Antonio El Pipa baila la historia del pueblo gitano en el Lope de Vega

El bailaor Antonio El Pipa le debe "mucho" al teatro Lope de Vega y a su director de entonces y ahora, Juan Víctor Rodríguez Yagüe, que en febrero de 1997 le invitó a debutar con su propia compañía en Vivencias, un espectáculo en homenajeaba a su carismática abuela Tía Juana la del Pipa. "Vengo con todas las ganas de bailar para Sevilla porque aquí siempre se me ha dado mi sitio. Este teatro me vio nacer como compañía privada y siempre ha reconocido y respetado mi forma de bailar. Porque yo no sé bailar de otra forma ni tampoco me gustaría", declaró el intérprete, que hoy y mañana estrena Danzacalí, una síntesis de las esencias gitanas y de su experiencia caribeña dirigiendo El amor brujo para el Ballet Nacional de Cuba que tiene como maestra a la mítica Alicia Alonso.

Danzacalí, danzar de los gitanos supone el regreso del jerezano al Lope tras el rotundo éxito que obtuvo en la pasada Bienal su intimista montaje Puertas adentro, dedicado a su madre, ya fallecida. Ahora ofrece un conjunto de 12 postales con las que retrata "el deambular de mi pueblo nómada" y narra "cómo los gitanos se enriquecieron con todas las culturas que visitaron, con sus músicas, ritmos y vivencias, hasta regalarle al mundo este tesoro que es el flamenco".

La supervivencia y destino de ese pueblo "errante, mercader, negociante, amante de los suyos y respetuoso de sus mayores" -desgranó- le sirve de excusa a la compañía, integrada aquí por 18 artistas, para cantar, bailar y tocar la guitarra en una ambiciosa producción inspirada por la valentía de Alicia Alonso, "que me motivó muchísimo y me lanzó al gran formato".

Este espectáculo arriesgado cuenta con la música de Juan José Alba, un prometedor guitarrista chiclanero al que acompaña al toque Francisco Javier Ibáñez. El baile de Antonio se codea con la pareja solista que componen Isaac Tovar, "al que recuperé del Ballet Nacional de España", y Macarena Ramírez. Las voces las ponen Maloko de Sordera, Mara Rey, Morenito de Illora y Joaquín Flores.

En Danzacalí, que tuvo su estreno absoluto en el pasado Festival de Jerez, El Pipa se atreve por tientos tangos y por rondeñas. "Son apuestas nuevas aunque donde mejor me siento es por soleá, por seguiriya y por alegrías. Pero siempre intento arriesgar y abrir el abanico. Con todo, la primicia de este espectáculo es un baile, la alabanza, que creo que es la primera vez que se incluye en un montaje flamenco. Es un baile en el que se le pide a Dios, se le ruega y sobre todo se le agradece. Lo voy a hacer con zapatillas. Quería darme el gusto de hacer algo nuevo y ése es el privilegio de los que dirigimos compañías privadas en vez de públicas", declaró sobre esta coreografía que acompaña un cante "desde las entrañas" de Mara Rey.

Con una duración de una hora y 40 minutos, Danzacalí incorpora muchas palabras en caló. "Me hizo ilusión descubrir un diccionario con las páginas muy gastadas que conservaba mi suegro y que me sirvió para traducir el programa de este espectáculo. Con él quiero decir en público lo bonita que es la lengua de los gitanos españoles y el sonido tan hermoso que tiene, pese a que yo no hablo caló más allá de naquerar, los acais y poco más".

El Pipa, que en unos meses celebrará el decimoquinto aniversario de su compañía, está en racha. A la buena noticia que supone que su versión de El amor brujo ha sido incluida en el repertorio del Ballet Nacional de Cuba, que lo repondrá internacionalmente, se añade su colaboración con el director de la Filarmónica de Berlín, Simon Rattle, para quien ha hecho la caracterización "a la española" de la Carmen que se estrenará en el próximo Festival de Salzburgo y protagonizará la mezzo checa Magdalena Kozená, esposa de Rattle.