Arcángel | Crítica

La verdad de las mentiras

El cantaor onubense presentó su 'Tablao' en la Sala Cajasol.

El cantaor onubense presentó su 'Tablao' en la Sala Cajasol. / Grupo Joly

Es la segunda vez que se presenta este espectáculo en este espacio y Arcángel ha optado, con buen criterio, por ponerle un poco de megafonía, que nos permita disfrutar de los muchos matices de su voz. Porque no es lo mismo un tablao que un espectáculo que versa sobre el tablao. La propuesta es simple y efectiva: optar por el tuétano, la esencia. El cante al desnudo en su forma tradicional. Formidables los fandangos de Huelva a cuatro bandas. Son estilos que los cuatro intérpretes conocen a la perfección, que son parte de sus respectivas esencias musicales y vitales. Se canta como se respira y Arcángel es capaz de respirar dentro de una espiral asombrosa de arabescos. Llevando un poco más allá el arte de la melodía jonda. Reinventado el supuesto flamenco de tradición en el que cabe otro giro, otro melisma. Una letra de Isidro Muñoz que nos desarma. También alguna tradicional o de la posguerra de Rafael de León que ya nos resulta insoportable por su machismo, todo hay que decirlo. Intimidad en los cantes malagueños, en la soleá donde vuelven las maneras de Morente, en la seguiriya donde vuelve el recuerdo de Camarón que había evocado en los tangos extremeños. Patricia Guerrero baila con toda el alma y con los huesos. Da igual que haga mucho o poco, aunque hoy hace mucho porque está sobrada de juventud y facultades. Pero cada mínimo giro, cada gesto, toca la fibra de la emoción. Eso es un don. Por supuesto que no faltaron las sevillanas, las rumbas, el buen humor y las canciones por bulerías, porque al fin y al cabo estábamos en un tablao, aunque fuera ficticio.

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