Sevilla

Ana Morales presentó 'Lo indefinido' en Sevilla / Belén Vargas

Es una propuesta frenética, muy enérgica, con muchos golpes, con mucha rabia. Y no solo golpes en el suelo, o en el pecho, también patadas al aire. Con su gramito de melaza en la voz de Sandra Carrasco para esa deliciosa soleá de Triana marchenera, miel de la Alcarria.

O el romance del inicio, con unos tonos altos imposibles. También la vidalita, que fue un oasis en el que me sentí muy a gusto, y que no estaba en el programa. Pero el resto de las letras y de las músicas son pura llama. Incluyendo Ciudad sin sueño de Lorca-Morente. El maestro Juan José Amador morenteo toda la noche incluyendo la granaína del otro Lorca, Francisco, que Morales bailó con exactitud coreográfico-geométrica. En realidad toda la propuesta es así, coreográficamente perfecta. Todo estaba claramente establecido, aunque la bailaora no encontrara la palabra para definir su propuesta. En realidad, aunque de apariencia angelical en ocasiones, en las que Morales sobrevoló la escena, se trata de una representación muy dura. Son los ángeles de los números de Alberti. La fuerza, el frenesí, alcanzó su climax en la seguiriya, que me resultó excesiva. Pero esto son cosas de la edad, porque el arte de Morales es la quinta esencia del baile flamenco actual: duro, geométrico, exacto, ensimismado. Feroz, de apariencia civilizada. El baile de Morales es feroz y exquisito. Exquisito y feroz. Incluso el solo de Cano discurrió por los caminos del ritmo cibernético.

La bailaora permanece todo el rato en las tablas desplegando una técnica sobrecogedora, un domino del espacio escénico absoluto, una forma física asombrosa.

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